La reina doña Sofía, la única que cumple

La semana pasada fallecía a los 84 años en su domicilio madrileño María Rosa Salvador. Fue una mujer emprendedora, con visión de futuro que hizo de la moda su forma de vida cuando España en cuestiones creativas era un erial. Los grandes costureros como Elio Berhanyer, Pedro Rodríguez, Herrero y Ollero cosían para un círculo muy reducido con poca o nula repercusión fuera de nuestras fronteras. Las damas de sociedad se vestían en París y el día a día corría a cargo de la modista de casa que copiaba los patrones.

En este marco rudimentario apareció María Rosa que rápidamente se hizo con el mercado nacional. Abrió Dafnis, que era una mezcla de taller de Costura, casa de Moda y consulta de psicólogo. La ‘terapeuta’ era María Rosa que escuchaba las confesiones (inconfesables algunas) de sus clientas, muchas de ellas protagonistas de las historias sentimentales con más morbo de aquellos años.

Por Dafnis desfilaban Carmen Martínez-Bordiu, Isabel Preysler, Tessa de Baviera, Cari Lapique, Tita Cervera (ya baronesa), Trini Fierro y muchas más que acudían habitualmente a la entrega de la ‘aguja de oro’. Este premio fue un reclamo importantísimo para que viajaran a Madrid los grandes costureros internacionales, con la consiguiente repercusión mediática.

En vida no tuvo homenajes multitudinarios porque ni los quiso ni se los organizaron. A su entierro no acudieron caras conocidas y tampoco enviaron flores. Una pena, porque muchas le debían un reconocimiento público. Al menos por sus silencios. En cambio quien sí ha tenido un gesto cariñoso y entrañable ha sido la Reina, que durante un tiempo fue clienta habitual.

Doña Sofía envió un telegrama a los familiares donde expresaba su pena y les hacía partícipes de sus sentimientos y agradecimiento: “Siempre quedará el buen recuerdo del tiempo que me dedicó, de su cercanía y elegancia natural”. En esto radica el señorío. Mientras la Reina no olvida los detalles, otras, en cambio, dieron la callada por respuesta. Para el 1 de marzo hay previsto un funeral. Ese día algunos podrán enmendar sus errores. Las coronas de flores cuestan, pero la oración es gratis.