Rachel Weisz reúne a lo más granado de la política española

Aunque presumen de tener una agenda complicada, los ministros también van al cine, pero no siempre lo hacen como ayer por la noche, todos juntos, en un estreno y apoyando la causa de Amenábar y su visión del personaje de Hipatia de Alejandría. Sólo faltaron Zapatero y Rajoy. Desde Ángeles González Sinde, ministra de Cultura hasta José Blanco, ministro de Fomento, muchos políticos se dejaron ver en el Kinépolis de Madrid. (Ver álbum)

De entre los vips invitados al evento, la primera en llegar fue la actriz Leticia Dolera, que pasó sin pena ni gloria por un photocall ansioso de políticos y de Rachel Weisz, la auténtica protagonista de Ágora, la película que se presentaba. Tras Dolera vinieron muchos otros rostros conocidos de la gran pantalla: Carmen Maura, Javier Cámara, María Pujalte, Juan y María Botto o Jordi Mollá.

Pero ellos eran sólo una parte del cartel. Sara Carbonero fue la estrella de Telecinco que atrajo a los fotógrafos, incluso después de posar con Carme Chaparro, los cámaras le pidieron que posase sola con un estilismo que no gustó del todo al auditorio, que sí quedó impactado con los ojos de la presentadora de deportes de los informativos de la cadena de Fuencarral.

Llegó nerviosa, pero fue haciéndose con la situación poco a poco e incluso se atrevió a conversar con su ex compañera de La Sexta, Pilar Rubio. Pasado el trago de hablar con la prensa, móvil en mano, se dirigió a preguntar a las azafatas por la hora del pase. Quizá su acompañante se retrasaba. ¿Sería su colega Marta Fernández, que llegó un rato después, sonriente, con un look impresionante, compuesto de una falda de talle alto y una blusa de raso estampado?

Pedro Piqueras también posó ante la prensa antes de apartarse a un rincón a conectar con su cadena, pero hubo quien no quiso dejar que le hicieran la foto. El músico Nacho Cano fue uno de ellos, así como Soraya Sáez de Santamaría, que cuando le preguntaron por qué no posaba respondió que le habían dicho que pasara por el camino alternativo. Eso sí, para posar en la foto oficial de todos los políticos con los protagonistas del estreno volvió a salir de la sala.

Paolo Vasile prefirió alejarse de prensa. Ni tan siquiera la rapidez de reflejos de los escasos periodistas que se dieron cuenta de la estrategia del consejero delegado de Telecinco le hicieron salir de su silencio. Silencio sobre todo, incluso sobre los rifirrafes con La Sexta. Sin embargo, también salió para hacerse la foto de familia.

Entre tanto, seguían llegando rostros del mundo de la política, unos más compungidos que otros. Véase el caso del alcalde Alberto Ruiz Gallardón, educado y correcto, pero que saludó, habló lo justo, y se fue hacia el interior de la sala. También estuvieron Cristina Garmendia, ministra Ciencia e innovación, que para hacer honor a su cargo fue acompañada por la científica Margarita Salas.

Jesús Caldera, ex ministro de Trabajo y la ministra de Igualdad Bibiana Aído, con un atuendo sobrio e invernal que contrastaba con el calor que se vivió en la noche y Rosa Díez, lideresa de Unión Progreso y Democracia, fueron tres más en sumarse a la lista de rostros políticos en el evento.

El presidente del Congreso José Bono posó, aunque antes que él pasó su hija. No Amelia, sino Ana, la mayor, la que nunca aparece en los medios. Una joven de gran belleza, sonriente, que caminó por la alfombra roja con calma y esperó a su padre al final del pasillo.

Y mientras los asistentes seguían esperando al elenco de la película, pasaron Gonzalo Miró, una impresionante y, como siempre, simpática Laura Sánchez, Ana García Siñeriz y la recientemente reconciliada con su novio, María José Suárez. Simoneta Gómez Acebo sin embargo, huyó por el camino alternativo acompañada de Mariola Orellana. Ni una palabra y si no me han visto, no pasa nada.

Por fin llegaron los actores y el director. Diez minutos sin pausa de flashes sobre la cara de Rachel Weisz dejaron patente su capacidad de concentración en un acto de promoción. Una sonrisa y un impresionante vestido de cóctel de color rojo. Sobre Amenábar dice que es “brillante”, y de verdad lo cree porque quizá este personaje podría ser su camino directo a las nominaciones a los grandes premios.

Amenábar, por su parte, se mostró ante los medios con calma, feliz y comentando que la película fue "más fácil de rodar que de preparar" entre otras cosas, por la dificultad de tener que "recrear la ciudad" de Alejandría en sus últimas horas. Pero el trabajo para él merece la pena, porque, dice, su mejor premio es "una sala llena de gente". Y, al menos por una noche, lo ha conseguido. Veremos qué hace en las próximas semanas.