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Amante del parchís, fumador empedernido y amigo de Sergio Ramos: así es Manzanares fuera de los ruedos
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Amante del parchís, fumador empedernido y amigo de Sergio Ramos: así es Manzanares fuera de los ruedos

Elegante, profundo y muy romántico. José María Manzanares es un hombre que, pese a su imagen de chico frío y distante, esconde una sensibilidad especial. Hijo de

Elegante, profundo y muy romántico. José María Manzanares es un hombre que, pese a su imagen de chico frío y distante, esconde una sensibilidad especial. Hijo de matador, las ganas de seguir los pasos de su padre le llegaron a los 19 años cuando todos pensaban que terminaría siendo veterinario. Con el paso del tiempo, y gracias a su templanza y a su manejo del capote, este joven alicantino se ha convertido en uno de los grandes del ruedo.

El periodista taurino Lucas Pérez acaba de publicar Manzanares, heredero de leyenda, un libro en el que hace un repaso por los treinta años de vida del joven matador, convertido en "leyenda" tras su excepcional corrida de 2007 en la Maestranza de Sevilla. Ese libro muestra, además de su faceta artística, los aspectos más desconocidos del hombre que se esconde bajo el traje de luces.

Fumador empedernido y amante del golf, Manzanares disfruta rodeado de los suyos. Le gusta jugar al parchís con su cuadrilla y nunca dice que no a una buena paella. Guapo donde los haya, reconoce que sus ojos son uno de sus mayores encantos, pero aborrece sus pies, maltratados por los pisotones de los animales de más de 500 kilos a los que se enfrenta en las plazas. “Esa misma magia que tiene sobre el ruedo, José Mari la traslada luego delante de la cámara. Tiene una mirada que transmite una barbaridad. Sabe cuáles son sus rasgos y cómo tiene que moverse”, explica la modelo Nieves Álvarez, con quien coincidió en una producción para la revista Glamour.

Amigo de gente del mundo del deporte o la canción, siempre ha sabido elegir a los suyos. Con Sergio Ramos comparte la pasión por el fútbol, aunque desde equipos rivales, pues Manzanares se confiesa culé. De Niña Pastori destaca su dulzura y de Alejandro Sanz admira su buen hacer a la hora de componer canciones. “Alejandro me motiva y me inspira, tanto para torear como para recordar mis vivencias”.

Al margen de sus amigos, están las cuatro mujeres de su vida: su madre Resurrección, sus dos hermanas -Yeyes y Ana, que sufre una parálisis motora-, y su esposa Rocío. Todas ellas han jugado papeles fundamentales en la vida del torero, ayudándole a seguir adelante en diferentes momentos de su vida.

De la mano de Ponce

Manzanares llegó al mundo del toreo por ‘culpa’ de Enrique Ponce, una persona clave a la hora de “inyectarle el veneno definitivo del toro”. Ni su madre ni su padre se opusieron a esto, pero la relación con Rocío, su novia de toda la vida, se vio afectada por esta decisión tan repentina. 

"La vida de la mujer de un torero no es fácil. Cuando nos conocimos yo no era nada aficionada. Teníamos dieciséis años. El principio de la relación fue buenísimo, imagínate, en el cole. Le conozco perfectamente. Cuando decidió torear  tuvimos una crisis, se fue a vivir con su apoderado Alejandro Sáez. Fue la época más difícil de nuestra relación", confiesa Rocío.

Aún así, la pareja superó este bache, sellando su amor el 6 de noviembre de 2010. “Estoy fuera del mercado. Estoy felizmente casado con Rocío, que es la mujer de mi vida", presume siempre que puede el torero. No es fácil ser mujer de matador, aun así,  la joven lo lleva lo mejor posible: "Según donde sea la corrida, paso más o menos miedo. Aunque nunca te relajas del todo.  Hay días que se pasa muy mal. Le ves a él nervioso, presionado y eso te genera a ti un miedo mayor también. Se juega la vida y eso es durísimo”.

Paz Vega, un testigo de excepción

La consagración como torero de José Mari Manzanares llegó el 20 de abril de 2007, cuando el matador de toros cortó cuatro orejas en la Maestranza de Sevilla e indultó a Arrojado, un toro de la ganadería de Núñez del Cuvillo. Aquella tarde entre los aficionados que acudieron a la plaza, se encontraba la actriz Paz Vega, hija, al igual que José Mari, de torero.

"He ido mucho de pequeña a los toros y Manzanares era el mejor. Ahora puedo ir menos pero esa tarde tuve la suerte de estar allí, en la Maestranza, en Sevilla, en esa plaza que tiene mucho tronío, mucha historia, que es muy alegre y donde la música juega un papel fundamental. Lo  que vi ese día no lo había visto nunca. Creo que mucha gente quedó impactada con aquello. José Mari dio un paso más a la forma de torear que tienen los Manzanares. Llegó a un nivel de perfección, de belleza, de elegancia, que se convirtió casi en un coreógrafo”.

Sin embargo, no todo en su carrera han sido alegrías. Uno de los momentos más duros tuvo lugar el 1 de mayo de 2006 cuando le cortó la coleta a su padre."Fue muy triste. Por una parte, egoístamente, te quedas tranquilo, porque como hijo sufría mucho viéndole torear y me daba miedo. Pero hubo más tristeza que alegría porque toda una vida entregada a la profesión se terminaba ese día. Nadie sabía nada. Cuando me dijo en el callejón que buscase unas tijeras ya me lo imaginé y me puse a llorar. Era evidente”.

Elegante, profundo y muy romántico. José María Manzanares es un hombre que, pese a su imagen de chico frío y distante, esconde una sensibilidad especial. Hijo de matador, las ganas de seguir los pasos de su padre le llegaron a los 19 años cuando todos pensaban que terminaría siendo veterinario. Con el paso del tiempo, y gracias a su templanza y a su manejo del capote, este joven alicantino se ha convertido en uno de los grandes del ruedo.