Putin 'se muda' al búnker del lujo marbellí
En plena crisis funciona el lema de la doble R: los ricos y los rusos están de moda. Marbella, a sabiendas del poder hipnotizante de sus
En plena crisis funciona el lema de la doble R: los ricos y los rusos están de moda. Marbella, a sabiendas del poder hipnotizante de sus viviendas de súper lujo y de sus caros hábitos de consumo, se afana en publicitar ingredientes como el clima, las oportunidades de negocio o su estratégica situación geográfica. Y este poderoso imán sigue siendo un atractivo para las grandes fortunas. Especialmente para las soviéticas.
El último en caer rendido a los encantos de la ciudad malagueña ha sido Vladimir Putin que, según ha podido saber Vanitatis, tramita la adquisición de una propiedad en la lujosa urbanización de La Zagaleta, situada en Benahavis, un reducto del lujo, donde la gente de poderío, esa estirpe que no quiere hacer ruido ni ser vista por nadie, habita de incógnito en la Costa del Sol. Mientras en Rusia se empieza a cuestionar el poder de Putin, él parece que se quiere erigir como el nuevo Kashogui marbellí: el monarca sin corona que reinaba sobre la corte del derroche y el lujo en Al Baraka, la finca de los grifos de oro pagado con rublos.
La hoguera de las vanidades empieza a tener tonalidades propias. Lo de que Putin se ubique en Marbella ha sido el resultado de las maravillas que le ha contado su colega, el que fue alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov. El político ruso tiene una finca espectacular en esta urbanización, con coto de caza propio, a la que define como “su lugar en el mundo”, donde planta árboles frutales y tiene tres colmenas que dan “una miel fantástica”. Pero ahí no queda la cosa. A Luzhkov le gusta tanto La Zagaleta que ya ha comunicado públicamente que su mujer quiere construir algo parecido en la costa de Marruecos. Hasta allí llegará el rublo próximamente.
Para Vladimir Putin La Zagaleta va a ser también un reducto perfecto. El primer ministro ruso se jacta de que no fuma, no bebe, de que es campeón de yudo, de que practica sambo, monta a caballo y de un largo etcétera de ingredientes de su vida saludable. En este paraje de casi novecientas hectáreas, reposando en las laderas de la Serranía de Ronda y con vistas espectaculares a la costa africana, podrá practicarlos. Todo ello en absoluta privacidad, el máximo atractivo del búnker bautizado como Zagaleta.
Vecinos de La Zagaleta
Ser famoso es un obstáculo para habitar en La Zagaleta. Los propietarios de fincas en este paraje natural eligen a su vecindario. Es lo que tiene ser rico: poder votar quién quieres tener en la casa de al lado, algo que forma parte de los estatutos de la comunidad. Julio Iglesias, Shakira, o David Beckham son algunas de las celebrities que han querido adquirir una propiedad y han sido rechazadas debido a su popularidad. Las cámaras de seguridad están hasta en los árboles. Lo que se paga en este lugar es la privacidad a precio de diamante. Por eso no es fácil pisar este santa sanctórum, a no ser que tengas un amigo que te preste el chalé. Fue el caso este verano de la actriz Eva Longoria, que se hospedó con Eduardo Cruz unos días en La Zagaleta gracias a sus amistades; o el de Hugh Grant, al que otro conocido le presta su casoplón para dar unos golpes de golf.
Allí vivía uno de los lideres iraníes mas importantes de su país, uno de los hombres fuertes de José Manuel Carlos Llorca, Aki Kujala, que estuvo imputado en el caso Ballena Blanca, y que se ha mudado a Finlandia. Quien sí permanece es el empresario británico Sean Woodhall, condenado en el Reino Unido por un fraude relacionado con las ventas de automóviles. Ahora con Vladimir Putin llegará de nuevo el emblema del Oso Blanco y correrá el vodka en timbas de rublos de oro. Batista, después de Bahía de Cochinos, vino a desterrarse a las aguas de Marbella. Putin, tal vez, solo busque otro reducto donde seguir reinando.
Así es la exclusiva urbanización marbellí en la que Putin tramita la adquisición de una casa:
En plena crisis funciona el lema de la doble R: los ricos y los rusos están de moda. Marbella, a sabiendas del poder hipnotizante de sus viviendas de súper lujo y de sus caros hábitos de consumo, se afana en publicitar ingredientes como el clima, las oportunidades de negocio o su estratégica situación geográfica. Y este poderoso imán sigue siendo un atractivo para las grandes fortunas. Especialmente para las soviéticas.