Isabel Preysler 'la lía' en un acto benéfico

Menuda se lió este viernes por la mañana en La Casa Encendida de Madrid. Isabel Preysler acudía para participar en la lectura de los Derechos de los Niños, un acto que habían organizado la Fundación ANAR y la Obra Social Caja Madrid. Era el primer evento mediático al que Preysler acudía tras la muerte de Beatriz, su hermana pequeña, hace unas semanas. La entrada al mismo se desarrolló con normalidad. Nada hacía presagiar lo que iba a suceder después.

Tras recitar un artículo sobre la venta y explotación de niños, la que fuera mujer de Julio Iglesias se quedó dentro del recinto junto a su amiga Marta Barroso, hermana del empresario, para disfrutar de una función que un grupo de adolescentes habían orquestado como colofón al acontecimiento filantrópico. A la salida de la sala, dentro del mismo espacio, al que no tenían acceso televisiones, la esperaban algunos periodistas de prensa escrita y radio.

Preysler se acercó para agradecer personalmente a uno de ellos que le diera el pésame por la muerte de su hermana. Se detuvo brevemente y confesó que iba superando el duro trance “poco a poco” pero, de repente, uno de sus asistentes personales se la llevó al stand que la revista Hola había establecido en el piso superior del espacio, con el firme compromiso de que a la salida del mismo atendería a los medios que estaban convocados para la ocasión, que no tenían privilegios como su publicación de cabecera.

Haciendo caso omiso a lo establecido, Preysler salió escopetada a buscar el Jaguar con el que habitualmente se desplaza y se negó a hacer declaraciones, eso sí, sin perder la sonrisa en ningún momento. Acto seguido, el resto de cámaras y profesionales de diferentes televisiones, entre las que también se encontraba la agencia Efe, se lanzaron a su paso, lo que provocó que alguno de ellos casi terminara en el suelo, al igual que la propia Preysler. El revuelo fue tal que congregó a numerosos curiosos. “¿Os parece mal que colabore con Hola por los derechos de los niños? No lo entiendo”, decía uno de sus hombres de confianza ante el malestar general.

Lo que muchos no entendieron fue que estuviera durante más de veinte minutos con dicha publicación y que, en cambio, no tuviera ni un solo segundo para atender calmadamente a los más de quince periodistas que también querían hacer su trabajo. Nada que ver con Patricia Rato, Ana Botella, Paloma O’Shea o Adriana Carolina Herrera, que sí atendieron amablemente a la prensa en el mismo acto.