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Carlos Huéscar, duque de Alba: "Sí, la hipoteca de la casa de Alfonso Díez en Sanlúcar la pago yo"
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POR PETICIÓN DE CAYETANA FITZ-JAMES STUART

Carlos Huéscar, duque de Alba: "Sí, la hipoteca de la casa de Alfonso Díez en Sanlúcar la pago yo"

Tras la muerte de la duquesa el pasado año, los desencuentros en el clan Alba no cesan. Sin embargo, Carlos Huéscar asegura que se lleva bien con Alfonso Díez y que incluso le paga la hipoteca

Foto: Carlos Martínez de Irujo junto a Alfonso Díez, en una imagen de archivo (Gtres)
Carlos Martínez de Irujo junto a Alfonso Díez, en una imagen de archivo (Gtres)

La casa que posee Alfonso Díez en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y que adquirió por indicación de su difunta esposa, la duquesa de Alba, le está complicando la vida. Quiere venderla porque en realidad nunca le gustó el lugar. Hubiera preferido un chalé a pie de playa en la zona de Tarifa, en Jávea o en su defecto un piso en Sevilla. Pero, según dicen, Cayetana se empeñó y Alfonso no tuvo más remedio que conformarse con lo que había. Se trataba de una casa de pueblo de dos plantas y 220 metros cuadrados, con un gran patio central que hubo que remodelar de arriba abajo.

El precio de compra fue de 450.000 euros, una cantidad a la que se sumaban cerca de 200.000 euros más para hacerla al gusto de sus moradores. Tiene seis habitaciones y cuatro cuartos de baño, el principal con jacuzzi. Alfonso supervisó personalmente las obras e incluso llegó a desplazarse a Castellón, donde la familia Colonques le ayudó a elegir lo mejor de la firma Porcelanosa, con la que trabaja. La casita encantada ya tenía forma y fondo, pero no estaba pagada.

Siempre se dijo y así lo confirmaron desde el entorno más cercano del matrimonio ducal: la vivienda la había adquirido directamente Alfonso. “La duquesa de Alba no se la compró. Le dejó 120.000 euros que después devolvió con una indemnización que recibió al ganar una demanda. Ahora le quedan 60.000 euros de hipoteca”, explicaban a Vanitatis quienes aseguran que el viudo no se había beneficiado del dinero de su mujer. Y otro dato importante: la casa formaba parte del patrimonio personal del duque consorte y por lo tanto no formaba parte de ninguna repartición.

La hipoteca del duque

Cuando falleció la duquesa empezaron los desencuentros. Oficialmente la lectura del testamento no cambiaba nada. La duquesa lo dejó todo atado y bien atado con la donación previa que hizo a sus hijos el 4 de julio de 2011, que ascendía a 206 millones de euros. Alfonso no quería líos y se mantuvo en un primer momento fuera de los litigios familiares sin recibir ningún apoyo económico por parte de los hijos de su mujer. Y además debía pagar la hipoteca de la casa de Sanlúcar, que se había convertido en un verdadero estorbo y una preocupación económica.

Pasaban los meses y los Alba no movían ficha. Además, los lotes supuestamente desiguales que se preparaban para el reparto de la herencia provocaron el descontento del duque viudo. Pero parece que, finalmente, por indicación póstuma de la duquesa, Carlos Huéscar, actual duque de Alba, asumió los pagos de esa hipoteca. Vanitatis se ha puesto en contacto con él para preguntarle por este asunto. Asegura que su relación con Alfonso es buena, que ha sido el marido de su madre y que “le estaré siempre agradecido. Lo que le corresponda, lo tendrá”, sentencia. Al preguntarle por la famosa casa de Sanlúcar confirma que “esa casa la compró mi madre y, sí, ahora la hipoteca la pago yo. He asumido ese compromiso y, por lo tanto, Alfonso no tiene que tener preocupación”.

La casa que posee Alfonso Díez en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y que adquirió por indicación de su difunta esposa, la duquesa de Alba, le está complicando la vida. Quiere venderla porque en realidad nunca le gustó el lugar. Hubiera preferido un chalé a pie de playa en la zona de Tarifa, en Jávea o en su defecto un piso en Sevilla. Pero, según dicen, Cayetana se empeñó y Alfonso no tuvo más remedio que conformarse con lo que había. Se trataba de una casa de pueblo de dos plantas y 220 metros cuadrados, con un gran patio central que hubo que remodelar de arriba abajo.

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