Trocadero, el chiringuito marbellí que une a políticos de izquierda y derecha con famosos de toda la vida

El último en visitar sus instalaciones ha sido José Luis Rodríguez Zapatero. El expresidente y su esposa, Sonsoles Espinosa, a los que cada día es más frecuente encontrar de relax en Marbella, disfrutaron de unos días de sol el pasado puente de mayo y también de la buena mesa del Trocadero, uno de los restaurantes de moda entre los vips, por su privilegiada situación. Tienen dos locales, Trocadero Arena y Trocadero Playa, uno a orillas de la Playa de Río Real y otro sobre la arena de Casablanca. Un restaurante con solera donde tanto la estirpe de la derecha como la de la izquierda consiguen saciar su gula cuando visitan la Costa del Sol. Felipe González, Aznar, Carme Chacón, María Dolores de Cospedal, Patxi López o Ignacio González también se han dejado caer por allí en los últimos tiempos.

Zapatero, su esposa y su escolta hicieron lo posible por no ser fotografiados a la entrada y la salida del local situado en Río Real, con objeto de salvaguardar su intimidad. Vanitatis ha tenido acceso a una fotografía del ágape que la pareja disfrutó en el establecimiento el pasado domingo 5 de mayo. Allí acudieron junto a otro matrimonio de amigos. Hasta su mesa se acercó una señora de León que celebraba una comunión para hacerle un galante saludo. Él se mostró cordial, pero después pidió que le acercaran el coche hasta la puerta para huir sin dejar rastro.

El buen apetito es capaz de mover montañas y de unir a izquierda y derecha en un mismo local. Trocadero reúne cada fin de semana a un ramillete de políticos o ex políticos. Felipe González y Mar García Vaquero, su actual esposa, se hicieron asiduos por la complicidad que tiene su dueño con Begoña García Vaquero, hermana de Mar, y su marido Pedro Trapote, empresario de la noche, dueño entre otros negocios de Pachá Madrid, ahora discoteca Barceló. El matrimonio vive a las espaldas del Trocadero Playa y cuando terminan sus cenas allí, Felipe y Mar se quedan en su casa y los Trapote acuden a los saraos de la noche.

Cospedal y los boquerones

Dionisio Hernández Gil, también primo del famoso político del PP, es el dueño de todo esto. En Marbella se le conoce como “Dioni”. La discreción es su percha y vela día a día porque su club cumpla las expectativas de los clientes. Asidua es también Dolores de Cospedal. Siempre aparece con su marido y un clan de amigos manchegos. La presidenta de Castilla-La Mancha y número 2 del partido acudió allí la última vez que pasó por Marbella. Se alojó en una de las preciosas villas que se han puesto de moda en el casco antiguo y luego se deleitó comiendo pescaditos y mariscos en el Trocadero.  

Ignacio Javier López del Hierro Bravo, que se casó con Cospedal en 2009, siente debilidad por los moluscos. Alguna vez se han cruzado en el local la lideresa del PP y Tita Cervera. Eran otros tiempos para las dos. Para la baronesa, porque comía con su hijo Borja antes de pelearse con él y para la política porque todavía no amasaba tanto poder en sus manos.

La duquesa de Alba es la mejor vecina del Trocadero Playa, ya que su casa Las Cañas está justo abrazando la esquina del establecimiento. Tanto visitaba la familia el lugar, que el papel cuché le atribuyó a su hija Eugenia Martínez de Irujo un romance con uno de los hamaqueros argentinos del chiringuito. A su nieta, la pequeña duquesita, Tana, hija de Fran Rivera, era normal verla jugar a las camareras allí con una de sus amiguitas poniéndose hasta un mandil.

De boca en boca

Zapatero ha sido el último ilustre en ejercitar sus papilas gustativas en este solemne club de playa. Pero mientras el ex presidente del Gobierno disfrutaba en Trocadero Arena, su camarada Carme Chacón lo hacía en el Trocadero Playa, ubicado en la Milla de Oro y, curiosamente, unas mesas más atrás estaba Ángel Acebes. Los Hohenlohe, Maribel Verdú, Ana Obregón, Carmen Lomana y hasta el mismísimo matrimonio Azar, ella vestida con sus  pareos de flores, han disfrutado allí del atún o los solomillos de buey.

Un reducto de la antigua Marbella

Dicen que el Trocadero va recuperando poco a poco el espíritu de la Marbella de antes, en la  que los personajes más eclécticos se daban cita en el mismo espacio. La época de los Ole olé (forma coloquial de llamar a los Hohonlohe y su pandilla) toma forma ahora en este chiringuito playero de alto standing. Da trabajo a más de 200 personas. Abre los 365 días del año y su sus dos piedras angulares son: dar confianza sin traspasar la frontera y mantener una buena relación calidad precio.

Al caer la tarde, el Trocadero se transforma, gracias a una cuidada iluminación. Entonces la música acompaña al rumor de las olas. Es la hora en que el batería de Pin Floyd, que lo visitó hace unos días, se toma un sofisticado champán. Los sofás están hechos con troncos, hay mesas donde el cristal reposa sobre una raíz o pareos en lugar de manteles. Escritores como Raúl del Pozo o Carmen Rigalt también esbozan sus artículos sobre las mesas y mientras vierten su tinta pululan por el lugar las mascotas de algunos de ellos. Trocadero es uno de los emblemas de una Marbella que quiere, pero no puede, recuperar el esplendor perdido.