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Tintes, injertos, botox y otros ‘retoques’ de moda entre políticos
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Tintes, injertos, botox y otros ‘retoques’ de moda entre políticos

Una imagen vale más que mil palabras. Los políticos lo saben bien. Por eso, cada vez más, los partidos, independientemente de la ideología, tratan de cuidar

Una imagen vale más que mil palabras. Los políticos lo saben bien. Por eso, cada vez más, los partidos, independientemente de la ideología, tratan de cuidar hasta el milímetro su apariencia para que sus palabras y sus discursos no pasen desapercibidos. Atrás quedó la idea de que ofrecer un buen aspecto era sólo cosa de mujeres.

 

El último en sucumbir ante tal renovación ha sido José Blanco. El ministro de Fomento se ha operado de la vista por consejo expreso de su médico. Aún no hay foto oficial, pero se espera que en pocos días haga su primera aparición pública sin sus inseparables gafas. De hecho, ésta no ha sido la única maniobra del político para aparecer guapo en los medios. Desde hace varios meses, sigue a rajatabla una dieta diseñada por su compañera de partido, Bernarda Jiménez, secretaria de Integración y Convivencia, para que el político mantenga la línea.

 

Pero en España, la necesidad de querer transmitir una buena imagen a los posibles votantes se remonta a la época de la Transición, cuando Felipe González, con sólo 30 años y al frente del PSOE, tuvo que pasar por el aro. El socialista ofrecía una imagen demasiado juvenil para lo que se requería en España a finales de los ochenta. Así que tuvo que ponerse canas para ofrecer a los españoles una imagen madura y firme.

 

La imagen del presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, también ha sufrido un cambio radical. Actualmente, para sus actos oficiales elige casi siempre trajes y corbatas muy oscuras para proyectar seriedad. Otro ejemplo es Mariano Rajoy, que es el que menos ha cambiado su estilismo. El presidente del Partido Popular ha modificado sus gafas y su barba, pero sigue manteniendo el mismo peinado y sigue vistiendo el mismo tipo de ropa que hace diez años.

 

También José Bono, proclive a la calvicie, tuvo la idea de injertarse pelo el año pasado. Una decisión que triplicó la demanda e hizo que decenas de hombres pasaran por una clínica para hacer lo propio. Conocido es el caso de Federico Trillo, que sólo escogía corbatas azules para sus apariciones en público con objeto de resaltar el color de sus ojos. Aunque otros aseguraban firmemente que esa elección tenía más relación con la tonalidad de su partido que con la intensidad de su iris. José María Aznar, por su parte, también utilizó el tinte en más de una ocasión para mejorar su aspecto.

 

Fuera de nuestras fronteras, el político que más se preocupa por su imagen es posiblemente Nicolás Sarkozy. El presidente de la República francesa, que no llega a 1,70 metros de altura, suele usar alzas para trasmitir grandeza a los galos, sobre todo, cuando le acompaña su mujer, Carla Bruni, que mide casi diez centímetros más que él. También Silvio Berlusconi es muy propenso a la coquetería. El presidente italiano lleva botox y suele teñirse el pelo cada mes. Aún así, el tiempo no perdona.

Una imagen vale más que mil palabras. Los políticos lo saben bien. Por eso, cada vez más, los partidos, independientemente de la ideología, tratan de cuidar hasta el milímetro su apariencia para que sus palabras y sus discursos no pasen desapercibidos. Atrás quedó la idea de que ofrecer un buen aspecto era sólo cosa de mujeres.

José Bono Silvio Berlusconi