La indignación se apodera de los duques de Lugo

Desde que se hizo pública la separación física de los duques de Lugo, llamada eufemísticamente “cese temporal”, las noticias relacionadas con este asunto se han ido sucediendo en tiempo y espacio con intensidad variable. Si al principio la duda tenía que ver con la posibilidad de que se tratara de una pelea conyugal más fuerte de lo habitual con vuelta atrás, el calendario demostró que no había segunda oportunidad.

Puede ser que en ocasiones anteriores sí la hubiera pero en este caso se trataba de la definitiva. La infanta salió de lo que hasta ese momento había sido domicilio conyugal y se marchó a casa de sus padres. Como hacen muchos hijos cuando falla el día a día y ya no se puede aguantar más.

La diferencia en este caso era que la vuelta al nido tenía nombre de palacio y la mamá era la reina de España. A partir de ahí las especulaciones, verdades enteras y a medias, filtraciones por ambas partes y comentarios interesados fueron el pan de cada día. Se dijo que no habría divorcio y, por supuesto, nada de hablar de anulación. Todo esto sucedía en el primer año de cese temporal. Y aunque a las partes les molestara sobremanera que su desencuentro conyugal fuera motivo de debate, no hay que olvidar que se trataba de la primera separación de un miembro de la Familia Real.

Hasta ahora las desavenencias conyugales se tapaban y se mantenían las formas sociales. Los condes de Barcelona, por ejemplo, vivían separados igual que ocurrió con Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Esta ruptura resultaba insólita y de ahí el interés general por mucho que incomodara a los habitantes de Zarzuela. Durante estos últimos meses y después de que la infanta Elena se comprara una casa para empezar una nueva vida donde Jaime de Marichalar no tenía cabida hubo cierta tranquilidad mediática. A partir de ese momento ya se supo que los abogados de ambas partes ya habían perfilado tiempo atrás las condiciones legales de la separación real.

La mayoría de las cuestiones relativas a los temas económicos estaban resueltas antes de casarse a través de las capitulaciones matrimoniales. Hubo un cierto tira y afloja con los regalos de la boda y con las joyas familiares que Jaime de Marichalar había regalado a su esposa mas las que le había comprado mientras fueron pareja estable. En ese caso el duque fue muy generoso y muchas de las alhajas de diario eran obsequios suyos.

Resuelto ese apartado, el verdadero interés de ambos estaba relacionado con los hijos. Es decir, con el régimen de visitas que a veces una de las partes se lo saltaba a la torera. Y últimamente la cuantía de la pensión, que rondaría los siete mil euros, mas los gastos extraordinarios compartidos, parece que excesivos, para la economía paterna. Pero quizá lo más novedoso desde que el diario El Mundo anunciaba que la infanta y Jaime ya habían firmado la separación, ha sido el malestar que esta noticia ha generado en la ex pareja y su círculo.

Según ha sabido Vanitatis, la indignación ha sido total. “Olvidan que aquí hay dos niños, Felipe y Victoria, que van al colegio y que el lunes otros niños les podían hacer cualquier comentario desagradable sobre la situación familiar y a eso no hay derecho. Felipe (por Froilán) ya lee los periódicos y, por lo tanto, encontrarse con algunas de las noticias que se han publicado es muy duro. ¿Y cómo se lo explicas? ¿Y qué les dices cuando no sólo se habla de divorcio, sino de nulidad, de malas relaciones? ¡Son niños a los que hay que respetar, sean los nietos de los Reyes o los hijos de un maestro!" Explicaban a Vanitatis desde el entorno familiar, sin querer entrar en más disquisiciones. A día de hoy las partes se mantienen en absoluto silencio y será el tiempo el que coloque cada pieza en su sitio.

Enlaces relacionados

- ¿Por qué lo llaman cese cuando quieren decir divorcio?

- La complicada relación de los duques de Lugo

- La casa nueva de la Infanta Elena

- La Infanta Elena encuentra la felicidad en la hípica