Javier Ballesteros, un delfín con alma de golfista entre banqueros

Javier Ballesteros (1990) es la viva imagen del mejor golfista español de todos los tiempos. Estudiante de tercero de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, su nombre ya figura en la lista de las jóvenes promesas de la disciplina que su propio padre, grande entre los grandes, le enseñó en el club que la reina Victoria Eugenia mandó construir en Pedreña (Cantabria), donde ‘Seve’ vivió y murió.

Acaba de participar en el Torneo de Golf Castelló Masters, en el que también ha estado Sergio García, conocido como ‘El niño’. Javier es el mayor de los tres hijos que el deportista tuvo con Carmen Botín, la hija más discreta del todopoderoso Emilio Botín y Paloma O’shea, con la que se casó en 1988. En 2004, para su tristeza, sus padres ponían fin a su matrimonio, tras 16 años de vida en común. A diferencia de sus hermanos, Miguel (18 años) y Carmen (16), es el único que ha heredado la vocación de su padre. Los genes golfistas han ganado la batalla a los cromosomas maternos.

De momento, no piensa dar el salto al mundo profesional. Al menos hasta que no termine sus estudios. A pesar de ello, se ha formado en la residencia Blume y ha integrado la delegación del equipo español junior en numerosas competiciones tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. En casa, Javier también ha tomado las riendas. Tras la trágica desaparición de Severiano Ballesteros, que murió hace unos meses después de más de dos años de lucha contra un tumor cerebral, el primogénito del genial golfista se ha convertido en el mejor apoyo de sus hermanos que, al igual que él, no han superado aún la muerte de su padre.

“Papá, estamos siendo fuertes. Nunca te olvidaremos y haremos lo que nos pediste: ser buenas personas. Te queremos”, dijo durante el funeral. Su discurso conmovió al mundo, porque más que español Severiano era ciudadano del mundo. Ahora, aunque muchos ya ven en él el rostro de su padre, Javier entrena duro para algún día parecerse un poco más a quien le trajo al mundo. Lo hace junto al golfista Ángel Matallana, un joven de Pedreña enamorado del golf, y los consejos del inglés Steve Webster, del que ya es amigo en Facebook. La vida cambia, aunque la esencia permanece.