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Sabino Fernández Campo: "Se acerca mi momento más importante. Al fin y al cabo, la muerte sólo sucede una vez en la vida"
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Sabino Fernández Campo: "Se acerca mi momento más importante. Al fin y al cabo, la muerte sólo sucede una vez en la vida"

La veía cada vez más cercana y reconocía estar "obsesionado con ella". Hace dos años, el mismo día que nacía Vanitatis, el ex jefe de la

Foto: Sabino Fernández Campo: "Se acerca mi momento más importante. Al fin y al cabo, la muerte sólo sucede una vez en la vida"
Sabino Fernández Campo: "Se acerca mi momento más importante. Al fin y al cabo, la muerte sólo sucede una vez en la vida"

La veía cada vez más cercana y reconocía estar "obsesionado con ella". Hace dos años, el mismo día que nacía Vanitatis, el ex jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, escribió para El Confidencial unas líneas que versaban sobre la muerte... sobre la suya propia. Podía haber elegido cualquier otro tema, pero se decidió por éste en concreto. Visto hoy, el texto resulta premonitorio. Por su interés, reproducimos las palabras que Fernández Campo incluyó en este artículo bajo el título 'El misterio de la muerte'.

"Cuando uno está próximo a cumplir noventa años, como me sucede a mí, se piensa obsesionadamente en que se acerca el momento más importante y de mayor trascendencia. Al fin y al cabo, la muerte es algo que sólo sucede una vez en la vida del hombre. Me angustia imaginar cuál va a ser la medida que el Supremo Hacedor aplicará a su Justicia y hasta qué punto alcanzará el rigor o la misericordia.

Recuerdo que con ocasión de mi ingreso honorífico en una Academia de Medicina, mi discurso -muy inspirado en La incógnita del hombre de Alexis Carrel- versó sobre el misterio que relaciona el cuerpo y el alma. Al terminar, me felicitó la personalidad que presidía el acto, un premio Nobel ya desaparecido pero siempre recordado por su fama y su sabiduría. Y añadió:

- Pero no te preocupe ese misterio del que has hablado, porque después de esta vida no hay nada, absolutamente nada.

Sorprendido e inquieto por esta rotunda seguridad, sólo acerté a responderle:

- “Pues siento mucho que si tienes razón, no podrás presumir de haber acertado”.

Ayer a las 00:15 horas se le apagaba la vida en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Ruber Internacional de Madrid, donde permanecía desde el Día de la Fiesta Nacional, tras ser intervenido quirúrgicamente como consecuencia de una infección intestinal.  (VER LAS FOTOS DE ANOCHE)

Ahora, su cuerpo yace en el Tanatorio de Tres Cantos, por donde está previsto que hoy se pasen sus grandes amigos: los íntimos, los reales, los políticos... con quienes entabló relación en sus casi dos décadas al servicio de la Corona en el Palacio de la Zarzuela. Esta mañana han pasado por allí las infantas Elena y Cristina y por la tarde han hecho acto de presencia los Reyes. También se han dejado caer por la capilla ardiente José María Aznar, Ana Botella, Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz Gallardón, José Bono, Jaime Mayor Oreja, Adolfo Suárez hijo, Nicolás Redondo, Santiago Carrillo, José María García, Natalia Figueroa, el padre Ángel García, Carme Chacón, Manuel Fraga Gregorio Peces Barba, Cándido Méndez o la duquesa de Alba, entre otros.  (VER FOTOS DE LA CAPILLA ARDIENTE)

Discreto y prudente

El Conde de Latores, título con Grandeza de España que le otorgó el Monarca en abril de 1992, entró en la Casa del Rey el 31 de octubre de 1977 como secretario general y desempeñó esta responsabilidad hasta el 22 de enero de 1990, cuando fue nombrado jefe de la Casa de Su Majestad, en sustitución de Nicolás Cotoner, marqués de Mondéjar.

El 8 de enero de 1993 cesó como jefe de la Casa del Rey, puesto en el que fue sustituido por el diplomático José Fernando Almansa, y Don Juan Carlos le nombró en ese momento consejero privado vitalicio, al tiempo que se le otorgó la Gran Cruz de Carlos III, poco antes de ser nombrado teniente general con carácter honorífico.

Su intensa y larga trayectoria en la Casa del Rey, durante la que participó en la educación del Príncipe de Asturias, se caracterizó por una impecable discreción, por su silencio y prudencia en todos los asuntos relacionados con la Familia Real.

Pero sobre todo se recuerda su papel junto al Rey el 23 de febrero de 1981, cuando colaboró con Don Juan Carlos para lograr el fracaso del golpe de Estado y, en ese contexto, intervino como coordinador entre el Monarca y el Congreso de los Diputados.

A Fernández Campo le quedaba la satisfacción de que el fracaso del 23-F había robustecido la Monarquía por la defensa de la democracia que protagonizó el Rey aquella noche, si bien hace poco lamentaba que, a sus 91 años, no le iba a dar tiempo a saber toda la verdad sobre la intentona golpista.

Su trabajo al servicio del Estado había comenzado en diciembre de 1975, cuando fue designado subsecretario de la Presidencia del Gobierno, y en julio de 1976 fue nombrado subsecretario del Ministerio de Información y Turismo, cargo del que dimitió a petición propia al año siguiente, en cumplimiento de la normativa que regulaba las incompatibilidades en julio de 1977.

Nacido en Oviedo en 1918 y licenciado en Derecho por la universidad de la capital asturiana, Fernández Campo ingresó en el Cuerpo de Intervención del Ejército al finalizar la guerra civil y fue jefe de estudios de la Academia de Intervención Militar.

Tras su salida de la Casa del Rey, ingresó en junio de 1994 en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en una ceremonia a la que asistieron los Reyes, y en diciembre de aquel año se incorporó como diputado electo a la Real Diputación de San Andrés de los Flamencos, órgano de gobierno de la Fundación Carlos de Amberes.

En noviembre de 1996 fue investido académico de honor de la Real Academia de Doctores, en diciembre de 1997 recibió el Premio de Convivencia de la Fundación Manuel Broseta de Valencia y en marzo de 1999 fue elegido vice Gran Maestre de la Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, heredera directa de la antigua Orden de Caballeros de la Merced.

Hijo predilecto de Oviedo, ha sido objeto de un gran número de homenajes en las tres últimas décadas y está en posesión de las grandes cruces de las órdenes del Mérito Militar, del Mérito Civil, de Cisneros y de San Raimundo de Peñafort.

Estuvo casado con Elena Fernández-Vega Diego, que falleció en 1993 y con quien tuvo diez hijos: María Elena, Margarita, María Cristina, María Isabel, María Eugenia, Álvaro, Sabino -que murió en 1994 víctima de un accidente de tráfico-, Luis y Miguel. El 15 de octubre de 1997 contrajo matrimonio con la escritora y periodista María Teresa Álvarez.

El funeral tendrá lugar mañana a las 17:00 horas en la catedral de Oviedo, su ciudad natal.

La veía cada vez más cercana y reconocía estar "obsesionado con ella". Hace dos años, el mismo día que nacía Vanitatis, el ex jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, escribió para El Confidencial unas líneas que versaban sobre la muerte... sobre la suya propia. Podía haber elegido cualquier otro tema, pero se decidió por éste en concreto. Visto hoy, el texto resulta premonitorio. Por su interés, reproducimos las palabras que Fernández Campo incluyó en este artículo bajo el título 'El misterio de la muerte'.