María Jesús Pineda y José Antonio Banderas, la historia de una amistad truncada
La modelo y el actor eran muy amigos desde pequeños. Él no pudo acudir a su funeral, pero mandó una enorme corona de flores
Antonio Banderas no pudo acudir el sábado 4 de abril a la misa funeral que se ofició en el tanatorio de Málaga por el alma de su amiga María Pineda, que murió el pasado sábado. Envió,sin embargo, una enorme corona de flores que durante toda la liturgia religiosa (vea las imágenes de la capilla ardiente) permaneció junto al féretro, al igual que las de otros amigos de la fallecida como Mariola Orellana, que vive en Miami y a la que consideraba como una hermana. Al no tener María familia directa (su madre y su hermano murieron también a consecuencia de un cáncer), sus amistades habían ocupado ese lugar y, como ella misma decía, “a los padres y hermanos no los eliges, a los amigos sí”. Y, efectivamente, desde que le diagnosticaron la enfermedad se turnaban para hacerle compañía y pasar el rato con ella en la casa de Málaga que compartía con su novio, Emilio González, y los hijos de este.
Con Antonio Banderas se encontraban en verano en La Gaviota y, aunque no se vieran durante mucho tiempo, cuando lo hacían comenzaban como lo hizo Fray Luis de León tras su paso por prisión: “Decíamos ayer…”. Además, María tenía muy buena relación con toda la familia Banderas y especialmente con Ana, la madre del actor. Banderas y la modelo compartieron infancia y juventud hasta que cada uno eligió su camino fuera de su tierra. En aquellos años ella era María Jesús Pineda y él José Antonio Banderas, que son sus nombres de pila, y así los siguen conociendo los compañeros de colegio y de pandilla.
Los amigos también coincidieron en su afición por el teatro. El actual director del Teatro Cervantes, Miguel Gallego, organizó un grupo amateur al que llamaron Dintel. Con la compañía de aficionados recorrieron muchos pueblos de la provincia representando Jesucristo Superstar en playback. Ella hacía de María Magdalena y el papel de Antonio variaba dependiendo de las necesidades. Interpretó al apóstol San Pedro, a ciudadanos y hasta en un par de ocasiones a Jesús.
Y después, de vuelta al hogar, celebraban el éxito o el desastre en Tuti Fruti, la primera casa en la zona de la playa de Pedregalejo convertida en bar de copas. Así lo recuerda el empresario y diseñador José Pedro Zontano, que fue quien primero dio la oportunidad a María como modelo. “Lo pasábamos muy bien y si hacía falta, servían las copas. Formábamos un grupo divertido y alocado, y muchos de nosotros nos seguimos viendo”, explica el íntimo de María, que aún no sabe la fecha del funeral de Madrid. “Ella quería en el Cristo de Medinaceli, del que era muy devota, y allí se hará”, apunta.
Una luchadora incansable
María Pineda falleció el pasado sábadovíctima de un cáncer.Emilio, su pareja, con el que tenía planes de boda, la despedía este domingo a mediodía desconsoladamente. Estefanía Luyk y otros de sus más allegadosno quisieron dejar solo al hombre con el que compartía su vida la modelo. Pese a todo, hubo una menor afluencia de rostros conocidos, que sí acompañaron al empresario el sábado en el tanatorio, en las primeras horas tras el triste fallecimiento de Pineda. Personas tan cercanas a ella como su amigo José Pedro la velaron durante toda la noche del sábado. "A María no le gustaba estar sola", contaba él.
El día anterior, varios amigos íntimos de la modelo se reunían en el mismo lugar, la capilla del tanatorio de Málaga, para rezar junto al sacerdote y él el responso. Cuando terminó la oración, un amigo de María le rindió su pequeño homenaje cantando A mi manera, el tema de Frank Sinatra que resumía cómo había sido la vida de la modelo.
Antonio Banderas no pudo acudir el sábado 4 de abril a la misa funeral que se ofició en el tanatorio de Málaga por el alma de su amiga María Pineda, que murió el pasado sábado. Envió,sin embargo, una enorme corona de flores que durante toda la liturgia religiosa (vea las imágenes de la capilla ardiente) permaneció junto al féretro, al igual que las de otros amigos de la fallecida como Mariola Orellana, que vive en Miami y a la que consideraba como una hermana. Al no tener María familia directa (su madre y su hermano murieron también a consecuencia de un cáncer), sus amistades habían ocupado ese lugar y, como ella misma decía, “a los padres y hermanos no los eliges, a los amigos sí”. Y, efectivamente, desde que le diagnosticaron la enfermedad se turnaban para hacerle compañía y pasar el rato con ella en la casa de Málaga que compartía con su novio, Emilio González, y los hijos de este.
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