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Adriana Abascal ya no quiere ser discreta
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Adriana Abascal ya no quiere ser discreta

Cuando aterrizó en la sociedad española de la mano de su ahora ex marido, Juan Villalonga, Adriana Abascal se convirtió para muchos en la sucesora de

Foto: Adriana Abascal ya no quiere ser discreta
Adriana Abascal ya no quiere ser discreta

Cuando aterrizó en la sociedad española de la mano de su ahora ex marido, Juan Villalonga, Adriana Abascal se convirtió para muchos en la sucesora de Isabel Preysler. Poco se sabía entonces de la mexicana que había contraído matrimonio con el presidente de Telefónica, pero su presencia mediática fue aumentando con el paso de los meses, aunque no acababa de convencer en los distintos círculos sociales. (Ver álbum)

Abascal, recién separada, y según dice ella misma, de nuevo “taan enamorada”, posa para el nuevo número de la revista Vanity Fair como ya lo hiciera la mujer de Miguel Boyer, aunque no de la misma guisa. Mientras Preysler lucía trajes de alta costura, Abascal se atreve con un traje de baño estilo años 50 en la piscina de su casa de Los Angeles y luce un generoso escote.

Pero quien fuera Miss México con tan sólo 17 años, no ha mostrado sólo su anatomía en este reportaje, sino también partes de su vida, hasta ahora mantenida al margen de los medios con discrección. La obra The simple things de Murakami, expuesta en la actualidad en la Tate Modern, que ella compró junto a su amiga Cathy Vedovi y cuyo precio asciende a dos millones de dólares, sirve como nexo para encajar todas las piezas de la historia de Abascal.

Reconoce que nunca llegó a terminar sus estudios y que padece TDAH, Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. Habla también de Emilio Azcárraga Milmo, dueño de Televisa el hombre con el que compartió ocho años de su vida. Cuarenta años de diferencia había entre ellos y eso dio lugar a comentarios de todo tipo. Pero Adriana dice: “¡Yo era muy feliz con él! Me enamoré de un hombre que me daba cariño. Era mi padre, mi maestro, y me divertía mucho. Lo volvería a hacer”.

Azcárraga fallecería en 1997 a causa de un cáncer que acabó con su vida en tres meses. Tras su muerte los dos mil millones de dólares que componían su fortuna fueron repartidos en seis partes, de las cuales una correspondería a Adriana. Según lo publicado en Vanity Fair se calcula que, entre dinero y propiedades, dicho valor asciende a cerca de 25 millones de euros.

Entre las propiedades que fueron a parar a manos de Abascal se encontraba el yate Eco, en el que el empresario mexicano pasó sus últimos días. Sobre esos meses dice la mexicana que fueron “horribles, mi peor recuerdo”. Pero para Azcárraga sólo tiene buenas palabras: “Él tendrá siempre un sitio especial en mi corazón. Me formó, me amó como nadie, me acompañó en un tramo de mi vida”.

En la entrevista, hecha a caballo entre Los Angeles y Londres, dos ciudades en las que tiene residencia, hay sitio también para contar detalles de su relación con Villalonga y de su separación, que ya adelantó Vanitatis hace unos meses. “Hemos evolucionado en lo personal de forma distinta” dice sobre la ruptura de su matrimonio después de una década de relación y tres hijos en común. Y añade que otra de las razones es “no negarnos la posibilidad de seguir soñando con el amor”.

En el plano romántico, ella parece haber encontrado de nuevo a alguien en su camino. “He conocido a un hombre, Mathias Helleu. Es francés, un alto ejecutivo. Siento mucha afinidad con él. Es muy prometedor” afirma a Vanity Fair sobre el vicepresidente de la firma E-Trade Financial. Incluso apunta que perfectamente imagina una convivencia con él, que tiene dos hijos. Los vástagos de Abascal, por su parte ya le conocen, aunque “sólo como amigo”.

El trabajo es otro tema del que se habla en la entrevista, a pesar de que como dice la propia portada de Vanity Fair, los ricos no lloran, al menos por dinero. Entre sus próximos proyectos está continuar como imagen de la firma Suárez -aunque su última aparición en Barcelona no dejó con buen sabor de boca a algunos invitados por sus formas- y la creación de una página web en la que contar su vida y milagros.

Cuando aterrizó en la sociedad española de la mano de su ahora ex marido, Juan Villalonga, Adriana Abascal se convirtió para muchos en la sucesora de Isabel Preysler. Poco se sabía entonces de la mexicana que había contraído matrimonio con el presidente de Telefónica, pero su presencia mediática fue aumentando con el paso de los meses, aunque no acababa de convencer en los distintos círculos sociales. (Ver álbum)