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Victorio y Lucchino, acosados por los acreedores
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Victorio y Lucchino, acosados por los acreedores

Julio fue el mes en el que se destapó que la empresa de los modistos Victorio y Lucchino estaba en quiebra y que varios proveedores de

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Victorio y Lucchino, acosados por los acreedores

Julio fue el mes en el que se destapó que la empresa de los modistos Victorio y Lucchino estaba en quiebra y que varios proveedores de la marca habían solicitado concurso de acreedores por impagos a la Agencia Tributaria y la Administración local. Salieron a la luz procedimientos ante el juzgado de lo social que se traducían en impagos a trabajadores. Con embargos preventivos a favor del Estado para hacer frente a 1,2 millones de deuda, entre ellos el de un local en la calle Sierpes y otro situado en la calle Boteros, los diseñadores vieron como muchos de los que trabajaban para ellos alzaban la voz para que se cumpliesen las sentencias firmes que los confenaban a pagarles.

Muchos de los que trabajaron para ellos, empleados o no, aseguraron en su momento a Vanitatis, no haber recibido aún su dinero. Y eso a pesar de que, supuestamente, poseen propiedades como una finca en Campanillas, que incluso tiene caballerizas, y naves llenas de antigüedades por valor de cientos de miles de euros, algo que los demandantes pusieron de manifiesto ante el juzgado. Según ellos, “todas las cuentas ligadas a sus relaciones comerciales están completamente vacías”.

Otros empleados que llevaban más de veinticinco años trabajando para ellos aseguraron el mes de julio a Vanitatis que, tras pasar por varios departamentos y vivir altibajos de la empresa, sufrieron un ERE. Denunciaron la curiosa forma en la que fueron despedidos: “A todos nos despidieron por separado para que no tuviésemos comunicación con otras personas del mismo departamento”. Supuestamente, se dieron pagarés para ir saldando la deuda paulatinamente. “A partir de cierto momento, dejaron de pagar cantidad alguna”, dijo uno de dichos empleados. Esos mismos trabajadores aseguraron que el “departamento de medidas”, el que más depende de los dos modistos, "facturaba muchísimo e iba bastante bien”.

El duro testimonio de Isidro Camarena

Sin duda, uno de los testimonios más duros fue el de Isidro Camarena, costurero, al que supuestamente le deben 27.000 euros desde hace más de 3 años. “Un día los llamé porque vinieron para cortarme la luz. Se lo conté a ellos y me preguntaron cuánto dinero debía. Les dije que 80 euros y me ingresaron en el banco esa cantidad para que no me la cortaran. Ni siquiera me han llamado para pedirme disculpas", aseguró.

Tras su testimonio en Vanitatis, vio cómo los modistos se defendían mediante unas palabras transmitidas por Jesús Mariñas en el programa Espejo público, en el que aseguraban que no era más que un “despechado".  “Dijeron que yo era un trabajador despechado y que me habían despedido por robar diseños que yo hacía en mi casa y luego los vendía más baratos. Dijo que como yo estaba así, despechado, había transmitido esa información a Vanitatis”, dijo Camarena.

Camarena aseguró también que había una persona que tenía “mucho miedo a hablar porque asegura que ellos conocen a personas con influencias y en algún momento te pueden destrozar” y que les denunciaría por las declaraciones del programa Espejo Público. Los diseñadores, mientras tanto, abrieron hace poco tiempo nueva tienda en Madrid y han presentado una nueva colección de fragancias. Su respuesta ante las denuncias y el testimonio de sus trabajadores fue clara y contundente cuando hablaron con Vanitatis: “Nosotros pasamos de todo”.

Julio fue el mes en el que se destapó que la empresa de los modistos Victorio y Lucchino estaba en quiebra y que varios proveedores de la marca habían solicitado concurso de acreedores por impagos a la Agencia Tributaria y la Administración local. Salieron a la luz procedimientos ante el juzgado de lo social que se traducían en impagos a trabajadores. Con embargos preventivos a favor del Estado para hacer frente a 1,2 millones de deuda, entre ellos el de un local en la calle Sierpes y otro situado en la calle Boteros, los diseñadores vieron como muchos de los que trabajaban para ellos alzaban la voz para que se cumpliesen las sentencias firmes que los confenaban a pagarles.

Victorio & Lucchino