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Boda sorpresa del embajador de Francia, Jérôme Bonnafont, con su novio Danny
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Boda sorpresa del embajador de Francia, Jérôme Bonnafont, con su novio Danny

El diplomático francés y su pareja, Danny Lalrinsan, han contraído matrimonio en el consulado de su país rodeado de sus familiares más directos. Sus amigos no lo sabían

Foto: Jérôme Bonnafont con su marido, Danny Lalrinsan, en un montaje fotográfico (Vanitatis)
Jérôme Bonnafont con su marido, Danny Lalrinsan, en un montaje fotográfico (Vanitatis)

El domingo pasado un grupo reducido de amigos acudía a la residencia del embajadro francés dela madrileña calle de Serrano convocados por Jérôme Bonnafont para celebrar el cumpleaños de su pareja, Danny Lalrinsan. Esta era la excusa utilizada por el embajador para convocar a los íntimos que no imaginaban la sorpresa que vendría más tarde. El motivo de la convocatoria era algo mucho más especial y con una gran repercusión afectiva. Días antes, el representante de Francia en España y su novio habían contraído matrimonio en la embajada de su país, que se encuentra en la calle Salustiano Olozaga. A esta ceremonia solo asistieron familiares muy directos y, por supuesto, Moisés, el hijo de seis años de la pareja, que se ha aclimatado perfectamente a la vida española desde que sus padres se instalaron en Madrid en noviembre de 2012.

Mientras iban llegando los invitados se sirvió champán y, una vez que estuvieron todos reunidos, el embajador anunció el verdadero motivo de la reunión. Sorpresa inicial y después alegría, porque aunque nadie sabía de la inmediatez de la boda, sí conocían que esta decisión formaba parte de su proyecto familiar de futuro. “Tanto Jérôme como Danny lo habían comentado en muchas ocasiones delante de los amigos, pero no esperábamos que fuera ahora en Navidades”, cuentan amistades de la pareja a Vanitatis, que describen el encuentro como “una noche muy emotiva y con el niño feliz al ver a sus padres y a todos nosotros tan contentos”.

En los salones de la embajada se dispusieron las mesas para amigos y familiares y en otra de las dependencias un bufémuy parecido al que se sirve habitualmente cuando hay convocatorias festivas. Quesos españoles y franceses acompañados de uvas, salmón ahumado, ensaladas variadas, rosbif, huevos rellenos, arroz, pudin de pescado, entre otros muchos platos y postres variados. Nada fuera de lo habitual en las recepciones de la embajada francesa en España.

La relación de Bonnafont y Lalrinsan viene de largo. Ambos tienen currículos brillantes. Se conocieron en la universidad de La Sorbona, París, hace más de quince años y se complementan en gustos y aficiones. El marido del embajador proviene de una familia relacionada con el mundo diplomático y el arte. Él mismo es un descubridor de artistas noveles y ha organizado varias muestras en la embajada. En la primavera pasada fue el comisario de una exposición sobre la cultura popular de Mizoram, una región al noroeste de India habitada por el pueblo mizo, cuyo origen sigue siendo un misterio. Apasionado de la jardinería, es un hombre culto y refinado que acompaña al embajador en las fiestas y reuniones sociales de la delegación. “No hacen ostentación, pero tampoco se han escondido. Llegaron a Madrid como pareja y así se mostraron. No hay diferencia con el papel de la mujer de un embajador. En ambos casos hay un titular y una o un consorte, como es este caso”, aseguran los que le han tratado.

Para Bonnafont, Madrid ha sido su segundo destino tras cuatro años en India, también como jefe de la diplomacia. Es licenciado en Ciencias Políticas y Administración de Empresas. Fue secretario de embajada en Nueva Delhi, encargado de misión en la dirección de Asuntos Económicos y Financieros del Ministerio de Asuntos Exteriores, consejero en la Embajada de Kuwait, consejero de Naciones Unidas en Nueva York,jefe del servicio de Asuntos Internacionales del Ministerio de Medio Ambiente, asesor técnico y portavoz del Gobierno con Chirac, embajador en India, director del gabinete del ministro de Estado y ministro de Asuntos Exteriores como último destino, antes de aceptar el cargo de embajador en España.

El domingo pasado un grupo reducido de amigos acudía a la residencia del embajadro francés dela madrileña calle de Serrano convocados por Jérôme Bonnafont para celebrar el cumpleaños de su pareja, Danny Lalrinsan. Esta era la excusa utilizada por el embajador para convocar a los íntimos que no imaginaban la sorpresa que vendría más tarde. El motivo de la convocatoria era algo mucho más especial y con una gran repercusión afectiva. Días antes, el representante de Francia en España y su novio habían contraído matrimonio en la embajada de su país, que se encuentra en la calle Salustiano Olozaga. A esta ceremonia solo asistieron familiares muy directos y, por supuesto, Moisés, el hijo de seis años de la pareja, que se ha aclimatado perfectamente a la vida española desde que sus padres se instalaron en Madrid en noviembre de 2012.

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