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Carlos, el quinto Koplowitz: "No tengo que pedir perdón a mis hermanas por reivindicar mi apellido"
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Carlos, el quinto Koplowitz: "No tengo que pedir perdón a mis hermanas por reivindicar mi apellido"

La justicia le ha reconocido la  paternidad que reclamaba y ya no es Carlos Iglesias sino otro Koplowitz, hijo de Albertina Rangel y del fundador de

Foto: Carlos, el quinto Koplowitz: "No tengo que pedir perdón a mis hermanas por reivindicar mi apellido"
Carlos, el quinto Koplowitz: "No tengo que pedir perdón a mis hermanas por reivindicar mi apellido"

La justicia le ha reconocido la  paternidad que reclamaba y ya no es Carlos Iglesias sino otro Koplowitz, hijo de Albertina Rangel y del fundador de FCC. La sentencia le permite utilizar el apellido que comparte con sus hermanas Alicia y Esther y  reivindicar cuantos derechos vayan unidos a este reconocimiento de filiación, incluida la herencia paterna. Según afirmaba Ernesto Koplowitz Amores, primogénito y hermanastro de las empresarias, la parte que le correspondería a este quinto hijo es, como al resto de descendientes, unos cuatrocientos millones de las antiguas pesetas.

Carlos Koplowitz  Rangel ha estado el suficiente tiempo en la sombra como para querer que, por fin, se conozca su historia. Esta pasa por que se sepa que su madre no fue flor de un día en la vida de Ernesto Koplowitz Sternberg. Reconocimientos aparte, con sus hermanas no mantiene ninguna relación porque ellas han cortado cualquier nexo de unión con él a pesar de saber desde siempre que era su hermano. Durante un tiempo y a petición de Gonda, un íntimo del padre,  los Albertos le pasaron una cantidad que sirvió para pagar sus estudios. Despues de aquello, Carlos quedó en el olvido y se convirtió en un nombre tabú para la conocida familia .

 Tiene 52 años y hasta ahora ha permanecido callado. ¿Por qué hablar ahora?

Me hago visible por una sencilla razón: la acción que interpuse en un tribunal de Madrid ha sido un éxito. Ahora puedo decir al público formalmente que soy un hijo de Ernesto Koplowitz. Ya no pueden ignorarme como han hecho hasta ahora mis hermanas. Y también quiero reivindicar la figura de mi madre, Albertina Rangel. Si mi padre no hubiera fallecido cuando yo tenía nueve meses todo habría sido diferente con ella. Las cartas que le enviaba a mi madre eran de amor y entrega total.

¿En su aparición mediática hay motivos como el resentimiento, la venganza, o el interés económico?

No. Desde el año 1988 he querido llegar a una solución que en un principio se me negó judicialmente por un defecto de forma. No hay resentimiento sino un derecho que tenía y que ahora he conseguido. Mi padre y mi madre tuvieron una historia de amor preciosa, como demuestra la correspondencia que mantenían, y el deseo cumplido de mi él era que mi madre viviera en España y más tarde en Suiza, donde nací yo. Él fue el que no quiso que se quedase en Venezuela.

¿Cómo se explica que su padre casara a su madre  con un empleado suyo, Sergio Iglesias, cuando ella ya estaba embarazada de usted?.

Fue un matrimonio de conveniencia que duró apenas unas horas y se hizo para salvar las apariencias. Se casaron en Gibraltar y no volvieron a verse. Era una situación muy delicada. MI padre estaba casado con Esther Romero y tenía con ella dos hijas (Esther y Alicia Koplowitz) pero quería a mi madre. No existía el divorcio y por lo que yo supe después, cada vez pasaba más tiempo con ella. Entiendo que debió ser muy duro para todos. También entiendo que todos sufrieron, pero yo no tengo que pedir perdón a mis hermanas por reivindicar mi apellido.

Si sus hermanas no fueran quienes son, poderosas económica y socialmente,  ¿reivindicaría su apellido?

Por supuesto que sí y así lo he hecho desde hace muchos años. Si hubiera tenido su apoyo todo habría sido muy distinto, pero me hicieron sentirme invisible. Han sido muchos años de lucha. Tengo derecho a utilizar mi apellido y todo lo que este conlleva. En absoluto tengo que avergonzarme de pedir lo que me corresponde. Mi abogada estudia lo que es posible y lo que no porque, al vivir en Suiza, desconozco cómo funcionan las leyes en ese sentido. El Derecho es quien marca este proceso.

¿Le gustaría volver a reconducir la relación con sus hermanas Alicia y Esther, rota desde que usted interpuso la primera demanda de filiación? 

Claro que sí, pero ahora lo veo muy complicado porque es difícil llegar hasta ellas. Entiendo que deben tener alrededor gente que les dice que no hablen conmigo, que las puedo traicionar o algo sí , pero esa no es mi intención. Yo vivo en Suiza, tengo mi trabajo, mis empresas y lo único que he hecho es querer utilizar el nombre de mi padre. ¿Eso es un delito?. Ya sé que para ellas recordar y hablar del pasado es doloroso, pero quisiera retomar la relación que tuve con ellas desde  92 y al 2000.

¿Cuál fue la verdadera causa de la ruptura? ¿Una recomendación de Alberto Cortina y Alberto Alcocer a su mujeres para borrar sus rastro?

En un momento dado, les pedí ayuda porque vivía una situación difícil emocionalmente y no me ayudaron. Acababa de morir mi madre, me había divorciado y sus maridos debieron considerar que lo mejor era que desapareciera. Les hacía recordar ciertas cosas y era desagradable, pero ellas eran mis hermanas, mi familia. Quería comunicación, fraternidad, cariño y no lo tuve ni lo tengo.

Entenderá que, para sus hermanas, con un posición económica y social importante y una vida alejada de los medios, el hecho de que usted apareciese no era grato para ellas

Lo entiendo y lo comprendo, pero yo no tengo la culpa de nada. Sabían de mi existencia y no me la merecía la indiferencia. MI padre hizo su vida con tres mujeres (Isabel Amores, Esther Romero, Albertina Rangel) que no lo tuvieron fácil porque sufrieron cada una de ellas. Los hijos, Ernesto, Isabel Clara, Alicia, Esther y yo, también sufrimos. Lo que deseo es que la paz y el entendimiento formen parte de nuestras vidas. Ahora todos pasamos de todos.

¿Habría alguna manera de tener, finalmente, una buena relación?

Claro que sí. Por mi parte no hay problema, pero cuando he intentado contactar con ellas, hablar, explicar mis sentimientos y mi situación, me encuentro con un muro. Lo único que he hecho es reivindicar mi filiación. Habría que preguntar a mis hermanas porque no quieren que la tenga.  Yo nací del amor que se tuvieron mis padres.

La justicia le ha reconocido la  paternidad que reclamaba y ya no es Carlos Iglesias sino otro Koplowitz, hijo de Albertina Rangel y del fundador de FCC. La sentencia le permite utilizar el apellido que comparte con sus hermanas Alicia y Esther y  reivindicar cuantos derechos vayan unidos a este reconocimiento de filiación, incluida la herencia paterna. Según afirmaba Ernesto Koplowitz Amores, primogénito y hermanastro de las empresarias, la parte que le correspondería a este quinto hijo es, como al resto de descendientes, unos cuatrocientos millones de las antiguas pesetas.

Esther Koplowitz