Beyoncé se camufla en sus estilismos imposibles

Los estilismos que ha escogido Beyoncé para pasar unos días de relax y ocio en las playas de Saint Tropez junto a su marido y su familia no han gustado nada a los estilistas de medio mundo, que han puesto el grito en el cielo al ver cómo la diva americana ha mezclado más de tres estampados seguidos en el mismo outfit, que además ha adornado con collares un tanto kitsch, sombrero de paja y maxi gafas de sol. Todo sazonado con pulseras a raudales, uñas pintadas de azul y unos pendientes que perfectamente podrían formar parte de la colección privada de los Amaya o llegar incluso a figurar en los créditos de El equipo A.

Algunos ya se preguntan cuál es el motivo que le impide a la cantante contratar a un personal shopper o un asesor personal que le indique cuales son las prendas que más le favorecen y los colores que mejor proyectan su potencial. Además con su abultada cuenta bancaria, las derramas pueden llegar a resultar ridículas, más aún habiendo escogido el destino vacacional de las celebrities internacionales como Lagerfeld, Elton John, por el que se pasean a bordo de un yate y con guardaespaldas.

El print de leopardo ha sido uno de los must de la temporada, pero ya se sabe que es importante dosificar tanto animal hasta llegar a su justa medida, sino puede caerse en la tentación del exceso, que es justo lo que le ha ocurrido a Beyoncé. Si el verano pasado su enfrentamiento con unos fotógrafos durante sus vacaciones en Croacia constituyó el hilo informativo para los medios de comunicación, en esta ocasión sus desaciertos textiles han marcado la tónica estival. Pero, si la diva de la canción anda preocupada con tanta crítica, puede encontrar el consuelo en los brazos de la infanta Elena, que ha salido bastante perjudicada en duelo de glamour con el resto de invitadas a la boda de Nicolás de Grecia. Un vestido playero de 1983 no es vintage.