Adriana Abascal, del rumor a la realidad

Adriana Abascal disfruta de su condición de mujer divorciada. En los últimos días ha desplegado sus armas de mujer, quizá dispuesta a conseguir un nuevo imperio. Primero se rindió a sus pies el holding Azcarrága, propietario de Televisa, y más tarde el poder del ex presidente de Telefónica, Juan Vilallonga.

En la última cena ofrecida por los Joyeros Suárez en Barcelona lanzó muchas miradas al gran sector textil. Parece que el objetivo de sus ojos mexicanos iba dirigido a Isak Andic, propietario de la firma MANGO y uno de los 10 españoles más ricos del mundo. Aunque certificar si el corazón de Abascal latía por el luchador empresario es harto complicado, los resultados prácticos fueron otros.

El alma de la firma catalana no le dedicó ni una sola respuesta a su -digamos- marcaje. Algunos de los comensales que estuvieron esa noche de noviembre en el Liceo comprobaron las maneras de la ex Miss. Es lógico que cada uno mueva sus cartas como quiera, y ambos son libres. Pero viendo lo que pasó durante esa velada benéfica, Andic prefirió charlar con señoras como Isabel Presyler por poner un ejemplo. Además, al lado del propietario de MANGO estaba la perfecta embajadora de los Suárez, Cari Lapique, con quien Andic se sintió muy a gusto.

Adriana y Andic se conocen desde hace algunos meses: una relación puramente profesional. Fue la pasada primavera cuando Abascal fue invitada a la fiesta del Botón de Oro que otorga la firma. En esta ocasión el diseñador dominicano Óscar de la Renta fue la estrella, pero Adriana ya fue motivo de algún comentario. La Abascal no dejó rastro y se marchó a Los Ángeles en plena crisis en su matrimonio hasta que en verano nos enteramos de su divorcio a través de Vanitatis.

Finiquitada su relación con Juan Vilallonga, fue cuando empezó a rumorearse si ambos habían rehecho su vida sentimental. Respecto a la mexicana, sonó en algún círculo el nombre de una aristócrata y el del dueño de la empresa textil catalana líder en el mundo, como anunció este medio. La noche de 'Tango y lágrimas' en el Liceo nos constató que algo de cierto había en ese bulo de corrillo rosa. Al menos quedó palpable según algunos invitados que Adriana quería saber en todo momento qué hacía el caballero Andic. Curiosamente la ex de Vilallonga fue de las primeras en abandonar la cena. Allí se quedaron el resto de comensales. Y la pregunta de por qué se marchó tan rauda y veloz ha quedado en el aire. ¿Se enfadaria Adriana, ya que sus miradas no tuvieron respuesta?