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La duquesa de Alba por fin sale de su encierro
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La duquesa de Alba por fin sale de su encierro

Desde que sufrió el percance en Roma con la rotura del fémur y la consiguiente intervención quirúrgica para implantarle unos clavos en la pierna, la vida de la

Foto: La duquesa de Alba por fin sale de su encierro
La duquesa de Alba por fin sale de su encierro

Desde que sufrió el percance en Roma con la rotura del fémur y la consiguiente intervención quirúrgica para implantarle unos clavos en la pierna, la vida de la duquesa de Alba cambió totalmente. Una vez resuelto positivamente el postoperatorio, se trasladó a su palacio de Dueñas, donde continuó tratamiento con el fisioterapeuta para recuperar totalmente la movilidad. Sus médicos, los doctores Munaíz y Trujillo, le aconsejaron que no saliera de casa y por eso no pudo acudir a la boda del hijo de su íntima Carmen Tello. No le gustó la idea, pero tuvo que acatarla. Un tropiezo podía echar por tierra su recuperación y eso lo tenía muy claro Cayetana, aunque llevara mal su encierro. Incluso su carácter festivo dejó paso a un cierto malhumor aumentado a veces por la falta de visitas de sus hijos. La venerable dama a veces no entiende que sus descendientes tienen obligaciones que cumplir. Pero sus días de cautiverio parece que han llegado a su fin.

El caso es que la duquesa ya se encuentra en perfecto estado de revista, preparando el verano. Y como siempre ejerciendo de perfecta anfitriona y recibiendo a sus amigos a mediodía para comer juntos. En el último almuerzo, celebrado el pasado fin de semana, no podían faltar Curro Romero, Carmen Tello, Javier Arenas, Macarena Olivenza, José Manuel Lara, Consuelo García Piris, el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, o Antonio Burgos y su mujer Isabel Herce. 

No quería una reunión demasiado multitudinaria y por eso recibió a los más íntimos. Era también una manera de agradecer a sus doctores de cabecera -Munaíz y Trujillo- su dedicación no solo profesional, sino afectiva. Un almuerzo amistoso y nada protocolario. El menú fue muy doméstico. De primero, ensaladilla rusa servida en moldes individuales, lomo a la mostaza, helado y mousse de chocolate. Después copa y tertulia.

El jueves próximo, más actividad. Reunión a la hora de comer en casa de Curro Romero y Carmen Tello. En este caso el motivo del encuentro es festejar a la soprano Mariola Cantarero, al tenor Ismael Jordi y a Pedro Halffter, director del Teatro de La Maestranza, donde se escenifica Rigoletto. La duquesa, que comparte amistad y admiración por estos profesionales, tiene previsto acudir a la ópera el viernes 28.

Y el fin de semana seguramente disfrutará de la presencia de su nieta Tana, que cuando viaja a Sevilla para estar con su padre suele visitarla. No tanto como la abuela quisiera, pero hay que tener en cuenta que la niña está en plena adolescencia y lo que quiere es estar con sus amigas. Si durante varios meses la duquesa ha permanecido enclaustrada, ahora vuelve a tomar su dinamismo, capaz de agotar a su marido y a sus íntimos. "La marcha que tiene Cayetana no es normal", dicen.

Desde que sufrió el percance en Roma con la rotura del fémur y la consiguiente intervención quirúrgica para implantarle unos clavos en la pierna, la vida de la duquesa de Alba cambió totalmente. Una vez resuelto positivamente el postoperatorio, se trasladó a su palacio de Dueñas, donde continuó tratamiento con el fisioterapeuta para recuperar totalmente la movilidad. Sus médicos, los doctores Munaíz y Trujillo, le aconsejaron que no saliera de casa y por eso no pudo acudir a la boda del hijo de su íntima Carmen Tello. No le gustó la idea, pero tuvo que acatarla. Un tropiezo podía echar por tierra su recuperación y eso lo tenía muy claro Cayetana, aunque llevara mal su encierro. Incluso su carácter festivo dejó paso a un cierto malhumor aumentado a veces por la falta de visitas de sus hijos. La venerable dama a veces no entiende que sus descendientes tienen obligaciones que cumplir. Pero sus días de cautiverio parece que han llegado a su fin.