Antonio Banderas se transforma en el gato de Shrek para pregonar la Semana Santa de Málaga

Planificó 90 minutos. Empezó a las 20.59 horas. Acabó a las 22.45. En el Teatro Cervantes de Málaga, el mismo escenario donde han actuado Ray Charles, Van Morrison o Diana Krall, Antonio Banderas pregonó la Semana Santa de Málaga. Cofrade desde niño, José Antonio Domínguez Bandera desplegó recursos teatrales y utilizó personajes reales y ficticios para glosar la Pasión de la ciudad andaluza donde nació hace 51 años.

Embutido en un traje oscuro y camisa blanca, leyó con gafas de cerca negras, utilizó un micro inalámbrico, ceceó en continuas escenas del texto y exhibió sus dotes para interpretar y recrear personajes. Se notó su experiencia como doblador del gato con botas de Shrek en un pasaje humorístico, muy reído, sobre Pablito, el niño del tambor. Ahí enganchó con las 1.000 personas que abarrotaron el teatro, situado a 100 metros de la casa natal de Pablo Ruiz Picasso.

“26 de enero de 2011, la una en punto de la tarde, aeropuerto John Fitzgerald Kennedy, Nueva York. Desafiando el frío unos operarios, subidos en extrañas grúas mecánicas, lanzan con sus mangueras un líquido rojizo que descongela la capa de hielo que cubre las alas del avión que ha de llevarme a Los Ángeles”. Este fue el arranque de su pregón, “ni un mitin socialista, ni una conferencia, ni una homilía”, como anticipó la víspera.

Banderas volvió a vivir la Semana Santa de Málaga en 2004, tras diez años de ausencia. Él disfrutaba de la calle de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección. Cuando regresó él se dio cuenta de que el anonimato se había esfumado. Ahora ve la Semana Santa desde un balcón del hotel Room Mate Larios, acompañado de Melanie Griffith y su hija Stella del Carmen, ambas ayer en el Cervantes.

Aunque ya no puede callejear por el Centro de Málaga para ver las imágenes (el precio de la fama), el actor y director de cine se enfunda su capillo de mayordomo de trono de Lágrimas y Favores y porta la Virgen de la Esperanza, en el submarino, los que van debajo de la mesa del trono. Se trata de un grupo heterogéneo. “Sus vidas andaban por caminos diferentes, tenían afiliaciones políticas opuestas. Pero en la oscuridad del cajillo del trono, todos eran lo mismo. Allí no había galones, ni medallas, ni clases, ni condiciones”, glosó Banderas.

En el pregón no quería hablar mucho de él mismo. Intentó jubilar el yo. Fue una recomendación de Griffith, una cofrade malagueña más desde que por primera vez vio la Semana Santa desde el balcón del Larios. Ahora, como otras 25.000 personas, va incluso de penitente detrás de Jesús Cautivo, el llamado Señor de Málaga.

Antonio Banderas terminó el pregón a finales de febrero en su casa de Los Ángeles. En Málaga lo acabó de pronunciar entre aplausos y vítores y con música de marchas procesionales, un suave piano y una petalada de rosas. Fue el triunfo de Shrek. Y el de un actor que debajo del trono de la Esperanza se llama Hollywood 2. Hollywood 1 es Chico, su hermano Javier Domínguez. Banderas jamás pensó triunfar como estrella internacional. Sí soñó, de adolescente, con hacerlo en el Cervantes. Se despidió del escenario con lágrimas en los ojos. 

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