Una 'niña bien' de Manresa aspirante a actriz que enamoró y refinó a Guardiola
La que hoy ya es mujer de uno de los entrenadores más consagrados de la historia del fútbol ha gobernado su vida bajo el paraguas de la discreción
A pesar de su juventud, Guardiola es uno de los entrenadores más consagrados de la historia del fútbol. Es mundialmente admirado y sus méritos son conocidos en cualquier rincón del globo terráqueo. Sin embargo, poco se sabe de su vida familiar. Fiel protector de su privacidad, ha querido llevar esa forma de ser hasta el día de su boda. Este jueves, el entrenador del Bayern de Múnich y su pareja desde hace dos décadas, Cristina Serra, se casaban en la más estricta intimidad en el Ayuntamiento de Matadepera (Barcelona).
Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Los que conocen a Cristina así lo aseguran. Entre todos los adjetivos que pueden definir a Cristina Serra hay uno que destaca por encima de los demás, es demasiado discreta. Desde que conoció al que es hoy su marido oficial hace más de 20 años, sigue siendo la misma chica pija de Manresa a quien sus padres inculcaron unos valores para que se enfrentara a la vida de forma serena, feliz y sin altibajos.
Cristina nació en el seno de una familia de clase media alta ya que sus abuelos fundaron en 1933 la empresa familiar textil que, con el tiempo, se materializó en dos tiendas en Manresa y otra más en Barcelona –inaugurada hace cuatro años– donde venden prestigiosas marcas como Dsquared2, Dolce & Gabbana, Marc by Marc Jacobs o Alexander Wrang. Fue en una de esas boutiques de Manresa donde a los 18 años Pep Guardiola cayó rendido ante la belleza de una joven morena, sonriente y con un tipo espléndido cuya única aspiración era la de ser actriz.
Para llevar a cabo su sueño empezó a ganar dinero como dependienta junto a su hermana en la boutique Serra Claret, pero en cuanto Pep le pidió salir, su vida dio un giro de 180 grados. Lo dejó casi todo por amor. Como hizo Montse Chaure, la viuda del ex entrenador del Barça Tito Vilanova, fallecido hace algunas semanas. “Es una mujer con una gran personalidad, te puedo decir que manda lo suyo. Ha apoyado a Pep en todas sus decisiones futbolísticas, pero de ahí a que tenga una gran influencia sobre él en lo deportivo hay un gran trecho. Los dos se entienden a la perfección y Cristina no dudó nunca en seguir a su pareja hasta Italia, Qatar o México. Y cuando tuvieron a sus tres hijos, tampoco le costó dejar su casa de la zona alta de Barcelona para estar junto a Pep cerca del terreno de juego”, asegura alguien muy cercano al actual entrenador del Bayern de Múnich.
Es tan, tan, tan reservada, que incluso en las celebraciones de las victorias del Barça o en los escasos eventos a los que han asistido, Cristina casi siempre ha intentado esquivar los flashes. Nunca ha tenido afán de protagonismo como otras muchas novias de los jugadores blaugranas. Incluso cuando acudía al palco o las gradas del Camp Nou nadie se daba cuenta de su presencia. Ella prefiere ser natural, muy normal y sencilla.
Cuando vivían en la zona alta de Barcelona, cerquita de la baronesa Thyssen o de Ainhoa Arteta, Cristina nunca ejerció como ‘mujer de’ e iba a comprar a los comercios de la zona como cualquier vecina. Si alguna dependienta se percataba de quien era se lo hacía saber al resto, pero murmuraban lo justo porque si hay algo que detesta profundamente la mujer de Guardiola son los bulos, los rumores y los cotilleos. Algunos vecinos incluso les llegaron a tildar de sosos porque no sobresalían en nada –es lo que tiene ser tan discreto–. “No le gusta en absoluto ser popular. De hecho, cuando Pep dejó de ser entrenador del Barça para tomarse un año sabático la decisión de Cristina fue primordial. Los dos querían apartarse del mundanal ruido, como vulgarmente suele decirse y no se quedaron en Europa porque estaban a un tiro de piedra de los paparazzi. Así que escogieron Nueva York. Una ciudad que les vino muy bien para desintoxicarse y para que los niños aprendieran inglés”, afirma un periodista experto en las andanzas culés.
Se sabe que es una mujer culta, elegante y que comparte el independentismo catalán y la pasión del cine y la moda de su recién estrenado marido que, por cierto, es amigo íntimo de los directores Fernando y David Trueba y del cantautor Lluís Llach, cuya canción Amor particular es una de sus preferidas. A pesar de que en los años noventa Pep desfiló para Toni Miró, Cristina ha sido quien le ha asesorado en la forma de vestir hasta convertirse en uno de los grandes referentes de la moda. De hecho, durante bastante tiempo Cristina atendió junto a varias ayudantes su propia tienda de Barcelona, donde también han ido a comprar algunos jugadores como Messi.
Pep creció en el seno de una familia humilde de Santpedor, donde sus padres le inculcaron lo importante que era ser honesto, íntegro y conseguir las cosas con esfuerzo. Cariñosamente le llaman “el hijo del paleta”, algo que lleva con orgullo el ahora millonario y famoso entrenador. Por eso se complementó tan bien desde el principio con Cristina ya que nació en otro tipo de cuna. Ella le enseñó a valorar la comida, a elegir los buenos vinos, saborear los viajes y, sobre todo, a elegir las mejores prendas del armario. A veces han sido tan sibaritas que se han escapado a Milán o París para degustar una buena comida o para ir de tiendas.
Los dos son unos auténticos padrazos para sus tres hijos, María (2001), Màrius (2003) y Valentina (2008), a los que Cristina ha mimado y protegido del foco mediático. En conjunto, la familia ha tenido siempre un perfil bajo de cara a la prensa, especialmente a la del corazón. Cristina siempre ha declinado hacer cualquier tipo de entrevista, ni tan siquiera hacer alguna declaración, pero hizo una excepción en el 2001 cuando Pep fue acusado de doparse. “Aquella situación fue muy dura para ellos y es la única ocasión, que yo recuerde en este momento, en el que se haya podido oír la voz de Cristina”, afirma uno de sus amigos.
Pep, que nunca concede entrevistas y sólo se somete a ruedas de prensa, ha hecho alguna excepción de tanto en tanto para hablar de su mujer: “A veces se queja de mis decisiones tácticas. Mi mujer y yo siempre decidimos juntos. Para mí la armonía es muy importante. Eso lo aprendí muy pronto”. Alemania, en cierto sentido, ha cambiado la actitud de Cristina y de Pep, que se muestran algo más receptivos a la hora de abrir su ya escurridizo corazón.
A pesar de su juventud, Guardiola es uno de los entrenadores más consagrados de la historia del fútbol. Es mundialmente admirado y sus méritos son conocidos en cualquier rincón del globo terráqueo. Sin embargo, poco se sabe de su vida familiar. Fiel protector de su privacidad, ha querido llevar esa forma de ser hasta el día de su boda. Este jueves, el entrenador del Bayern de Múnich y su pareja desde hace dos décadas, Cristina Serra, se casaban en la más estricta intimidad en el Ayuntamiento de Matadepera (Barcelona).