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El duque de Alba pierde la botonadura de diamantes en Escocia
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El duque de Alba pierde la botonadura de diamantes en Escocia

El viaje iniciático de Alfonso Díez con su duquesa a la recepción que todos los años organiza el príncipe Carlos en alguna de sus residencias ha sido para el tercer duque

El viaje iniciático de Alfonso Díez con su duquesa a la recepción que todos los años organiza el príncipe Carlos en alguna de sus residencias ha sido para el tercer duque de Alba una experiencia de las que no se olvidan. Era su primer encuentro con el “primo” real, que tuvo la deferencia de tratarlos como se esperaba de un pariente que, aunque no directo, sí comparte mapa genético con la duquesa de Alba y colateralmente con el exfuncionario. Y no sólo un gen, sino que entre la reina Isabel y Cayetana existen muchos puntos en común. Las dos nacieron en 1926 y compartieron fiestas de juventud cuando la actual señora de Díez vivía en Londres, donde su padre era embajador de España. Aunque en realidad con quien tenía amistad era  con la princesa Margarita, mucho más jaranera que la primogénita que, con los años, se convertiría en majestad.

Mientras que el resto del grupo Porcelanosa, con Isabel Preysler a la cabeza, se instalaban en un hotel, los duques de Alba lo hacían en Dumfries House, en una zona reservada para los invitados de la familia con servicio de mayordomo las veinticuatro horas y todas las comodidades y necesidades cubiertas. Cenaron en un comedor privado una cena ligera y al día siguiente la duquesa estaba pimpante y preparada para un paseo mañanero por el jardín con su fiel escudero.

Esta mansión del siglo XVII fue el escenario de la cena de gala del día siguiente donde Cayetana se convirtió en la estrella de la velada. Mantiene una memoria de elefante y le recordó al anfitrión anécdotas vividas con su madre la reina y con la tía Margarita.

El único percance de este viaje tuvo al tercer duque de Alba como protagonista. El dress code de los caballeros era el smoking y Alfonso lució el suyo con una botonadura de brillantes que le había regalado estas navidades su mujer. Casi nadie se dio cuenta que el tercer botón lo había sustituido por un alfiler de corbata en forma de copa con un brillante en la parte superior que había pertenecido a su abuelo. No era una innovación, sino un apaño, porque Alfonso había extraviado uno de los botones y solucionó el percance de esa guisa. Otra de las anécdotas del encuentro principesco fue que Carlos de Inglaterra guardó sin abrir el regalo que le habían llevado los duques de Alba. Se trataba de una jarra antigua de plata que entregó al secretario agradeciendo el detalle pero sin saber qué era. En cambio, el reloj de mesa que la familia Porcelanosa eligió como obsequio formó parte de la foto oficial. Por cierto, la duquesa de Alba cambió su menú y, en vez de cordero, pidió espaguetis.

El viaje iniciático de Alfonso Díez con su duquesa a la recepción que todos los años organiza el príncipe Carlos en alguna de sus residencias ha sido para el tercer duque de Alba una experiencia de las que no se olvidan. Era su primer encuentro con el “primo” real, que tuvo la deferencia de tratarlos como se esperaba de un pariente que, aunque no directo, sí comparte mapa genético con la duquesa de Alba y colateralmente con el exfuncionario. Y no sólo un gen, sino que entre la reina Isabel y Cayetana existen muchos puntos en común. Las dos nacieron en 1926 y compartieron fiestas de juventud cuando la actual señora de Díez vivía en Londres, donde su padre era embajador de España. Aunque en realidad con quien tenía amistad era  con la princesa Margarita, mucho más jaranera que la primogénita que, con los años, se convertiría en majestad.