Todas quieren cortejar al dueño de Mango

Hasta que Scarlett Johansson no se convirtió en la imagen de Mango, el rostro de Isak Andic, el dueño del imperio textil, era tan desconocido como el de otros empresarios de alto nivel que saben que el anonimato mediático es el mejor pasaporte para permanecer en la sombra. Forma parte del Club de los Ricos y en 2009 ocupaba en la lista Forbes el puesto 296 del mundo, con aproximadamente 2.300 millones de dólares.

Su política era la habitual en estos casos: cuanto menos sepa el gran público de uno, mejor que mejor. De hecho, poco o nada se sabe del hermano Naham, cofundador de la empresa catalana. Ya no por cuestiones obvias de seguridad, sino también por las propias envidias que genera el poder.

Mario Conde y los Albertos son un claro ejemplo de lo que ocurre cuando la vanidad se instala en la vida de este tipo de personajes. En el caso de los primos de la gabardina, sus respectivos divorcios de las Koplowitz y, sobre todo, los amores de Cortina con Marta Chavarri se convirtieron en titulares y tema de tertulia política y financiera donde los primos no salían muy bien parados.

La llamada prensa de entretenimiento (Lecturas, Hola, Diez Minutos y Semana), en cambio, fue la más respetuosa con estos desencuentros conyugales. Por eso los grandes empresarios huyen como de la pólvora de las fotos e imágenes colaterales a su actividad profesional.

Amancio Ortega (Inditex), Isidoro Álvarez (El Corte Ingles), Ana Patricia Botín (Santander), son algunos de los nombres ilustres que no suelen frecuentar la vida social a no ser la estrictamente familiar y, por lo tanto, su privacidad estaba asegurada, como le ocurría a Isak Andic ,del que no había posado “oficial” hasta que la bella Scarlett apareció junto a él mostrando las nuevas tendencias de la firma catalana.

A partir de ese momento tuvo presencia física y, sin quererlo (ni desearlo), se convirtió en el objeto de deseo de muchas mujeres bellas que pretendían convertirse, si no en su segunda esposa, sí en su novia oficial. La leyenda amorosa se disparó con un listado más acorde con la leyenda urbana que con la realidad. Uno de los nombres que sonó con fuerza fue el de Adriana Abascal, ya separada de Juan Villalonga, y, por lo tanto, libre para entroncar con quien le diera la gana.

Coincidieron en un par de ocasiones en actos sociales en Madrid y Barcelona y ahí acabo el tema. Antes y después de ella también le hicieron ojitos señoras y señoritas estupendas que tampoco tuvieron nada que hacer. Según cuentan los que dicen conocerle, Andic es un hombre poco dado a las frivolidades. Ha estado casado una vez y tiene tres hijos que trabajan en el negocio familiar. Después tuvo una novia durante muchos años con la que rompió el año pasado. A partir de ese momento la vida amorosa del empresario textil se convierte en un enigma hasta que la periodista Emilia Landaluce informaba la semana pasada en El Mundo su nueva “amistad”. En este caso se trata de Cristina Valls Taberner, una joven discreta, guapa e inteligente a quien hace unos meses se la quiso relacionar con Juan Villalonga, al publicarse unas imágenes en que se les veía del brazo.

La historia, que no tenía base, cayó por su propio peso. En cambio ahora, parece que efectivamente la cosa va en serio y ni tan siquiera Cristina hizo ningún comentario a sus íntimas, entre las que se encuentran Isabel Sartorius y Elena Cué, con las que suele almorzar siempre que está en España.

La hija y sobrina de los ex presidentes del Banco Popular, (Javier y Luis) nunca ha querido salir en la prensa y mucho menos ser carne del colorín. Estudió Cunef, tiene varios másteres y sabe inglés y francés, este último idioma como lengua materna. Cuando terminó la universidad pasó temporadas en Suiza, Londres y Nueva York haciendo sus prácticas primero,  y después, como contratada de lujo gracias a su preparación. Ha dirigido su propia empresa Cris&Cris y también se encarga de sus inversiones financieras y de las de algunos miembros de su familia. Es consejera de un banco en Brasil y sus opiniones pesan exactamente igual que la de cualquier directivo o consejero que le dobla la edad. 
 
El dueño de Mango y Cristina tienen en común lo poco que les gusta figurar públicamente además de aficiones comunes como el esquí, navegar a vela y viajar a lugares paradisíacos como las Antillas, donde se supone que se dieron cuenta de sus muchos puntos de conexión. Será el futuro el que rubrique la historia.

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