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La cara más personal de Janet Yellen, la 'dama de hierro' de la economía yankee
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su marido es un premio nobel de economía

La cara más personal de Janet Yellen, la 'dama de hierro' de la economía yankee

Janet Yellen ha sido nombrada, hace apenas unos días, la primera presidenta de la Reserva Federal estadounidense con varios retos por delante

Foto: Janet Yellen seguida por su marigo, George Akerlof (I. C)
Janet Yellen seguida por su marigo, George Akerlof (I. C)

Nombramiento histórico tras toda una vida de méritos profesionales. Janet Yellen ha sido nombrada, hace apenas unos días, la primera presidenta de la Reserva Federal estadounidense. Tiene ante sí el reto de avanzar en el repliegue de la política monetaria sin aminorar el crecimiento económico de Estados Unidos. Al tiempo que crece su presencia como una de las mujeres más poderosas del país, muchos ojos se han puesto también en su historia personal, en la que el amor hacia su marido se mezcla con su querencia por la economía. Con él comparte profesión y pasión hacia las claves de la macroeconomía, pero también diferencias que a ellos les parecen mínimas y al resto les parecen directamente ridículas. George Akerlof es ese gran hombre detrás de la gran mujer, con el que se casó en junio de 1978 y el cual le dedicó su Premio Nobel de Economía en 2001.

Ya cuando se conocieron, a finales de los años 70, él se acababa de divorciar y pareció encontrar en ella a su otra mitad. A priori, ya tenían mucho que ver. Se conocieron en la Junta de la Reserva Federal de Washington y conectaron enseguida; tanto que, en menos de un año, ya estaban pasando por el altar. Resulta curioso lo que Akerlof decía acerca de lo que le mantenía ‘pegado’ a su esposa. “Coincidíamos y conectábamos en todo, incluso en nuestras ideas sobre macroeconomía. Nuestro único desacuerdo es que ella es más partidaria del libre comercio que yo”. Además, sorprende que, en una autobiografía, Akerlof asegurase que se había casado apresuradamente con su mujer “por razones prácticas”. Esas razones estaban fundamentadas en un nuevo trabajo de él como profesor a Londres que coincidía con la posibilidad de que ella también tuviese un trabajo en Inglaterra, por lo cual contrajeron matrimonio para evitar cualquier posibilidad de que los caminos profesionales bifurcasen los personales.

Parecía que desde que nació, el 13 de agosto de 1946, Yellen estaba destinada a compartir su obsesión por la economía con alguien que estuviese tan loco por el tema como ella misma. De hecho, aquellos que la conocían en sus años mozos, cuando no era más que la chica de una familia judía de clase media de Brooklyn, aseguran que siempre decía que no podría enamorarse de alguien que no tuviese talento. George Akerlof no sólo lo tenía, sino que también tenía antecedentes judíos, compartía su fijación y tenía una ideología parecida: ambos habían sido desde siempre economistas keynesianos. Se las apañaron durante años para coincidir geográficamente, y para que sus ambiciosas escaladas en la política económica no hiciesen que se resintiera su matrimonio. Sin embargo, parece que el secreto del éxito matrimonial estaba en saber explotar también sus amplias diferencias. Según cuentan, George es sensible, menos disciplinado y más creativo. Ella es más realista y parece aportar el sentido común al matrimonio.

Su hijo nació en 1981 y desde pequeño parece haber compartido la afición de sus padres por las cifras y las tácticas macroeconómicas. Con unos padres como ellos, no siempre se cumplió el tópico de la madre al cuidado familiar, sino que el joven estuvo durante largas temporadas a cargo del padre. Por ejemplo, a mediados de los 90, cuando ambos trabajaban ya en la Reserva Federal. Entonces, ella fue llamada por el Consejo de Economía de la administración Clinton en 1994. Querían que formase parte de su equipo. La reacción de Akerlof fue salir por un tiempo de su trabajo y quedarse en casa para cuidar al niño. Eso sí, la siguió apoyando más que nunca en la sombra. La única labor casera que ella no le delegó fue la de cocinar.

En 2001 llegó el Premio Nobel de Economía para él. La primera persona a la que le dedicó el premio fue, lógicamente, su esposa. Poco tiempo después, también dejó que los periodistas entrasen en la intimidad del hogar de ambos. La foto resultante de la entrevista era curiosa, ya que después de verlos en mil y una imágenes como serios economistas, las cámaras captaron la quietud de una casa normal y a un gato que se paseaba sinuoso tras ellos. Ahora, con el cambio profesional de ella, puesta en el ojo del huracán, los más escépticos se preguntan cuánto debe el triunfo de ella a la influencia de él.

Nombramiento histórico tras toda una vida de méritos profesionales. Janet Yellen ha sido nombrada, hace apenas unos días, la primera presidenta de la Reserva Federal estadounidense. Tiene ante sí el reto de avanzar en el repliegue de la política monetaria sin aminorar el crecimiento económico de Estados Unidos. Al tiempo que crece su presencia como una de las mujeres más poderosas del país, muchos ojos se han puesto también en su historia personal, en la que el amor hacia su marido se mezcla con su querencia por la economía. Con él comparte profesión y pasión hacia las claves de la macroeconomía, pero también diferencias que a ellos les parecen mínimas y al resto les parecen directamente ridículas. George Akerlof es ese gran hombre detrás de la gran mujer, con el que se casó en junio de 1978 y el cual le dedicó su Premio Nobel de Economía en 2001.

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