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Scarlett Johansson y la Caja de Gallardón
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Scarlett Johansson y la Caja de Gallardón

Las estrellas se diferencian de lo que ahora se denomina celebritie en que las primeras saben que se deben a su público, a su imagen y por lo

Foto: Scarlett Johansson y la Caja de Gallardón
Scarlett Johansson y la Caja de Gallardón

Las estrellas se diferencian de lo que ahora se denomina celebritie en que las primeras saben que se deben a su público, a su imagen y por lo tanto nunca tuercen el gesto y las segundas en que suelen padecer el síndrome Greta Garbo. Para entendernos, y traducido a nivel doméstico, son los jóvenes de ambos sexos que han llegado a la cumbre de la notoriedad por haber hecho una serie televisiva y que consideran -como hacia la gran diva- que no hay que darle facilidades a la prensa. Y mucho menos a la de entretenimiento, a la que consideran de segunda, cuando a la hora de la verdad se vuelven locos por enseñar sus casas o sus castillos prestados, como fue el caso de Elsa Pataky cuando estaba con Brody.

Este párrafo introductor sirve para explicar cuál fue al actuación de Scarlett Johansson en la presentación de la colección de verano de mango de la que ella es imagen. La actriz apareció en la Caja Mágica -espacio multiusos- bautizada ya como la Caja de Gallardón vestida con un modelo de falda lápiz de talle alto marcando trasero y camiseta con lazada. Todo muy estilo chica de calendario Pin Up. (Ver álbum)

A pesar del frío de la noche que se sumaba al casi bajo cero del recinto, Scarlett se quitó la chaqueta para posar lo más sugerente posible durante un buen rato. Después no tuvo inconveniente en echarse una parrafadita y contar que por el momento no está interesada en diseñar nada, pero que todo era posible. Y en el caso de hacerlo buscaría la inspiración en lo que les gusta a sus amigas. Charló con Nati Abascal, que esa noche deslumbró con un modelito de punto ajustadísimo y un collar de cuentas de grandes dimensiones que le chiflaron y que, decía, hacía conjunto con su sortija. Bebió un par de copas de vino tinto y desapareció de la Caja Mágica en cuanto el calorcito del alcohol dejó de funcionar y no era cuestión de beberse toda la Rioja Alavesa.

El comentario general de la mayoría de los invitados fue coincidente: resulta mucho mejor al natural y sobre todo esa noche no tuvo la bobería de ir de sobrada. Ella era arte y parte al ser imagen de Mango. Una buena elección que no extraña dado el buen ojo del presidente y dueño de la firma, Isak Andic, que no sólo recibió a la estrella sino a la mayoría de sus invitados en la entrada del recinto como un verdadero jefe de pista del mejor circo del mundo, acompañado, como siempre, por las eficaces Lidia y Ninona.

El atractivo de la fiesta lo fue tanto por el propio desfile como por la cantidad de rostros conocidos por metro cuadrado, que además no sucumbieron al frío gracias a las exquisiteces del Six-sens que capitanea Caritina Goyanes. Entre los invitados, Ana Gamazo, totalmente recuperada sana y saludable, Ana Medina Abascal, hija de la hermana melliza de Nati y casi fotocopia de la tía; Alejandra de Rojas, Simoneta Gómez-Acebo, Pepe Barroso, Ana Rodríguez (mujer de Bono), Rosa Tous, Eugenia Martínez de Irujo, negando por activa y pasiva que el mucho tiempo que pasa en Barcelona nada tiene que ver con novios; Olivia de Borbón, Sonia Ferrer, que continúa de gira con la obra 'Felices 30', Arantxa de Benito, Mónica Hoyos, Fiona Ferrer, Isabel Sartorius, María José Suárez, Mónica Cruz , Ana García Siñeriz, Antonio Asensio… Y así hasta el infinito y más allá porque pasadas las doce llegaron más refuerzos.
 

Las estrellas se diferencian de lo que ahora se denomina celebritie en que las primeras saben que se deben a su público, a su imagen y por lo tanto nunca tuercen el gesto y las segundas en que suelen padecer el síndrome Greta Garbo. Para entendernos, y traducido a nivel doméstico, son los jóvenes de ambos sexos que han llegado a la cumbre de la notoriedad por haber hecho una serie televisiva y que consideran -como hacia la gran diva- que no hay que darle facilidades a la prensa. Y mucho menos a la de entretenimiento, a la que consideran de segunda, cuando a la hora de la verdad se vuelven locos por enseñar sus casas o sus castillos prestados, como fue el caso de Elsa Pataky cuando estaba con Brody.