El matrimonio Aznar-Botella ha convertido Trocadero, uno de los restaurantes a pie de playa de Marbella, en su cuartel general gastronómico. Acuden a este local las cuatro estaciones del año, no sólo en verano. Nunca lo suelen hacer en solitario; siempre con amigos o conocidos, como ocurrió en agosto del año pasado, cuando compartieron una lubina a la sal, uno de los platos preferidos por el expresidente, con Valeria Mazza y su marido, el empresario Alejandro Gravier, quien recientemente adquirió un 2% del New York Times.
Esta Semana Santa no podía ser menos y la noche del Jueves Santo acudieron de nuevo al que parece ser su centro de operaciones vacacional. Esta vez la pareja de alterne era la formada por el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y su mujer Lourdes Cavero. Trocadero se caracteriza por una gastronomía de mercado. Tienen sus propios productos de huerta ecológica y el pescado también es de temporada.
Seguramente la política formaría parte de la conversación. González ya ha confirmado que se presentará a la reelección, mientras que Ana Botella mantiene en secreto su decisión. Quizá el tema tabú fue Esperanza Aguirre. El presidente autonómico es muy amigo de Aguirre, que además dio la cara por él con el polémico asunto de su ático de 250 metros cuadrados en Estepona. Los Aznar, por su parte, se acaban de trasladar a una villa de 2.000 metros cuadrados de parcela y 400 edificados que estrenaron este año en la zona más noble de Guadalmina.
La alcaldesa de Madrid no fue muy generosa en sus declaraciones con Aguirre cuando esta tuvo el incidente en la Gran Vía madrileña con los agentes de movilidad. Y entre los ‘populares’ de Madrid es de sobra conocido que entre González y Botella no ha habido siempre mucho feeling. A principios de abril protagonizaron el último encontronazo, cuando el primero aseguró que ganar la presidencia de la Comunidad era muy difícil si no se ganaba el Ayuntamiento y la alcaldesa le replicó que ganar la alcaldía no es "condición suficiente" para conseguir la Comunidad.
Debieron obviar los temas más complicados relacionados con sus dedicaciones laborales porque testigos presenciales pudieron ver el ambiente distendido de los cuatro y escuchar las risas de Aznar ante lo que parecían chascarrillos de González y a la inversa. Los que han tratado a ambos en la intimidad aseguran que se compenetran muy bien para darse la réplica con historias de humor. Pasada la medianoche abandonaron el local en dirección a sus casas en la Costa del Sol.
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