La duquesa de Alba y la infanta Elena 'juntas' en un concurso de hípica en Sevilla

Conocidas por la pasión que sienten hacia los caballos, doña Cayetana se trasladó este sábado al Real Club Pineda de Sevilla para disfrutar de un concurso de hípica y celebrar el segundo aniversario de boda con Alfonso Díez.

Con unos pantalones color lila, una camisa de flores del mismo tono y una chaqueta azul la duquesa también aprovechó su estancia en la capital hispalense para apoyar a su hijo Cayetano, que participaba en el CSN4 Ruta de la Playa Badajoz-Sevilla 2013. Acompañada en todo momento por su marido, que estuvo muy pendiente de ella y de la que no se separó durante el torneo, Cayetana recibió multitud de muestras de cariño.

Una de las primeras en acercarse fue la infanta Elena. Con sombrero y gafas de sol, la primogénita de los Reyes saludó la duquesa y a Alfonso Díez, que le respondió con un beso en la mano. Junto a la duquesa de Lugo también se encontraba su entrenador, Felipe Zuleta, que también saludó al matrimonio.

Sin embargo, quien estuvo especialmente cariñoso fue Cayetano Martínez de Irujo que, una vez terminó la competición, besó de forma efusiva a su madre con la que estuvo varios minutos charlando y riendo en uno de los palcos del club.

De esta forma, el matrimonio celebraba su segundo año de casados después de una emotiva celebración en el Palacio de Dueñas en 2011. Aunque este era el tercer matrimonio para la duquesa, lo cierto es que ella ha reconocido en más de una ocasión que Alfonso se ha convertido en el hombre de su vidAdespués de mantener una especial amistad durante años.

Para celebrarlo, la pareja tiene entre sus planes viajar a Nueva York para seguir, así, con su hoja de ruta viajera después de un verano que comenzó en San Sebastián, que tuvo parada y fonda en Ibiza, y que terminó en Salamanca. Este destino estaría pensado desde el año pasado pero fue cambiado a Roma por cuestión de salud de la duquesa con tan mala suerte que se cayó y tuvo que ser operada de urgencia tras fracturarse el fémur. Ahora sólo cabe esperar si sus hijos están dispuestos a que cruce el charco.