Marina Castaño, ilusionada de nuevo junto a un médico

Los exabruptos de la marquesa viuda de Iria Flavia son ya más conocidos que los de la familia Borbón. En contadas ocasiones consigue hablar amigablemente con la prensa sin que la conversación termine como el rosario de la Aurora. Pero, pese a su sempiterno semblante de enfado, Marina Cela -neé Castaño- está atravesando por un buen momento personal.

Y así lo hizo saber a los amigos que se encontró en la fiesta de inauguración de la exposición sobre el pasado, presente y futuro de la marca de automóviles Jaguar. La periodista, que última un libro sobre el Nobel de Literatura, está enamorada de un atractivo médico, a quien ya presenta como su novio. Se trata de unos de los doctores que forman parte del cuadro médico del hospital Quirón.

Desde la muerte de Cela, Patxi Egui ha sido sin duda su relación más consolidada y estable. Un pamplonés amante del buen vino y un gourmet en toda regla que ahora ha sido desbancado por el prestigioso doctor que cuenta entre sus méritos haberle devuelto la ilusión a Castaño, a la que también se relacionó en su día con el escultor británico Richard Hudson, que más tarde terminaría con Marta Chávarri.

En la fiesta, que organizó Ana Marchesi y el equipo de Noho en una terraza con vistas a los jardines de Azca, la marquesa viuda de Iria Flavia, título bajo el cual sigue cogiendo turno para las mechas en la peluquería, coincidió con Carmen Martínez Bordiú, que no habló con la prensa, pero que presumió en petit comité de los quilos que ha perdido su ‘santo’ cántabro. Casi tantos como los de Caritina Goyanes, que no estuvo presente ni tampoco organizó en esta ocasión el cáterin, a cargo de Paco Roncero y El Bulli.

Sus padres, Cari Lapique y Carlos Goyanes, en cambio sí hicieron acto de presencia y se rodearon en todo momento de Patty Galatas, José María García y Ángel Nieto. Pese a la buena compañía, la mamá del duque de Anjou se evaporó pronto del ambiente festivo. Puede ser que prepare exclusiva millonaria con la revista de cabecera de la emperatriz del baldosín, su amiga la ex marquesa de Griñón, y de ahí el silencio.

Nada que ver con Eugenia Fernández Castro, que departió largo y tendido con Begoña García Vaquero, que dejó vía libre a su marido Pedro Trapote. Hablaron de sus cosas. La ex nuera de la duquesa de Alba estaba más contenta de lo habitual porque acaba de casar a su hijo más hippie y celebra diez años de unión con Guillermo Gaspar. Begoña, en cambio, está ayudando a su marido en la organización de una mega fiesta que tendrá lugar próximamente en la sala Joy Eslava, de su propiedad.Los tíos de la ya ex de David Bisbal, Vivian Tablada y Rafael Lozano, ex manager de Julio Iglesias, se escondieron literalmente de la prensa. Con la que está cayendo, prefirieron tomar algo tranquilamente y no tardaron mucho en irse. Sin duda, son momentos duros para las familias y los cruces de declaraciones vía televisión nunca ayudan.

Mónica Martín Luque quiso, pero no pudo ir, porque se tuvo que marchar a Urgencias con su marido Fernando Gómez Acebo, que volvió a tener que ser atendido por sus conitnuos dolores pulmonares. Desaparecido en combate llevaba un tiempo Alberto Comenge, que se convirtió en objetivo de los fotógrafos durante su relación con Blanca Romero, ex del torero Cayetano Rivera, a la que llevó a la boda de Fiona Ferrer y Jaime de Polanco.

El empresario, hijo de Mari Luz Barreiros, que también mantuvo un breve romance con Tamara Falcó, sigue siendo uno de los chicos más solicitados de la jet set. Vestida de paisana - y no de baronesa Thyssen como su último papel- apareció Esmeralda Moya. Compartió perímetro festivo con Ana García Siñeriz, Pascua Ortega,Veva Longoria, Miguel Marinero y su mujer Inés, David Luguillano, Yolanda Font y los Segrelles, sin Paloma hija, que estaba trabajando en Barcelona. Y muchos más famosos que no dudaron en montarse en el Jaguar que convirtió a Kate Middleton en Catalina de Cambridge. Ya se sabe cómo es el mundo del motor y cómo se las gasta Blecua al frente de la Fundéu. Al menos, no faltó ni el champagne ni tampoco la buena compañía. Todo un lujo.

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