El presidente de Panamá se rinde a los encantos de Naty Abascal

Desde que la princesa de Asturias visitara el Ten Con Ten, hace casi dos años, este céntrico restaurante de Madrid se ha convertido en uno de los lugares preferidos para empresarios, visitantes extranjeros, miembros de la jet y políticos. Este martes, sobre las 19:45 horas, la calle Ayala, donde está ubicado, se llenaba de coches oficiales. Más de 15 agentes de seguridad escoltaban a Ricardo Martinelli, el presidente saliente de Panamá, a su familia y a su comitiva, que conformaban más de 15 personas.

El presidente, que está de visita oficial en nuestro país y que este miércoles ha almorzado con SS.MM. los Reyes en el palacio de la Zarzuela, degustó junto a sus invitados varios platos típicos del local: risotto de sémola, ceviche calderón, langostinos al panko, picaña, jamón ibérico, anchoas y de postre un sorbete de mango y una tarta de piña. Todo esto bañando con vino tinto Hacienda de Monasterio.

Algo que llamó poderosamente la atención es que Martinelli se ubicó en una mesa, con sus asesores, el embajador de Colombia y el embajador de Panamá en Londres, mientras su esposa, Marta Linares de Martinelli, ocupó con sus hijas y otras damas de la comitiva una mesa contigua en la que no se hablaba de ‘negocios’.

Y llegó la diva

Pero la noche apenas comenzaba y la sorpresa estaba a punto de llegar. Sobre las 22:00 horas hacía su entrada triunfal en el local Naty Abascal, después de acudir a un concierto a favor de la fundación Aladina, presidida por Paco Arango, que estuvo presentado por Jaime Cantizano. La musa de Valentino llegaba ataviada con un espectacular traje del diseñador Oscar de la Renta en blanco y negro que despertó la admiración de todos los presentes, incluyendo la del propio presidente, que no dudo evitar girar la cabeza para mirarla.

Naty, que acudió al restaurante en compañía de la diseñadora italiana Svetlana Tocorri, fue informada por alguno de los presentes sobre la expectación que había creado en la comitiva presidencial y en el propio Martinelli. Así que, cuando este se marchó, sobre las doce y media de la noche, no dudó en lanzar un "hasta luego" a su ilustre admirador.

El presidente, que abandonaba el local con una de sus hijas, posaba ante los fotógrafos que estaban apostados en la entrada y declaraba a Vanitatis: "Estoy encantado de estar en España. Sobre todo me gusta disfrutar de su gastronomía”.