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Las composiciones inéditas y privadas de Augusto Algueró
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Las composiciones inéditas y privadas de Augusto Algueró

A pesar de las muchas ofertas que recibió en su vida, Augusto Algueró nunca quiso marcharse de España. “Decía que echaría de menos las cañas, las

A pesar de las muchas ofertas que recibió en su vida, Augusto Algueró nunca quiso marcharse de España. “Decía que echaría de menos las cañas, las tapas, el vinito y sus amigos, que su mundo era este y que Estados Unidos se encontraba demasiado lejos”, cuenta José Miguel Fernández Sastrón, amigo de Algueró durante más de veinte años.

Se conocieron en los ochenta y, unos años después, empezaron a trabajar juntos. “Le interesaba mucho todo el aspecto técnico, los sintetizadores, el ordenador para aplicarlo a la música. Como yo lo controlaba, me pidió que se lo enseñara. Lo más asombroso fue  que era capaz de asimilar cualquier cosa en un momento. Tenía todas las notas en la cabeza”.

Su último trabajo conjunto fue la banda sonora de la película de Antonio Giménez Rico Primer y último amor. Fue hace diez años. Después ya no hizo nada oficial, porque oficioso hay mucho material inédito que, seguramente, cuando  pase el luto, el propio Sastrón se encargará de ordenar. “Nunca dejó de componer. Algueró, como genio que era, también resultaba un perfecto desastre en todo lo que tuviera que ver con la organización profesional”, afirma.

“Desde que se fue a Torremolinos, solía bajar a verle un par de veces al año y siempre tenía que volver a darle los cd’s con todo su trabajo clasificado y digitalizado”, cuenta su colega y amigo, que como contrapunto  explica que “me enseñó a captar los sonidos de una orquesta”. El músico y arreglista tenía un oído privilegiado y era capaz de descubrir la nota desafinada de un violín, de un chelo o de cualquier otro instrumento en una orquesta en directo o en grabación.  

Era un genio y verle trabajar un espectáculo. Se sentaba delante del piano con un papel y ya tenía el tema compuesto en la cabeza”. A pesar de ser un virtuoso y tocar cualquier pieza clásica, por difícil que fuera, prefirió y eligió como compositor lo que algunos denominan música ligera, para definir un perfil más bajo. “Nunca  le importaron esos comentarios. Era muy conocido en España por el gran público, pero no hay que olvidar que internacionalmente recibió muchos premios y reconocimientos. Le recordaremos siempre”.

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A pesar de las muchas ofertas que recibió en su vida, Augusto Algueró nunca quiso marcharse de España. “Decía que echaría de menos las cañas, las tapas, el vinito y sus amigos, que su mundo era este y que Estados Unidos se encontraba demasiado lejos”, cuenta José Miguel Fernández Sastrón, amigo de Algueró durante más de veinte años.