El marqués de la Motilla, denunciado por sus hermanos

El enfrentamiento legal entre el actual marqués de la Motilla, Miguel Ángel de Solís y Martínez Campos, con sus hermanos, era un secreto a voces en Sevilla. Una de esas hermanas se llama Matilde y es la ex nuera de la duquesa de Alba. El enfrentamiento empezó como un rumor poco creíble, porque habitualmente los Solís comparten actos sociales y familiares y, por lo tanto, no tenía base que se llevaran mal y después se reunieran en cumpleaños y fiestas de guardar.

 

Lo que en principio parecían maledicencias de patio de vecindad se tornó en realidad cuando trascendió que los hermanos habían presentado una demanda contra el primogénito, porque no estaban de acuerdo con la herencia recibida. Lo más llamativo de las pretensiones del resto de familiares es que se trata del testamento del padre fallecido hace trece años y que, en su momento, todos firmaron y aceptaron.

 

Como se hace en otras familias donde no es beneficioso separar y distribuir bienes y patrimonios, el marquesado de Motilla mantiene el mayorazgo. Esta Institución de derecho civil fue creada por la nobleza para perpetuar en el linaje o la familia, a través del primogénito, la propiedad indivisa de su patrimonio territorial. Y aquí parece que radica el problema del litigio.

 

El litigio fue “convocado” por el marido de una de las mujeres de la casa Solís y, posteriormente, aceptado y conformado por el resto. Este proceso judicial se inició hace unos  meses y ya forma parte de la charla de salón. La guerra de los Solís puede convertirse en un nuevo culebrón, como ya lo son el enfrentamiento de los hijos de Rocío Dúrcal o las pretensiones de la heredera de l´Oreal contra su madre.

 

En este caso, el impresionante palacio de la sevillana calle Laraña es el marco incomparable de esta pelea fraternal donde, como siempre, el dinero marca las relaciones afectivas, ya sean con blasones o sin ellos. El marquesado de la Motilla es un título creado por el rey Carlos II en 1679, a favor de Francisco Fernández de Santillán y Quesada, que heredó el demandado Miguel Ángel cuando falleció su padre Fernando, convirtiéndose en undécimo marqués.

 

Ahora la trifulca familiar vuelve a actualizar a esta familia que durante años han hecho de la discreción su santo y seña. Si no hubiera sido por la boda de la quinta hija Solís con el primogénito de la casa Alba, en marzo de 1988, los marqueses de la Motilla y su descendencia habrían continuado siendo desconocidos para el gran público. Matilde y Carlos Huescar se casaron en el Altar Mayor de la catedral de Sevilla, un privilegio reservado a muy pocas parejas, entre ellas la Infanta Elena y la propia Cayetana.

 

Después vino el divorcio y la anulación. Hubo una serie de situaciones dramáticas que convirtieron de nuevo a la familia Solís en protagonistas pero, con el tiempo, las aguas volvieron a su cauce. En este caso, el cauce fue reconquistar el anonimato que ahora vuelven a perder por una herencia que, hace más de una década, se suponía que quedó atada y bien atada.

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