El follón de la sensible Scarlett

Los más de sesenta representantes de medios de comunicación se quedaron con un palmo de narices ante la rapidez del posado de Scarlett Johansson. La “novia de América” o, por extensión, “la novia planetaria” bajó la escaleras del Hotel Santo Mauro como la gran experta mediática que es.

Sonrió, miró a izquierda, derecha y centro como si fuera un perrito de muelle de los que llevan los taxistas y se marchó. “Bye, bye” dijo con la mirada que, traducido al castizo, sería algo así como “ahí os quedáis amores. Yo me retiro a mi suite que está fresquita y tranquila”.

La puesta en escena de Johansson duró exactamente un minuto y veintidós segundos. El mismo tiempo que se supone marca la disfunción sexual más común entre los españoles y para las que ya hay remedio a través del fármaco Priligy.

La actriz/modelo que sustituye a Penélope Cruz como imagen de Mango en las nuevas campañas de la firma apareció con su nuevo color de pelo castaño y no quiso dedicarle más tiempo a esa prensa española que tanto la quiere y tanto la admira porque -¡¡¡agárrense!!!- dijo que no estaba acostumbrada a que la muchachada de la prensa la tratara a voces.

Es habitual y común que en los photocall, no sólo en Madrid, sino en el mundo entero, los fotógrafos se dirijan a las estrellas gritando su nombre. Pasa con ella, con los royal y con todo bicho viviente. La delicadeza de Scarlett es comparable a la sensibilidad de la  ‘princesa del guisante’.