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La condesa de Romanones: "Corinna habría sido buena espía"
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LA PRINCESA LUCIÓ UNA DE SUS JOYAS

La condesa de Romanones: "Corinna habría sido buena espía"

A sus 94 años, Aline Grifith, condesa de Romanones, continua viajando sola sin necesidad de señora de compañía, como hacen otras damas de su edad

Foto: La condesa junto a José Víctor durante los 'Escaparate' (FOTO: Paloma Barrientos)
La condesa junto a José Víctor durante los 'Escaparate' (FOTO: Paloma Barrientos)

A sus 94 años, Aline Grifith, condesa de Romanones, continua viajando sola sin necesidad de señora de compañía, como hacen otras damas de su edad y condición. Sigue escribiendo libros que tienen como hilo conductor los años en que ejerció de espía para el gobierno de Estados Unidos y, quizá por haber estado en situaciones difíciles, tampoco tiene miedo a casi nada. "Ni a la muerte, que es mi última asignatura", explicaba con sentido del humor en uno de sus últimos viajes a Sevilla. La condesa espía está de vuelta de todo y tampoco se agobió demasiado cuando unos ladrones entraron en su casa hace siete meses, la maniataron y le manifestaron que, aunque ella ofreciese sus joyas, solo querían dinero. “No los han detenido. En realidad, sólo querían efectivo y yo no suelo tener en casa cantidades importantes. Por eso les dije que se llevaran las joyas. No quisieron porque debían saber que ese tipo de botín es mucho más difícil colocarlo en el mercado negro”.

La condesa de Romanones ha sido una de las mujeres con el mejor ‘joyero’ de España. Piezas importantes, la mayoría regalo de su marido Luis Figueroa y Pérez de Guzmán, que la aristócrata ha ido vendiendo. Unas veces sin intermediarios y otras, a través de casas de subastas como el collar de esmeraldas y oro blanco que llegó a manos de la princesa Corinna, la amiga del rey don Juan Carlos. Así lo explicaba Aline durante su último acto en los premios ‘Escaparate’ celebrados en la noche sevillana: “Es una de las piezas más espectaculares que tenía. La compró Luis (su marido) a nuestro amigo Luis Gil, que la remodeloó. Había pertenecido a la princesa de Kapurthala, Anita Delgado. La vendí porque ya no hay fiestas en las se puedan lucir ese tipo de joyas tan aparatosas y para que estén en la caja fuerte del banco prefiero que otras las aprovechen". Esa noche confirmó que no conocía personalmente a la princesa alemana, aunque hay parentesco lejano entre ellas.

"¡Claro que se quién es!! Estoy en el mundo, leo la prensa y no olvide que fui espía. Por lo tanto, estoy al día y aunque hay quien dude de mi historia, sigo manejando buena información”, contaba con esa ironía que da el haber cumplido más de nueve décadas y decir y hacer lo que le viene en gana. “El papel de las mujeres en el mundo del espionaje ha sido muy importante. Corinna habría sido una buena espía”, manifestó.

La noche de la fiesta sevillana, Alinne Grifit lucía un impresionante collar de perlas con un engarce de brillantes y oro blanco que forma parte de su colección de joyas "que aún no he puesto a la venta. Me he quedado con piezas importantes, pero sobre todo con las que tienen un gran valor sentimental. Este collar me lo regaló mi marido en un cumpleaños. Creo que fue a los 50, aunque no me haga mucho caso, a veces se me olvida lo anecdótico y me quedo con lo principal”.

A sus 94 años, Aline Grifith, condesa de Romanones, continua viajando sola sin necesidad de señora de compañía, como hacen otras damas de su edad y condición. Sigue escribiendo libros que tienen como hilo conductor los años en que ejerció de espía para el gobierno de Estados Unidos y, quizá por haber estado en situaciones difíciles, tampoco tiene miedo a casi nada. "Ni a la muerte, que es mi última asignatura", explicaba con sentido del humor en uno de sus últimos viajes a Sevilla. La condesa espía está de vuelta de todo y tampoco se agobió demasiado cuando unos ladrones entraron en su casa hace siete meses, la maniataron y le manifestaron que, aunque ella ofreciese sus joyas, solo querían dinero. “No los han detenido. En realidad, sólo querían efectivo y yo no suelo tener en casa cantidades importantes. Por eso les dije que se llevaran las joyas. No quisieron porque debían saber que ese tipo de botín es mucho más difícil colocarlo en el mercado negro”.

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