La paternidad de Salvador Dalí que reclama una tarotista catalana
La ciudadana Pilar Abel asegura ser hija del artista y ha presentado una demanda de paternidad contra el Estado. Si se determina su filiación, le correspondería un 25% de lo que Dalí legó a España
Pilar Abel se enteró cuando tenía ocho años. Fue su abuela paterna quien se lo dijo. En realidad, la madre del hombre que durante toda la vida ejerció de padre. “Tú eres hija de ese señor”. Y Pilar miraba atónita una foto de Salvador Dalí (Figueres, 1904-1989) ajeno a ella y dueño de un universo propio, a punto de entrar en su período místico-nuclear.
[El cadáver de Dalí, exhumado por una demanda de paternidad]
La madre de Pilar, Antonia Martínez de Haro, tenía 16 años cuando comenzó a trabajar para un par de familias de Cadaqués. Allí, en la cala de Portlligat, se establecieron Dalí y Gala cuando la pareja regresó de Nueva York, a principios de los 50. Antonia conoció a Dalí cuando ella tenía 25 años. Era 1955 y el pintor surrealista ya era una figura internacional de primera línea. La joven y el genio se acostaron. Varias veces. “Vivieron un amor clandestino”, asegura Pilar: Cuando se supo encinta, Antonia buscó marido en un chico de 29 años, Juan, que le dio sus apellidos a la recién nacida.
Pilar Abel tiene 59 años y creció sintiendo en la sangre quién era su padre. Así se expresa. Se cruzó en vida cuatro o cinco veces con él por la Rambla de Figueres. Hola y adiós. Nada más. Durante su madurez descubrió otra realidad que llevaba latiendo en ella desde niña. Comenzó a echar las cartas. Llegó a tener un programa propio en la televisión local de Girona, GiTV, cada viernes de madrugada durante siete años. “Creo que mi don podría tener que ver con él. En mi familia nadie más ha salido así. De hecho, puedo saber cómo es una persona sin necesidad de las cartas. Así es la videncia. Nací así. Se lleva dentro. Quizá tenga que ver con él porque creía mucho en lo paranormal, en lo inexplicable”.
Pilar ha recobrado las fuerzas junto a su letrado actual, Francesc Bueno. Antes se sintió engañada por dos abogados que le hicieron perder tiempo y dinero. “Cada día estoy más animada. Más aún desde que hablé con mi madre y le dije: “Dirán de mí que estoy loca”. Ella me contestó que si yo lo estaba, ella también. Y, por supuesto, mi padre. He respetado mucho a mi madre. Siempre. Llevo con esta lucha más de ocho años y creo que es el momento de pasar a mayores”, se queja Pilar con voz de demanda.
En diciembre de 2006 decidió esclarecer su condición de hija ilegítima. Pilar se dirigió a la Casa Museo Salvador Dalí de Cadaqués, donde el secretario, representante y biógrafo del pintor, Robert Decharnes, firmaba una exposición retrospectiva. Se hizo con el teléfono parisino de monsieur Decharnes. Pilar trabajaba entonces en una panadería de Girona y reclamó ayuda a un compañero para ayudarla con su escaso francés. Según recuerda Pilar, la historia de la paternidad del pintor no le extrañó en absoluto a su biógrafo.
En julio de 2007 comienza un intercambio de correos electrónicos con Decharnes y a los que Vanitatis ha tenido acceso. Convienen en que es necesario realizar unos test de paternidad. En diciembre de ese mismo año, Pilar y Nicolas Decharnes, hijo del secretario de Dalí, fijan una cita en París. El doctor norteamericano Michael F. Rieders, director de NMS Labs, será quien realice el cotejo entre el ADN de Pilar y los datos genéticos de Dalí, que él conserva a partir de una sonda gástrica del pintor.
Pilar acude acompañada por su compañero de trabajo, su jefa en la panadería y un cineasta de Girona, Robert Bellsolà, que grabará el encuentro. También la extracción de cabello y la muestra de saliva que Pilar ofrece. Los presentes firman un documento por el que la película solo verá la luz con la aquiescencia de todos los participantes. Quieren asegurarse la confidencialidad. Los Decharnes llevan meses diciéndole que no se fíe de nadie. Hay mucho en juego.
Tras unos meses de espera, Pilar vuelve a contactar con el secretario de Dalí en París. Nada. Al teléfono responden con evasivas. Más silencio durante dos años largos. Solo en septiembre de 2010, Nicolas Decharnes rompe su mutismo para responder escuetamente: “El resultado es negativo”. Pilar no se conforma y pide ver los resultados. Quiere una prueba documental que nunca llega. “Si quiere ver el resultado de las pruebas, vaya usted a juicio”, le dicen desde París. No puede creérselo. Tampoco le dan permiso para divulgar la cinta grabada por Bellsolà.
Si se confirma que es hija de Salvador Dalí, el Estado se verá inmerso en un problema mayúsculo. Según el Derecho Civil Catalán –tanto Pilar como su supuesto padre nacieron en Girona– no es necesaria la presentación de un principio de prueba para que una demanda de filiación sea admitida a trámite. “Aun así, mi cliente aporta un acta notarial de la persona que cuida de su madre desde hace años y que testifica que Antonia Martínez le relató su vivencia con Salvador Dalí, fruto de la que nació Pilar Abel Martínez”, nos explica el abogado de la demandante, Francesc Bueno.
El letrado ha presentado una demanda de filiación contra el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, de quien depende la Dirección General de Patrimonio del Estado (heredera del pintor), y la Fundación Gala Dalí, como gestora de la herencia y en calidad de responsable civil solidaria. “No entendemos por qué Decharnes se empeña en no facilitar a la Sra. Abel el resultado documental de esos test de ADN. Por eso solicitamos una comisión rogatoria para que sean entregadas esas pruebas. Si no es posible acceder a ese test, quieren que se compruebe la relación paternofilial entre la Sra. Abel y el Sr. Dalí a través de los restos biológicos presenten en esa máscara mortuoria. En último término, solicitaríamos la exhumación de los restos del pintor. Hemos solicitado que testifiquen el compañero de trabajo de la Sra. Abel, su jefa, la cuidadora de su madre, uno de los forenses y el señor que grabó la secuencia de París”.
Si se demuestra que Pilar Abel es hija de Salvador Dalí, le correspondería la legítima: un 25% de la herencia total del pintor. Es imposible someter a cálculo el valor de su obra, que ostenta el Estado como heredero universal; sin embargo, el montante económico de lo que sí puede venderse nada tiene de surrealista. Algunos dan la robusta cifra de 300 millones de euros.
Pilar Abel se enteró cuando tenía ocho años. Fue su abuela paterna quien se lo dijo. En realidad, la madre del hombre que durante toda la vida ejerció de padre. “Tú eres hija de ese señor”. Y Pilar miraba atónita una foto de Salvador Dalí (Figueres, 1904-1989) ajeno a ella y dueño de un universo propio, a punto de entrar en su período místico-nuclear.