“¡Arriba la infanta marchosa!”

“¡Viva la infanta marchosa!”. Con este grito de guerra, muchos de los espectadores que acudieron al concierto de Miguel Ríos recibieron a la duquesa de Soria. Doña Margarita acudió el domingo al Palacio de los Deportes de Madrid, donde el rockero sesentón colocaba el broche de oro a esta última gira triunfal, que se convierte oficialmente en su adiós profesional.

La hermana del Rey es una forofa musical. Le gusta todo. Lo mismo se la puede ver disfrutando en el Teatro Real de  la ópera Otra Vuelta de Tuerca, de  Britten, que de Metálica y Alejandro Sanz en Rock in Río o de Bisbal en su última actuación de los MTV en la Puerta de Alcalá. La hermana del Rey se apunta a lo que sea.

A veces, le acompaña alguno de sus hijos y si no los tiene a mano se va con amigas o incluso con las amistades de María y Alfonso, que se lo pasan de cine con ella. La sorpresa de los asistentes la noche de Miguel Ríos no solo vino por reconocerla en la grada, sino al verla bailar cada vez que el cantante granadino entonaba un tema movidito, que eran la mayoría.

Entre aplauso y aplauso, sus compañeros de grada la piropeaban y le dedicaban frases del tipo: “¡Arriba la infanta!”. Utilizando el mismo arrebato verbal que cuando le dedican el lema a Belén Esteban. La duquesa de Soria es además una mujer comprometida, que dedica parte de su vida activa a varias instituciones, como la Fundación Española del Corazón, la Federación Española de Hemofilia, la Cultural Duques de Soria y ostenta la presidencia honoraria de la delegación en España de UNICEF. Y ella no cobra de los presupuestos generales del Estado.

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