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Todas las mujeres de los presidentes
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Todas las mujeres de los presidentes

Son igual de poderosas que sus maridos. Algunas han optado por permanecer bajo la sombra del alargado ciprés que es la política, mientras que otras encandilan

Son igual de poderosas que sus maridos. Algunas han optado por permanecer bajo la sombra del alargado ciprés que es la política, mientras que otras encandilan con sus gestos más que ellos con su oratoria. Begoña, Carmen, Aurora, Helena, Isabel, Clementina... Sólo algunas de ellas consiguen despertar el interés general y pocas entran en las quinielas de la fama y el afecto popular. Trabajadoras empedernidas, primeras damas ejercientes y convencidas, discretas o atrevidas. No hay patrones establecidos en la política regional. Pero de lo no queda duda es que ellas son las culpables de poner orden en el corazón de los dirigentes. Así son las consortes de los presidentes autonómicos.

“Mi gran pasión es Begoña”. Es el lehendakari Patxi López. Habla de su mujer, “la tía más guapa e inteligente que conozco” y artífice de la revolución que vive Ajuria Enea. Begoña Gil apunta maneras de primera dama comprometida, con la salvedad de que detesta los apelativos genéricos. Licenciada en Filosofía, pasó de ser una ‘amiga cultural’ con la que ir al cine, al teatro o la ópera a convertirse en compañera de vida del primer socialista en la Lehendakaritza en 30 años.

Se casaron hace más de 16 años en una emotiva y sencilla ceremonia civil. No tienen hijos, pero sí muchas otras cosas en común, como su trayectoria política. Después de tres lustros, sigue siendo concejal del Ayuntamiento de Bilbao, lo que no le ha impedido cobrar protagonismo mediático en los multitudinarios mitines de su marido. Detallista y vitalista, ha aprovechado el jardín de su nueva residencia para poner una mesa y unas sillas donde charlar o disfrutar del tímido sol vasco que se pone como una metáfora de la vida.

La de Alberto Núñez Feijoó es la historia de un beso. Su triunfo político en la Xunta de Galicia fue eclipsado por uno de los momentos más románticos que recuerdan los pasillos del Parlamento: un ósculo de aúpa delante de decenas de fotógrafos con su chica, la periodista Carmen Gámir, una auténtica desconocida hasta la fecha. Con fama de solterón de oro, Núñez Feijoó encontró el amor durante una entrevista, al más estilo Iker Casillas y Sara Carbonero.

 

Chinny, así la llaman sus amigos, es la que le ha robado el corazón al ‘popular’ y tiene más de Carla Bruni que de Michelle Obama, aunque no le gusta en exceso el protagonismo como a la mujer de Sarkozy. Periodista de profesión, dejó su trabajo en las oficinas del periódico La Región de Madrid para acompañar a su novio por toda la geografía gallega haciendo campaña. Tras la victoria, los momentos para estar juntos encuentran su plenitud en las salidas para ir al cine o las escapadas de fin de semana a la Toscana italiana. Es más conocida que la mujer de Guillermo González Vara, presidente de la Junta de Extremadura, que ha optado por el ostracismo. Tiene una hija mayor de edad.

Deslenguada y un poco polémica, Aurora Díaz va de la mano de Miguel Ángel Revilla, el irreverente presidente cántabro, en perfecta armonía. Además de la primera dama más visible de la historia política de la Comunidad Autónoma, es secretaria del PRC en Santander, leonesa de nacimiento y madre de una niña. Para más señas, Aurora Díaz es la segunda mujer de Revilla, el mismo que se pasea en taxi por La Moncloa con una bolsa de anchoas. Los 17 años que les separan no ha sido motivo para que su matrimonio sea uno de los más estables de la política regional.

A tal nexo de unión llega su relación que Aurora ha sacado la cara por su marido en numerosas ocasiones, lo que en alguna incuso le ha llegado a enfrentarse con el Gobierno de Esperanza Aguirre, según apuntan algunos medios de comunicación. Son el matrimonio ‘súper natural’ y ganan adeptos por su espontaneidad. Además de controvertidos como Isabel Bas y Francisco Camps, presidente de la Generalitat Valenciana, o Barreda, presidente de Castilla La Mancha, y Clementina Díez de Baldeón.

Novedosa la forma en la que Helena Rakosnik, mujer de Artur Mas, a quien muchos comparan con Jackie Kennedy por su predisposición para salir en la primera página, ha aterrizado en la Casa dels Canonges, residencia oficial del president de la Generalitat. Un cambio que aúna expectación y amor, mucho amor. Catalana, pero de origen checo, trabaja como asistente de dirección en la empresa pública Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), mientras compagina su faceta de madre de tres niños.

La pareja se conoció en una boda de un amigo y unos años más tarde pasaron por el altar gracias al acierto de un celestino. El pequeño cáncer de mama que Helena Rakosnik sufrió les ha unido mucho más. Dicen que desde entonces su matrimonio se ha vuelto incluso más fuerte. En casi todos sus discursos, Mas intenta hacer alusión a su mujer. Una relevancia mediática la de Rakosnik que ni María Teresa Caravaca de Juan, esposa del presidente andaluz Griñán; María Victoria Llorente Ortega, esposa del riojano Pedro Sanz, o la ‘asturiana’ Soledad Saavedra de Álvarez Areces han podido alcanzar.

Son igual de poderosas que sus maridos. Algunas han optado por permanecer bajo la sombra del alargado ciprés que es la política, mientras que otras encandilan con sus gestos más que ellos con su oratoria. Begoña, Carmen, Aurora, Helena, Isabel, Clementina... Sólo algunas de ellas consiguen despertar el interés general y pocas entran en las quinielas de la fama y el afecto popular. Trabajadoras empedernidas, primeras damas ejercientes y convencidas, discretas o atrevidas. No hay patrones establecidos en la política regional. Pero de lo no queda duda es que ellas son las culpables de poner orden en el corazón de los dirigentes. Así son las consortes de los presidentes autonómicos.