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Yolanda y Susana García Cereceda se enfrentan en los juzgados por la custodia de los menores
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Yolanda y Susana García Cereceda se enfrentan en los juzgados por la custodia de los menores

La semana pasada se veían las caras en los juzgados de Pozuelo de Alarcón (Madrid), Yolanda y Susana García Cereceda. Las hijas del multimillonario constructor, que

Foto: Yolanda y Susana García Cereceda se enfrentan en los  juzgados por la custodia de los menores
Yolanda y Susana García Cereceda se enfrentan en los juzgados por la custodia de los menores

La semana pasada se veían las caras en los juzgados de Pozuelo de Alarcón (Madrid), Yolanda y Susana García Cereceda. Las hijas del multimillonario constructor, que llevan en pie de guerra desde el año 2010, libran durante estos días una de las batallas más importantes para la pequeña del clan: ampliar el régimen de visitas de sus hijos. Los menores frutos de su matrimonio Francisco Amat, denunciado por malos tratos por Yolanda,  viven desde hace tres años en Madrid con Susana, después de que un juez dictase un auto en el que se aseguraba que su madre no estaba capacitada para cuidarlos y el padre se encontraba inmerso en un proceso judicial.

El juicio no se celebrará hasta mayo, pero Yolanda y su actual marido, Jaime Ostos Junior, no están dispuestos a seguir con un régimen estricto, en el que solo se les permite ver a los niños una vez a la semana durante una hora y bajo la vigilancia de una asistente social. “Ni los criminales tienen ese tipo de visitas, mi mujer no es ninguna loca, ni tiene ninguna patología. Está luchando como una bellaca para recuperar a sus hijos, pero está luchando contra un gigante difícil de combatir” asegura  a este portal Jaime Ostos Junior.

Según ha podido saber Vanitatis, las hermanas no se miraron ni a la cara. El dolor de Yolanda es tan grande y se siente tan incomprendida que solo encuentra una razón en las maniobras de su hermana. “Tener a los niños es tener el control y es hacer daño donde más duele” asegura Jaime. Durante la sesión, en la que la Yolanda solicitaba un cambio en el régimen de visitas, declaró a su favor la asistente social que supervisa los encuentros. Sin embargo, Susana se enfrentó a los intereses de su hermana una vez más. “Ella dijo que los niños están bien donde están  y que por su bien sería mejor no cambiar nada. Podría haber facilitado las cosas pero no ha querido. Ni siquiera los niños viven con ella, los cuidan dos dominicanas, están solos, ella no sabe lo que es mejor para ellos” comenta el marido de Yolanda que añade, “durante las visitas los tres niños se abrazan a su madre y no quieren separarse de ella. Lo que se le ha hecho a mi mujer es lo peor que se le puede hacer a una madre, y todo por dinero”

Las declaraciones de Susana parecen haber sido definitivas y hasta el próximo mes de mayo, fecha en la que el juez decidirá qué hacer con la custodia de los menores, Yolanda tendrá que conformarse con esa escasa hora de visita a la semana. Hasta que ese día llegue, Jaime asegura que no parará: “Tenemos que luchar contra estos bichos, porque todo es una injusticia” concluye.  

Unidas contra la viuda de su padre

A pesar de este pleito, que las mantiene alejadas, las dos hermanas sí se mantuvieron unidas a la hora de luchar contra Silvia Gómez Cuétara, la viuda de su padre. A la mujer del magnate las dos hermanas le exigían un alquiler de 24.00 euros mensuales si quería quedarse en un domicilio que se supone que era un bien de Procisa, la empresa heredada por las hermanas y a cuyo nombre figuraba esa casa. Finalmente, un juzgado de Pozuelo de Alarcón les acabó dando la razón el 5 de octubre y Gómez Cuétara estaba obligada a abandonar el domicilio en el plazo de cuarenta días.

Hubo un primer intento de echar a Cuétara por parte de las herederas al solicitar una orden de desahucio que más tarde retiraron cuando la otra parte pidió judicialmente el uso y disfrute vitalicio de la vivienda, porque así le correspondía “moralmente”, según adujo, aunque no hubiera documentación que lo atestiguara. Ellas se negaron y alegaron que si su padre no le había dejado la titularidad de la casa era porque no quería que ésta pasara a sus manos, ya que desde que Cereceda supo que su cáncer era terminal tuvo el suficiente tiempo para dejar solucionados los temas económicos y patrimoniales.   

Las polémicas de la amazona 

Una de las dos hermanas, Susana, la accionista mayoritaria de Procisa por voluntad de su padre, también ha sido acusada recientemente de ‘presionar’ a Joaquín Torres para que abandone la urbanización de La Finca. “Sus hijas, especialmente Susana, me están maltratando, como si yo no hubiese sido nadie y no hubiera hecho nada para que La Finca haya obtenido el éxito que ha cosechado. Yo no quiero nada, no necesito dinero. Me han tratado como si fuera una criada. Vivo en La Finca por Luis”, declaró el conocido arquitecto a este portal hace apenas unos días, en la presentación de su libro ‘Detrás de la puerta’.

Torres reclamaba a Procisa diez millones de euros por trabajos realizados hace cerca de tres años que asegura no haber cobrado todavía. “No llevo mucho tiempo reclamando el dinero, porque una vez que muere Luis yo decido pasar página”, aseguraba Torres a Vanitatis. Lo que está claro es que su enfrentamiento con Susana se debe a este hecho.

Susana siempre fue, según algunos allegados, el ‘ojito derecho’ de su padre. Tanto es así que este solía llevarla de acompañante cuando tenía citas con algunas de sus novias, lo cual demostraba la buena sintonía que existía entre padre e hija. Además, siempre ha sido conocida por su capacidad como amazona.

La semana pasada se veían las caras en los juzgados de Pozuelo de Alarcón (Madrid), Yolanda y Susana García Cereceda. Las hijas del multimillonario constructor, que llevan en pie de guerra desde el año 2010, libran durante estos días una de las batallas más importantes para la pequeña del clan: ampliar el régimen de visitas de sus hijos. Los menores frutos de su matrimonio Francisco Amat, denunciado por malos tratos por Yolanda,  viven desde hace tres años en Madrid con Susana, después de que un juez dictase un auto en el que se aseguraba que su madre no estaba capacitada para cuidarlos y el padre se encontraba inmerso en un proceso judicial.

Susana García Cereceda