Es noticia
Menú
El día que Sara Montiel comió con Marilyn Monroe
  1. Noticias
ACTUALIDAD

El día que Sara Montiel comió con Marilyn Monroe

Muchos españoles recordarán estos días, los del 50 aniversario de la muerte de Marilyn Monroe, cómo disfrutaron con la rubia platino mientras veían Con faldas y

Muchos españoles recordarán estos días, los del 50 aniversario de la muerte de Marilyn Monroe, cómo disfrutaron con la rubia platino mientras veían Con faldas y a lo loco o La tentación vive arriba.  Pocos, sin embargo, podrán presumir de haberla conocido personalmente, algo que sí puede hacer Sara Montiel, que cuenta a Vanitatis cómo llegó a comer en el domicilio neoyorkino que la actriz compartía, al lado del río Hudson,  con su entonces marido, el dramaturgo Arthur Miller.

Sara, la primera de nuestras  actrices en Hollywood estaba casada, en un lejano 1958, con  el director Anthony Mann, responsable de algunos de los mejores ‘westerns’ de la historia del cine. Sara acababa de tener un enorme éxito gracias a  El último cuplé. Su marido había sufrido un infarto del que se acabó recuperando. Uno de sus primeros encargos a la hora de volver al trabajo fue poner en pie, ese año, la adaptación de una obra de Arthur Miller: Panorama desde el puente. Se hacía necesaria, por tanto, la celebración de una comida entre las dos parejas: la de Sara Montiel y Anthony Mann y la de Marilyn Monroe y Arthur Miller.

Sara recuerda cómo fue su primera impresión al ver a la estrella, aún lejos de ser un icono tan americano como el chicle y tan universal como el propio cine. “Era pleno invierno y había caído una gran nevada. Ella llevaba unos pantalones negros de lana con unas botitas de piel de visón marrón ‘noir’. También llevaba un suéter negro de punto que era bastante ancho”, narra Sara Montiel a Vanitatis.

Su visión difiere de la ‘bomba’ sexual que muchos han visto en Marilyn. “No era muy alta. Era pequeñita, poquita cosa. Acababa de salir de un aborto y estaba muy débil y delgadita”, recuerda. Uno de los tópicos sobre la actriz siempre ha sido el de su vulnerabilidad,  la cual, mezclada con grandes dosis de erotismo, conformaba una mezcla explosiva que ha hecho que muchos críticos lleguen a comparar el magnetismo interpretativo de Marilyn con el de la mismísima Greta Garbo. Aunque Sara percibió esa fragilidad, su impresión fue la de una persona “educada y muy graciosa”.

La tarde transcurrió con una Marilyn cordial. “Marilyn nos atendió estupendamente a Tony y a mí durante toda la comida”, dice Sara. Los cuatro hablaron de las posibilidades de la comedia, esa misma comedia de la que a veces trataba de huir Marilyn, atrapada en los estrechos márgenes de rubia tonta en los que la tenía su contrato con la Fox; los márgenes de los que escapó acudiendo al Actor’s Studio, casándose con Arthur Miller o haciendo películas de corte más serio como ‘Bus Stop’ o ‘El príncipe y la corista’. Tras la comida, fueron a un teatro vacío de Broadway en el que se iba a desarrollar la obra.

Muchos son los que se han preguntado por qué Marilyn ha superado la barrera del tiempo, por qué se da por hecho que es el símbolo sexual del siglo XX o por qué es infinitamente más conocida que otras actrices de la ‘era dorada’ de Hollywood. Sara Montiel lo tiene muy claro: “Tenía una personalidad enorme. Eso no se lo podía quitar nadie. A mí me encanta cómo canta, porque por lo menos afina, a diferencia de otras”. La primera película que le viene a la cabeza de la rubia platino es ‘Los caballeros las prefieren rubias’.  También confiesa su predilección por las cintas que la estrella hizo para Billy Wilder. “Lo que dicen al final de ‘Con faldas y a lo loco’, lo de que “nadie es perfecto”, es una grandísima verdad”, asegura.

Lo que nunca pudo imaginar nuestra estrella internacional es que, medio siglo después de la muerte de aquella chica frágil, iban a seguir preguntándole por el día de invierno que fue a comer a su casa; el día en el que una manchega como ella se cruzó con una Norma Jean que ya está por encima del bien y del mal, que es conocida por encima de sus películas o que ha pasado a la historia como un símbolo del siglo XX; un símbolo que buscó desesperadamente el afecto de las personas por encima del de los focos y que, cincuenta años después, sigue siendo joven.

Muchos españoles recordarán estos días, los del 50 aniversario de la muerte de Marilyn Monroe, cómo disfrutaron con la rubia platino mientras veían Con faldas y a lo loco o La tentación vive arriba.  Pocos, sin embargo, podrán presumir de haberla conocido personalmente, algo que sí puede hacer Sara Montiel, que cuenta a Vanitatis cómo llegó a comer en el domicilio neoyorkino que la actriz compartía, al lado del río Hudson,  con su entonces marido, el dramaturgo Arthur Miller.