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Olivier Herrera Marín, el poeta que amó a Esther Koplowitz
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Olivier Herrera Marín, el poeta que amó a Esther Koplowitz

“Te amaré Esther, te soñaré y esperaré”, reza uno de los versos que el poeta valenciano Olivier Herrera Marín dedicaba a una desconocida Esther, cuyo nombre

Foto: Olivier Herrera Marín, el poeta que amó a Esther Koplowitz
Olivier Herrera Marín, el poeta que amó a Esther Koplowitz

“Te amaré Esther, te soñaré y esperaré”, reza uno de los versos que el poeta valenciano Olivier Herrera Marín dedicaba a una desconocida Esther, cuyo nombre ha ido acompañado durante 17 años de tres puntos suspensivos. Ahora, esta incógnita se desvela: Esther Koplowitz, una de las mujeres más ricas de España según la revista Forbes, fue la musa y el amor imposible del escritor.

“Es una historia de amor inaudita, pero una historia de amor que no llegó a su fin. Ambos estábamos divorciados y éramos libres para hacer los que quisiéramos, pero nuestro amor era un imposible”, relata Herrera Marín en conversación con Vanitatis, quien desea dejar claro en todo momento que nunca ha sido amante de Esther Koplowitz. Su gran temor es que una errónea interpretación de sus palabras acabe de un plumazo con una relación “tan pura” como la que mantenía con la afamada empresaria, a quien hizo “vibrar todas sus fibras. Algo que es más profundo que cualquier contacto sexual”.

El inicio de una intensa amistad

Un mero accidente unió sus destinos un 5 de febrero de 1995 en el aeropuerto de Barajas. Esther caminaba con paso decidido hacia la puerta de embarque para subirse a un avión que le llevaría a París, el mismo que tomaría Olivier. Fruto de la casualidad, el paraguas que portaba la empresaria cayó al suelo junto al poeta, que además trabaja como comercial en el sector hortofrutícola, y éste lo recogió. Una dulce sonrisa y un escueto “gracias” fue suficiente para cautivarle y poco a poco entablaron conversación, lo que finalmente forjaría una intensa amistad que duraría años, como así relata el diario Levante-EMV.

En un principio, no reconoció a la importante mujer de negocios que se escondía detrás de su hermosura, por lo que el trato entre ellos fue en todo momento “de tú a tú”, tal y como explica a este medio el propio protagonista. “Me atrajo la belleza y el carácter de Esther, pero no adopté una actitud de subordinación hacia ella, ni fui su perro faldero, porque con ella no tenía por qué rebajarme. Ella se encontró con un hombre que, con todo el cariño y el respeto, supo hacerla ver dónde estaba ella y dónde se encontraba él sin que esto fuese un impedimento”, confiesa.

Tras el incidente del paraguas y una vez en el interior del avión, Olivier se atrevió a acercarse a ella y descubrir su mutua pasión por la literatura y la poesía. Éste le obsequió con su primer libro, Besa las estrellas, que había salido al mercado dos años atrás, para que leyese durante el trayecto que cubría Madrid-París. Los versos que el escritor dedicó a su exmujer y a su primer hijo cautivaron a la empresaria, quien llevaba pocos años separada de su primer marido, Alberto Alcocer.

Tras aterrizar en el aeropuerto de Orly Esther le presentó a su hermana Alicia, que le acompañaba en el viaje, y mostró su fascinación por sus versos, solicitando información sobre dónde podría adquirir un ejemplar. “El libro ya es tuyo”, respondió él. Ante ese honor, la empresaria le pidió que se lo dedicase y le dijo su nombre: Esther Koplowitz. “Escríbeme tu apellido, que no lo he entendido”, reconoció el escritor, que obtuvo como respuesta un papel con su nombre, su apellido, su dirección y su teléfono, además de un invitación: “Escríbeme y nos veremos en Madrid”. Así nació su “romántica” historia que acabó plasmada en versos en un libro titulado Esther… un nombre de mujer, que la semana que viene será reeditado en España como Esther Koplowitz, un sueño de amor.

“Una historia guardada en un cofre”

El contacto entre Olivier y Esther se mantuvo con cierta regularidad durante cerca de tres años. Cartas, llamadas telefónicas y algún que otro encuentro en el domicilio madrileño de la empresaria y restaurantes de la capital, que sirvieron como telón de fondo a su singular amistad. Singular porque el propio escritor confiesa que “jamás hubiese imaginado que una persona que se encuentra en la cúspide de la pirámide empresarial pudiese prestar atención a una persona desconocida y humilde como yo”.

