Genoveva Casanova, ambigua ante su posible reconciliación con Cayetano Martínez de Irujo

Genoveva Casanova siempre será la nuera favorita de la duquesa de Alba, a pesar de que su matrimonio con Cayetano Martínez de Irujo llegó a su fin dos años después de celebrarse su boda. Esta relación nunca se cerró del todo y son numerosos los encuentros que se han sucedido a lo largo de los últimos meses que evidenciarían una reconciliación sentimental entre la diseñadora mexicana y el jinete español.

La exmujer del conde de Salvatierra es una persona muy espiritual –de hecho, cursó la carrera de filosofía-, por lo que tiene una especial facilidad para expresar sus sentimientos. Pese a ello, su rictus se tensa cuando la prensa pronuncia la palabra ‘amor’. “Esa palabra quedó fuera de mi vocabulario público desde hace mucho tiempo”, afirma Genoveva evitando ser preguntada sobre la posibilidad de que el amor haya llegado de nuevo a su corazón de la mano de su exmarido. La mexicana prometió emplazar esta conversación para más adelante: “Algún día hablaré del amor de pareja”,  zanjando así la conversación mantenida con Vanitatis en el restaurante que el chef Darío Barrio posee en la madrileña calle Villalar, Dassa Bassa.

Aquí, la exnuera de la duquesa de Alba presentaba Friendly Blouses, una línea de blusas solidarias diseñada codo con codo entre la propia Genoveva y el modisto Javier Simorra para la Fundación SOS Día Universal de la infancia. Todos los beneficios conseguidos con su venta irán íntegramente destinados a “construir un edificio en Senegal, donde las mujeres puedan trabajar sus propios diseños y venderlos ellas mismas en los mercados”, tal y como cuenta la propia Casanova a este portal.

No solo ofrece su imagen a esta buena causa, sino que su implicación con dicho proyecto le llevó hasta lo más profundo de Senegal. “Se trata del primer proyecto en el que colaboro destinado sólo a mujeres. Fue un proceso muy personal. Vivimos una experiencia muy enriquecedora durante todo el viaje, que me hizo unirme mucho a ellas. Allí tuve la posibilidad de trabajar mano a mano con las senegalesas, pude conocerlas, sentarme con ellas y que me explicasen cómo trabajaban con las telas para ganarse la vida”, relata Genoveva.

“En el viaje de la vida uno va encontrando pedacitos de uno mismo por todos lados. En realidad el mundo es un espejo. En esta parte conocí algo muy bonito de mi misma”, reconoce. Pese a este viaje tan enriquecedor, la diseñadora debe volver a su realidad y volver a ocupar su papel como personaje estrella de las revistas del corazón.

Tal diferencia no supone un problema para ella: “Lidio cada vez menos con la frivolidad. Me he aislado de mi vida un mundo muy pequeñito en el que forman parte un grupo muy reducido de amigas, mi familia y mi trabajo. Una vez que me he desarrollado como persona y como madre, ahora siento la necesidad de ofrecer todo lo que tengo a ayudar a los demás, entregar mi trabajo al bien de otra persona. Una cosa es regalarle a alguien algo que ya no te sirve y otra muy distinta es regalarle a alguien algo que necesitas. Desprenderte de algo que valoras es el acto más bonito que existe y es algo que quiero transmitir a mis hijos. Ellos son seres muy sensibles y están heredando esta faceta de mí”, zanjó.