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La herencia maldita en la sangre azul europea
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La herencia maldita en la sangre azul europea

Si hay una enfermedad que haya estigmatizado a las familiar reales europeas ésa es, sin duda, la hemofilia. Victoria Eugenia de Battemberg tuvo que sufrir durante su

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La herencia maldita en la sangre azul europea

Si hay una enfermedad que haya estigmatizado a las familiar reales europeas ésa es, sin duda, la hemofilia. Victoria Eugenia de Battemberg tuvo que sufrir durante su reinado la mácula de ser la transmisora de esta enfermedad a los Borbones españoles. Dos de los hijos que tuvo con el rey Alfonso XIII padecieron esta dolencia de origen genético que afecta a la coagulación de la sangre algo que, según cuentan las crónicas de la época, valió al monarca para recriminar a su mujer la incapacidad para darle hijos sanos.

Pero la hemofilia no sólo ha afectado a lo largo de la historia a la Familia Real española, la revista Science publica estos días un reportaje sobre los últimos descubrimientos acerca de la relación entre la patología y las realezas europeas a través de un análisis genotípico que le ha permitido identificar la tipología de la enfermedad en algunos royals.

Si Victoria Eugenia tiene el dudoso honor de ser la portadora de la llamada enfermedad real otras mujeres de la realeza han cargado con la misma cruz. Los análisis genéticos aseguran que la emperatriz Alexandra de Rusia -prima de Victoria Eugenia por ser ambas nietas de la Reina Victoria I del Reino Unido- transmitió la hemofilia de tipo B a su hijo, el príncipe heredero Alexander, de forma que la patología entró también en la casa de los Romanov.

Alejandra Ferodovna contrajo matrimonio con el zar Nicolás II y tuvo cinco hijos Olga, Tatiana, María, Anastasia, y el zarévich Alexéi Nikoláyevich. Todos ellos fueron asesinados en Ekaterimburgo en 1918. Pese a que al heredero del imperio no le dió tiempo a llegar a la edad adulta, durante su infancia el pequeño Alexei ya dio muestras de que padecía síntomas asociados con esta enfermedad sanguínea.

Ahora, después de analizar el ADN de los restos de la familia al completo, la revista Science confirma que el mal que afectaba a la familia, una dolencia llamada también 'la enfermedad de Navidad’ era la hemofilia de tipo B y una patología que se transmite por herencia recesiva a través del cromosoma X.

Existen doce factores de coagulación que influyen en el proceso, pero en el caso de los Romanov los factores afectados fueron el F8 y el F9. Según los estudios de Science, la revista se atreve asegurar que la familia imperial rusa se enfrentaba a un caso de hemofilia de tipo B provocada por alteraciones genéticas en el F9.

Los efectos que la enfermedad hubiera tenido en las siguientes generaciones, es una incógnita ya que con la llegada de la revolución rusa la familia del zar Nicolás II fue recluida en en el palacio Alejandro Tsárskoye Seló hasta su traslado en 1917 a la ciudad siberiana de Tobolsk. Unos meses después, ya entrado 1918, todos fueron asesinados en Ekaterinburgo por los bolcheviques.

De los descendientes de la reina Victoria del Reino Unido, la rama española corrió mejor suerte, aunque de los siete hijos que tuvieron Victoria Eugenia de Battemberg y Alfonso XII, dos nacieron con hemofilia, Gonzalo, que murió con tan sólo veinte años y Alfonso, el primogénito.

Alfonso,que renunciaría al trono para casarse con una plebeya, falleció en 1938 en Estados Unidos a causa de un accidente de tráfico. El siniestro le porovocó una hemorragia interna que no pudo ser controlada por padecer lo que sus antepasados llamaron durante mucho tiempo la ‘enfermedad real’.

Si hay una enfermedad que haya estigmatizado a las familiar reales europeas ésa es, sin duda, la hemofilia. Victoria Eugenia de Battemberg tuvo que sufrir durante su reinado la mácula de ser la transmisora de esta enfermedad a los Borbones españoles. Dos de los hijos que tuvo con el rey Alfonso XIII padecieron esta dolencia de origen genético que afecta a la coagulación de la sangre algo que, según cuentan las crónicas de la época, valió al monarca para recriminar a su mujer la incapacidad para darle hijos sanos.