Fernández Tapias pierde toda esperanza de encontrar con vida a su hijo desaparecido
La desaparición de Bosco, de cuarenta años -el cuarto hijo que Fernando Fernández Tapias tuvo con su primera mujer, Chiqui Riva-, cuando estaba practicando submarinismo, no
La desaparición de Bosco, de cuarenta años -el cuarto hijo que Fernando Fernández Tapias tuvo con su primera mujer, Chiqui Riva-, cuando estaba practicando submarinismo, no sólo ha convulsionado a la familia, sino a los muchos amigos y conocidos del empresario que, enterados del drama, le están dando todo el apoyo posible.
Las ultimas noticias que reciben son desoladoras. Hay poca esperanza de encontrarlo con vida, aunque la Guardia Civil mantiene el término “desaparecido” en la investigación, que sigue su curso. “Bosco es un hombre muy deportista, le encanta el submarinismo, deporte que practica desde hace tiempo. También el tiro con arco. Es un bohemio que, además, se dedicaba a pintar. Hace tres meses, se fue a vivir a Lanzarote. Alquiló un piso en una zona que se llama Las Caletas, cerca de Teguise, y por lo que hablábamos y contaba a sus hermanos vivía feliz. Tiene muchos amigos que son los que han dado pistas”, sostiene Nuria González, actual mujer de Tapias.
Ella no utiliza el pasado para explicar a Vanitatis como era Bosco. Aún está todo muy reciente y es difícil aceptar una realidad que deja poco espacio a la esperanza. Los últimos datos que conoce la familia resultan desoladores. “Parece que algunos vieron cómo se metía en el agua para practicar submarinismo en solitario”, relata Nuria. En esa zona se alcanzan fácilmente los cuarenta metros de profundidad y, por lo tanto, la búsqueda será muy complicada.
Descartado el robo o la agresión
Quizá el gran error que cometió y que se considera una de las causas de los accidentes mortales en este deporte, como ya le sucedió al periodista Antonio Herrero, haya sido hacerlo solo. La voz de alarma la dio precisamente Tapias. Llevaba varios días sin localizarle telefónicamente y llamó a los hermanos para ver si sabían algo de él. Ellos también lo intentaron sin ningún resultado. No hay que perder de vista que Bosco era un hombre de cuarenta años con una vida independiente y cuyo nexo de unión más directo y cotidiano era su madre Chiqui Rivas, que falleció el año pasado. Por lo tanto, el que la familia no supiera nada de él durante una semana no era nada llamativo.
Cuando los hermanos llegaron, ya intuían que algo malo había ocurrido. Contactaron con la Guardia Civil, que montó el operativo de búsqueda. Al poco tiempo, localizaron el vehículo en Playa Chica. Ni rastro del propietario, pero tampoco de que hubiera sucedido ningún tipo de agresión o robo. La cartera y otros objetos personales permanecían dentro del coche. A partir de ahí, el empresario se temió lo peor.
Tapias, cuya salud se ha visto resentida en los últimos meses, aunque ahora ya se haya recuperado, ha tomado las riendas del dramático suceso que significa no saber nada de un hijo. Ha sido siempre un hombre muy familiar y mantenía una estrechísima relación con toda su descendencia y con la familia de su primera mujer.
De hecho, siempre reconocía que su “suegro” (el padre de Chiqui Riva) fue el que le dio la primera oportunidad. “Con Bosco, igual que con el resto de sus hijos, Fernando habla habitualmente. Vienen a casa a comer, salen juntos. Fernando está destrozado, porque intuye lo peor. Sólo pedimos comprensión en estos momentos tan dolorosísimos”, pide Nuria González, que no puede maquillar su pena cuando reconoce: “Sólo nos queda rezar”.
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