Pese a ello, así fue, aunque la fluidez de su contacto dejó de ser tan abundante como en los primeros años. “El contacto duró con cierta intensidad entre dos amigos que se respetan cerca de tres años. Luego, la relación languideció porque el paso que pueden dar un hombre y una mujer cuando empatizan como nosotros lo hicimos nunca se dio y se quedó ahí, en amistad. Luego ella se casó con Fernando Falcó”, asegura. “Ella me decía: ‘Olivier, tú no estás enamorado de mí, sino de tus poemas’. Y yo le respondía: ‘lo que sé es que eres tu quien me inspiras, pienso en ti y sueño contigo noche y día’”, rememora Herrera Marín.

Ahora, Esther Koplowitz “podría encontrarse entre la espada y la pared” al revelarse a quién estaban dirigidos realmente los poemas de Herrara Marín, que tan buena acogida han tenido en el mundo académico francés, pero tal y como reconoce él mismo: “Ella sabía que saldría su apellido desde Navidad”. Como posible salvaguarda a su imagen, Olivier alega que Esther bien podría asegurar “qué culpa tengo yo de que un poeta esté enamorado de mí”, si es que el amor fuese algún día considerado un pecado. Los versos no pueden dañarla, ya que “son poemas de amor sin ninguna connotación sexual”, que Esther ha leído hace ya 17 años, de los cuales posee varios ejemplares, y se sintió muy alagada en su momento.

“Esta es la verdadera noticia”

Olivier Herrera Marín está preocupado por la repercusión que pudiera tener su historia de “amor inaudito” con Esther Koplowitz. No desea que se malinterpreten sus intenciones, ya que sabe a la perfección que hay personas que “querrán buscar en mis palabras lo que no es”. Para demostrarlo, no tiene reparos en recitar uno de los poemas que le ha dedicado a la empresaria y que poco o nada tiene que ver con la omnipresente versión romántica ofrecida de esta historia.

“Mi objetivo no es aprovecharme del apellido Koplowitz. La gente puede pensar que esto puede ayudarme a vender libros y extender mi obra en España, pero no es así. Sólo quiero ayudar a salir de la crisis en la que se encuentra nuestro país, la desvertebración de España, la vergüenza que siento por la clase política y para ello es necesario unir fuerzas entre los poderes políticos, económicos y sociales. Por eso hablo directamente a Esther a través de mis versos, para reclamar la ayuda que el país necesita. Es un llamamiento a la clase empresarial de España y Esther puede ser la embajadora”, explica Herrera Marín, que dice seguir el ejemplo del escritor y activista político y sindical mexicano Vicente Lombardo Toledano, que a su nivel, como poeta y político se identifica con los maestros y entre ellos salvando todas las distancias de época y espacio, con la figura del escritor y activista político y sindical mexicano Vicente Lombardo Toledano, un ejemplo histórico a seguir para todos en España de cómo se puede tender puentes y unir a los ciudadanos de un país, de un pueblo para hacer frente a la crisis.

Lea dos de los poemas

 

LA PANTERA

 

Hermosa y elegante,

Sencilla y romántica,

Leíste de adolescente

Los viajes de Gulliver,

Salgari y Julio Verne,

Lamartine y Baudelaire,

Santa Teresa de Jesús

Y San Juan de la Cruz.

 

Hoy te niega y adula

Esa España mojigata,

Timorata y alcahueta,

Hortera y papanatas,

Cobarde e hipócrita,

Inculta de alta cuna,

Que juzga y condena

Cuanto ignora.

 

Hoy te ama y respeta

Quien te conoce y sabe

Que tus valores reales,

Son los que aprendiste

De niña en la escuela.

Sin ellos, sin tu sangre

Y tu belleza latina,

Herencia de tu madre.

 

Tú no serías quien eres

Esther...

Ni honrarías a tu padre.

Sin tu cultura y coraje

Tú, no serías nadie.

Tú serías la ilustre necia,

La triste y pobre reina,

La sombra de la nada.

 

Tú lo has sabido siempre

Al valorar lo que más vale.

Tú naciste para volar allí

A donde no llegan buitres.

Naciste hermosa y felina,

Naciste con la piel suave,

Aterciopelada y morena.

Naciste libre y pantera.

 

POR TI

 

Por ti escalaría descalzo el techo del mundo.

Cruzaría a pie el Sáhara y el desierto de Atacama.

Atravesaría el océano con dos cocos

Y una balsa de bambú.

Entraría en la cámara de los mil crótalos

Mirando la esmeralda.

Andaría sobre lanzas y puntas de flecha

Bañadas en curare.

Bajaría a nado los rápidos del Colorado.

 

Te ofrecería la piel del oso polar.

“Te amaré Esther, te soñaré y esperaré”, reza uno de los versos que el poeta valenciano Olivier Herrera Marín dedicaba a una desconocida Esther, cuyo nombre ha ido acompañado durante 17 años de tres puntos suspensivos. Ahora, esta incógnita se desvela: Esther Koplowitz, una de las mujeres más ricas de España según la revista Forbes, fue la musa y el amor imposible del escritor.

Esther Koplowitz