El doble trato de favor de Iñaki Urdangarin en los aeropuertos de Madrid y Barcelona

Escoltado por miembros de la Guardia Civil, llevado a pie de pista en un vehículo y con acceso por una escalerilla alternativa a la del resto del pasaje, que tuvo que esperar en la misma boca del avión a que Iñaki Urdangarin ocupara su asiento. Dicho trato lo recibió tanto en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, donde llegó procedente de Suiza, como en el de El Prat de Barcelona, cuando regresaba a Ginebra.

Días después de que la Audiencia Provincial de Palma decidiese mantener la imputación de la infanta Cristina en la trama del ‘caso Nóos’, su marido, Iñaki Urdangarin, se convierte de nuevo en el centro de atención al recibir un trato de favor en los aeropuertos españoles durante su visita fugaz a nuestro país para reunirse con su abogado. El cuñado de Don Felipe recibió un trato que no se corresponde con su actual estatus, haciendo esperar incluso al pasaje que viajaba en clase business, entre los que se encontraban el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, y el consejero delegado de OHL, Josep Piqué, como adelantó El Confidencial en su 'confidente'.

Este lunes, los duques de Palma dejaron su refugio suizo para reunirse con sus respectivos abogados en la Ciudad Condal. La principal orden del día era fijar la estrategia judicial a seguir para minimizar las consecuencias de sus “actividades poco ejemplares” al frente del Instituto Nóos, tal y como las definió el propio Rey Juan Carlos en su momento. Ella no responderá ya ante el juez Castro por un delito de blanqueo de capitales, pero sí por dos de fraude fiscal. Él ha visto cómo se han sumado nuevas causas a su ya abultada lista de delitos, que ya alcanza la decena y cuya condena se estima superior a los 20 años de prisión.

El lunes aterrizó a primera hora en Madrid procedente de Ginebra, con la intención de tomar otro vuelo con destino a Barcelona. Aquí comenzó una comitiva especial para proteger la figura del cuñado del Rey Felipe VI. A las 11:15 horas de la mañana se dispuso a acceder al avión que le llevaría junto a su mujer y su equipo de abogados. No lo hizo como un viajero más; tampoco como uno de clase business cualquiera. Volaba con un guardaespaldas, pero además escoltado por miembros de la Guardia Civil. Llegó a pie de pista en una furgoneta de Iberia, la misma compañía con la que tenía intención de viajar. Además, accedió al interior de la aeronave por una escalerilla alternativa a la del resto de pasajeros, que miraban con estupor el dispositivo desplegado para un hombre que tiene numerosas cuentas pendientes con la justicia.

El mismo dispositivo que, horas más tarde, ya en Barcelona y tras pasar cerca de dos horas reunido con su abogado y los de su esposa en el bufete Roca & Junyent, se volvería a producir para llevar al duque de Palma de nuevo hasta Ginebra. En esta ocasión no estuvo solo en el aeropuerto de El Prat, ya que su abogado lo acompañó en la sala de autoridades.