El regreso de las musas de Hubert Givenchy
El vestido de Givenchy diseñado para 'Desayuno con diamantes' podrá ser visto por los españoles gracias a la exposición dedicada al modisto que ofrecerá el Thyssen
La mañana inunda con sus primeros rayos de sol la Quinta Avenida de un Nueva York de los años 60. Una mujer joven con un largo vestido negro, unas gafas de sol y un moño baja de un taxi y se coloca frente a Tiffany’s, la joyería más famosa de la ciudad de los rascacielos. La chica, que se para a desayunar un croissant frente al ostentoso escaparate, es Audrey Hepburn. La escena descrita, el comienzo de la legendaria Desayuno con diamantes. El vestido, un diseño de Hubert de Givenchy que los españoles podrán ver de cerca gracias a la exposición dedicada al modisto que ofrecerá el Museo Thyssen a partir del próximo día 22 y que incluirá este vestido leyenda de la historia del cine que lució la que, seguramente, fue la más destacada de las musas del aristócrata de 87 años. “Su ropa es la única con la queme siento yo misma. Es más que un diseñador; es un creador de personalidad”, dijo sobre él la mítica actriz.
Muchos años antes de que la llamada ‘otra Hepburn’ pronunciase esas palabras, Givenchy era un niño privilegiado, que crecía en Beauvies, una pequeña localidad francesa en la que la única inspiración remotamente conectada con la moda era la de la fábrica de tapices que poseía su abuelo. La moda no era la profesión más lógica para un joven de noble cuna, hijo menor del marqués Lucien Taffin de Givenchy, proveniente de una familia de raíces venecianas. Renunciando a lo que se esperaba de él, estudiar Derecho, se fue a París para asistir a la Escuela de bellas Artes de la capital francesa. Decidido a hacerse un nombre y a tener su propia tienda de modas, Hubert tenía apenas 25 años cuando en 1952 abrió su atelier, influido por costureros de la talla del español Balenciaga, que siempre fue uno de sus grandes ídolos y llegó a ser su amigo personal.
Fue a partir de ese momento cuando llegó a su vida Audrey Hepburn, literalmente. Cuando todavía no era la delgadísima estrella de películas de renombre, le avisaron de que lo visitaría una actriz que respondía a ese nombre. Pensando que se trataba de otra Hepburn, Katharine, Givenchy dio una negativa que se convirtió en un ‘sí’ curioso cuando supo que se trataba de una joven actriz que compartía el mismo apellido. En su taller se presentó una jovencita delgada, con una camiseta anudada, sandalias planas y un sombrero de gondolero pidiéndole que le hiciese un vestido para su próxima película. “No sé si será posible”, le replicó él. Al final, sí que pudo ajustarse a la petición de Hepburn, le confeccionó el vestido y se convirtieron en inseparables. El binomio Hepburn-Givenchy hizo historia en un sinfín de películas como Sabrina o Dos en la carretera dando lugar al característico look de chica frágil, grandes gafas de sol y vestidos estilizados que la estrella puso de moda en los años 60.
Autor del vestido de luto más famoso del siglo XX
Aquella fue una década especialmente prolífica para el diseñador que intervino en modelos que pasarían a la historia. Un ejemplo claro fue el vestido que Jacqueline Kennedy usó cuando fue invitada a la cena de gala que el presidente francés dio en el Palacio de Versalles con el característico abrigo rojo que parecía traerle suerte. Aunque la señora del fallecido presidente siempre apostó por Channel, aquel modelo supuso su carta de presentación en Europa, un momento fundamental de las relaciones entre Estados Unidos y el viejo continente. No sólo la vistió ese día sino que fue el diseñador de un vestido aún más importante. “Por favor, necesitamos que le confeccione a la Señora Kennedy un vestido de luto lo antes posible”, le suplicaron un día a través del otro lado de la línea telefónica. Era 1963 y el presidente acababa de ser abatido a tiros en Dallas. Givenchy, icono del glamour audaz pero a la par elegante, se convertía así en la persona que había vestido a una de las viudas más famosas del siglo XX.
Jackie o Audrey Hepburn no fueron las únicas musas del diseñador, ya que por su lista de clientas pasaron, en algún momento, Grace Kelly, la duquesa de Windsor, Greta Garbo, Lauren Bacall y, con el paso de los años, Laetitia Casta o Carla Bruni. Al cerrar su tienda en la década de los 80, algunas de las mujeres que habían sido vestidas por él sabían que, con su retiro, también se iba toda una época. No en vano, también había sido el creador, por ejemplo, del vestido dos piezas o el famoso ‘corte globo’.
Pese a decir adiós, llegó a controlar su tienda hasta bien entrados los años 90, cuando su firma se aplicaba también a perfumes y John Galliano le sucedió en la dirección creativa de la firma. Hoy vive retirado, dando paseos cortos por su casa y recordando para sí mismo a aquellas mujeres que un día se pusieron en sus manos para exaltar la misma belleza que llevó a aquel niño bien que un día fue a dedicarse al mundo de la moda.
La mañana inunda con sus primeros rayos de sol la Quinta Avenida de un Nueva York de los años 60. Una mujer joven con un largo vestido negro, unas gafas de sol y un moño baja de un taxi y se coloca frente a Tiffany’s, la joyería más famosa de la ciudad de los rascacielos. La chica, que se para a desayunar un croissant frente al ostentoso escaparate, es Audrey Hepburn. La escena descrita, el comienzo de la legendaria Desayuno con diamantes. El vestido, un diseño de Hubert de Givenchy que los españoles podrán ver de cerca gracias a la exposición dedicada al modisto que ofrecerá el Museo Thyssen a partir del próximo día 22 y que incluirá este vestido leyenda de la historia del cine que lució la que, seguramente, fue la más destacada de las musas del aristócrata de 87 años. “Su ropa es la única con la queme siento yo misma. Es más que un diseñador; es un creador de personalidad”, dijo sobre él la mítica actriz.