Javier Bardem traiciona la política familiar

El cine les unió y gracias a los festivales del séptimo arte podemos ir conociendo paso a paso su relación. Jamás han hablado de su noviazgo. Ni del pasado, ni de su presente ni de los planes futuros de pareja. Cuando las declaraciones de Penélope Cruz sobre su instinto maternal aparecieron con tinta en una famosa revista estadounidense, su representante no tardó en salir a desmentirlas.

Hasta hace cuatro meses, las únicas imágenes que les retrataban como pareja pertenecían a robados tomados en playas paradisíacas o paseando cubiertos con gorra y gafas de sol, casi siempre fuera de España. La última gala de los Goya marcó un antes y un después en la relación. Se sentaban juntos en primera fila y su presencia robaba el protagonismo al resto de invitados. Un mes más tarde, en los Oscar, la historia se repetía. Esta vez iban más allá y se dejaban fotografiar abandonando el Kodak Teatre de la mano. Las declaraciones del domingo de Javier Bardem, haciendo público su amor por la de Alcobendas en Cannes, era el paso definitivo. El más esperado.

Si la siguiente parada del viaje es una boda que confirme los rumores que se iniciaron al otro lado del charco, sólo el tiempo lo dirá. Puestos en contacto con la familia del actor, su hermana Mónica Bardem se mostraba muy orgullosa por sus éxitos profesionales pero prefería no comentar nada al respecto. Ni de las declaraciones de él, ni de la respuesta de ella, ni de una posible celebración familiar junto con Penélope y mucho menos de una boda cercana. “Es la política de la familia”, comentaba a Vanitatis. Una política, que parece que empieza a cambiar.

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