Naty Abascal celebra su 70 cumpleaños en París

El día de su setenta cumpleaños no hizo nada especial, salvo recibir las felicitaciones de sus hijos y de sus amigos. Naty Abascal (Sevilla, 2 de abril de 1943) se encontraba en París realizando un reportaje con ¡Hola!, la revista para la que trabaja desde hace muchos años y donde sus estilismos son el santo y seña. Un reputado periodista del gremio aseguraba hace poco en un evento social que “sin ver los títulos de crédito, se sabe que lo ha hecho ella sólo por cómo posan los personajes. Su sello personal es inconfundible”.

A diferencia del año anterior, que lo celebró en Madrid, esta vez le ha tocado una ciudad internacional, pero no por eso se queja: “Estoy fenomenal, encantada de la vida y de mi trabajo, feliz con mis hijos y mis nietos, que son una preciosidad y están sanísimos”. Todo esto lo dice de corrido en conversación con Vanitatis, mientras da instrucciones al equipo que la acompaña.

Quizá el único problema grave que le quita el sueño esta temporada es el embargo que soporta su casa de Sevilla, al no haber satisfecho unas reclamaciones judiciales que ella decía desconocer, pues culpaba a su abogado, Javier Saavedra, de no haberla informado convenientemente. La noticia le causó una tremenda ansiedad, que ya está superada. Ha decidido demandar a Saavedra. “Todo está en manos de mi abogado y por lo tanto en vías de solución. Me llevé un gran disgusto. Y confirmo que mi casa de Sevilla sigue siendo mi casa”, asegura Naty.

De ‘Bananas’ a duquesa de Feria

Los setenta años de la estilista están plagados de vivencias extraordinarias, de experiencias sorprendentes y de amistades internacionales como las de Oscar de la Renta, Valentino, Warhol, Woody Allen (que la fichó para hacer un pequeño papel en su película Bananas, 1971) o el fotógrafo Richard Avedon, para quien posó en un reportaje de quince páginas publicado por Harpers Bazaar. Todos estos personajes han dado a lo largo de estas siete décadas un barniz internacional a la personalidad de la estilista.

Natividad Abascal y Romero-Toro nació en Sevilla en una familia de once hermanos. El padre era abogado de prestigio y la madre fue una precursora, al ser una de las primeras señoras que abría boutique en Sevilla cuando trabajar fuera de casa no estaba bien visto y menos con tanto niño, aunque se tuviera servicio. A los 18 años, Naty y su gemela Ana María aceptaron la propuesta de Elio Berhanyer y viajaron con él a Nueva York para mostrar su colección. El modisto era amigo de la familia y no le costó demasiado convencer al conservador padre para que dejara participar a las niñas en la aventura americana. Mientras Ana regresaba a Sevilla, Naty, mucho más aguerrida, se quedó allí y posó para las revistas mas prestigiosas, intervino en Bananas, hizo amigos y se casó con un escocés del que se divorciaría cinco años después.

Poco después volvió a casa, sentó la cabeza y se casó con el duque de Feria en 1977. Una historia de amor que acabó en tragedia con el divorcio primero y la muerte de Rafael Medina después. Con sus hijos Luis y Rafael ha mantenido siempre una relación fantástica, aunque con altibajos. Naty se encargó de su educación y los sacó de España cuando el drama del duque estaba en su máximo apogeo. Su amigo Valentino los arropó y los fines de semana los recogía del internado, mientras Abascal se buscaba la vida con su profesión de estilista.

Ramón Mendoza fue uno de sus amores, aunque el que fuera presidente del Real Madrid no respondió como ella esperaba. En un momento dado le aconsejaron que exigiera legalmente  promesas incumplidas de matrimonio. Menos mal que la sensatez reinó en su cabeza y no fue a más. Mendoza la quiso mucho, pero a su manera.

No hubo más hombres oficiales en su vida y se dedicó en cuerpo y alma a sus hijos, sus amigos, su trabajo y desde hace unos meses a sus nietos. La abuela Naty, a sus 70, sigue siendo todo un icono de estilo.