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Las esposas de Griñán y Chaves: de primeras damas a mujeres de imputados
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Las esposas de Griñán y Chaves: de primeras damas a mujeres de imputados

Las mujeres de los expresidentes de la Junta de Andalucía fueron amigas durante años. Ahora les une la sentencia de sus maridos por el caso de los ERE

Foto: José Antonio Griñán con su esposa en 2012. (EFE)
José Antonio Griñán con su esposa en 2012. (EFE)

Hubo un tiempo en que Antonia Iborra y Teresa Caravaca compartieron confidencias. Iban juntas al cine en Sevilla y conocían la hoja de ruta de la Junta. Antonia y Teresa son las mujeres de Manuel Chaves y José Antonio Griñán respectivamente. Aunque su relación se enfrió hace unos años, ahora asisten a su particular película de terror. Un thriller en el que sus maridos, antaño hombres ilustres de la Andalucía autonómica, se han convertido en los 'sospechosos' de la película. Este martes, no han salido muy bien parados de la sentencia de los ERE. Griñán ha sido condenado a seis años de cárcel por malversación de fondos y Chaves ha sido inhabilitado por nueve años por un delito continuado de prrevaricación. Sus mujeres, por tanto, han pasado de ser primeras damas a esposas de imputados.

La relación, al menos profesional, de Antonia y Teresa comenzó en 1990. Con la designación de Manuel Chaves como presidente de la Junta, Griñán fue nombrado consejero de Salud. Antes de eso, la vida de las primeras damas corrió en paralelo. Mientras que Teresa y Griñán contrajeron matrimonio en 1970, Antonia y Chaves lo hicieron en 1972.

La discreta primera dama

Antonia Iborra se casó con Chaves hace 45 años. Padres de dos hijos, Iván y Paula, Iborra acompañó a su marido desde los inicios como profesor de Derecho –primero en Bilbao y luego en Córdoba– hasta en su toma de posesión como presidente de la Junta de Andalucía en 1990. Iborra se convertía en primera dama, un puesto en el que se mantendría durante 19 años.

placeholder Manuel Chaves. (EFE)
Manuel Chaves. (EFE)

Mientras su marido dirigía la Junta, Iborra, que es licenciada en Químicas, aunque nunca ejerció, se dedicaba al cuidado de su familia. Pocas veces apareció junto a su marido en actos públicos. Solo las necesarias. Prueba de ello es que la edición de Sevilla del diario 'ABC' destacó su presencia en la toma de posesión de Alfredo Sánchez Monteserín en lugar de su marido. Fue el 17 de junio de 2007.

“Antoñita es muy discreta y no le gusta aparecer, prefiere dedicarse a la familia”, contaba una persona del entorno a Vanitatis. Incluso cuando su hijo Iván se casó en la catedral de Sevilla en 2003 ejerció de sencilla madrina, ataviada con un vestido azul celeste y prescindiendo de la mantilla sevillana. “Es normal ver a Antoñita recogiendo a sus nietos en el colegio”, afirman las mismas fuentes. Abuela de dos niñas, descendientes de su hijo Iván, vivían con su padre después del divorcio del joven, de 40 años, de Rocío Cabet del Castillo.

Fiel a sus amigos”, como la definen, hizo una excepción en su hermetismo el verano pasado. Antoñita y su marido viajaron hasta Tánger para acompañar a una amiga, la empresaria malagueña Pilar Rodríguez, en la inauguración de un riad de lujo en la ciudad.

Mientras su marido dirigía la Junta, Antoñita lo hacía en casa. “Le encanta recibir y es una buena anfitriona”, describen.

La aristócrata

Más público ha sido el papel de Teresa 'Mariate' Caravaca. La mujer del también expresidente José Antonio Griñán es nieta de la quinta hija del X marqués de Nevares, según recoge el conde de los Acevedos en el libro 'Anales de la Real Academia Matritense de la Heráldica y Genealogía, Volumen II-III'. Nacida en la capital hispalense en 1949, en los años 60 comenzó su relación con Griñán, tres años mayor que ella, cuando Mariate todavía era una adolescente. Contrajeron matrimonio en Sevilla el 29 de agosto de 1970, después de que Griñán aprobara la oposición a técnico de Trabajo en 1969. Un año después nació Manuel, su primer hijo. El único maño de la familia, ya que el matrimonio se encontraba en Zaragoza por el trabajo de Griñán. La pareja tiene además a Ana, de 39 años; y a Miguel, de 27. El benjamín de los Griñán Caravaca nació, según su padre, tras “un descuido, feliz descuido”.

placeholder José Antonio Griñán, en una imagen de archivo. (EFE)
José Antonio Griñán, en una imagen de archivo. (EFE)

Mariate salió de las sombras a finales de 2008, para acompañar a su marido en actos de campaña y lograr así que llegase al palacio de San Telmo. Incluso se atrevió a protagonizar un beso a lo Iker Casillas y Sara Carbonero como estrategia de imagen cuando ganaron las elecciones en 2012.

“Comparte el gusto por la lectura y el cine con su marido”, desvela una persona que la conoce. De hecho, el expresidente de la Junta afirmó que tras dejar su cargo se quería dedicar a escribir ficción y sus memorias. “Intentan ir al cine todos los meses”, continúa la misma fuente. De hecho, Mariate recomendó en su perfil de Twitter 'La gran belleza' con las siguientes palabras: “Una película: 'La gran belleza' (Sorrentino). Un actor: Toni Servillo. Un personaje: Jep Gambardella. El cine sigue siendo un arte inagotable”. Fumadora y abuela de cuatro nietos, en la red social se muestra orgullosa de ellos, incluso ha publicado una foto del 'christmas' que le hizo Pablo, uno de ellos, en Navidad.

Uno de los momentos más difíciles para el matrimonio sucedió en 2013. Con la renuncia de Griñán y la sombra de la sospecha de la juez Alaya, quien pensaba que estaba implicado en los ERE, su mujer fue su apoyo. “2013 ha sido chungo, pero he vivido intensamente sus días y he estado acompañada por los míos. La vida es un regalo. Viva 2014”, escribió entonces Mariate en Twitter.

Mucho más contestataria que su 'homóloga' Antoñita. Mariate se manifestó en su momento contra la reforma de la ley del aborto propuesta por Gallardón. Sin embargo, es católica: “Con lo claro que habla el Papa Francisco hay que ver la cantidad de intérpretes (?) de sus palabras que hay en nuestra conferencia episcopal”, escribía.

Resultan curiosas aquellas palabras de Chaves en 2015, cuando estuvo en el Congreso y dijo: “No siento bochorno, tengo la conciencia tranquila (...). Durante mi mandato como presidente de la Junta todo se ha hecho de forma escrupulosamente legal”.

Hubo un tiempo en que Antonia Iborra y Teresa Caravaca compartieron confidencias. Iban juntas al cine en Sevilla y conocían la hoja de ruta de la Junta. Antonia y Teresa son las mujeres de Manuel Chaves y José Antonio Griñán respectivamente. Aunque su relación se enfrió hace unos años, ahora asisten a su particular película de terror. Un thriller en el que sus maridos, antaño hombres ilustres de la Andalucía autonómica, se han convertido en los 'sospechosos' de la película. Este martes, no han salido muy bien parados de la sentencia de los ERE. Griñán ha sido condenado a seis años de cárcel por malversación de fondos y Chaves ha sido inhabilitado por nueve años por un delito continuado de prrevaricación. Sus mujeres, por tanto, han pasado de ser primeras damas a esposas de imputados.

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