Borja Thyssen en ARCO: “Con mi madre hay dificil arreglo”
“Mientras mi madre no respete a mi mujer y a su familia es muy difícil el arreglo”, con estas palabras se despachaba Borja Thyssen en su
“Mientras mi madre no respete a mi mujer y a su familia es muy difícil el arreglo”, con estas palabras se despachaba Borja Thyssen en su primera visita a la feria de arte contemporáneo. La última vez que estuvo en ARCO fue en 1999 y en aquella ocasión también estuvo acompañado de Blanca que esta vez ha preferido no hacer declaraciones mientras confirmaba el interés de ambos por el arte y sobre todo por el Pop Art y la fotografía. A Borja le gustan Antonio de Felipe y Juan Francisco Casas “aunque también los clásicos y mi Sorolla”.
Ya lo dijo su madre: “Borja ha vivido desde pequeño rodeado de arte, de pintura y su educación en este sentido es superior a la de algunos especialistas”. La baronesa contaba también que su hijo tenía su propia colección con obra contemporánea y confiaba en su intuición “Tiene olfato para descubrir qué artista que empieza puede funcionar. Y eso es una ventaja".
Estas frases de admiración las comentaba la baronesa en público y en privado cuando la relación con su hijo querido era buena. Blanca Cuesta aún no formaba parte del engranaje familiar y era sólo la jovencita que debía espabilar a Borja y, por lo tanto, aceptado por Tita.
Después llegaron los desencuentros y la guerra mediática que aún no ha terminado. Borja dejó de interesarse por todo aquello que tuviera que ver con horario laboral y se dedicó durante años a vivir como el heredero millonario que era. Dejó de acompañar a su madre a subastas y exposiciones y tampoco se involucraba en los asuntos del museo y la fundación Thyssen, con el consiguiente mosqueo de la baronesa, que echaba la culpa de su indiferencia a la nuera.
Pero esa despreocupación no era real. Al menos, en lo que se refiere a la adquisición de cuadros y esculturas con las que adornaba sus casa, sobre todo la de Ibiza. Ahora, en cambio, se ha dejado ver por ARCO acompañado de su mujer, y a los galeristas se les hacen los ojos chiribitas cuando le ven llegar porque saben que es un buen comprador. Si se encandila con una obra no duda y se la lleva. Y como encima tiene buen ojo, la obra de ese artista sube de cotización.
A Carmen Cervera le pasa igual aunque en su caso no es experta en arte contemporáneo. Ella prefiere “picassitos”, cuenta con cierta ironía uno de los participantes de ARCO.
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