La última escaleta para Hermida: Música de los Beatles y textos de Juan Ramón Jiménez

A última hora de la tarde de este martes, los familiares y amigos más íntimos del periodista Jesús Hermida, fallecido el lunes en Madrid a los 77 años de edad, le brindaban el último homenaje. Lo hicieron en la capilla del tanatorio madrileño de Tres Cantos y fue un recuerdo nostálgico, pero ni mucho menos triste. Un testimonio que tenía la forma de una última escaleta de contenidos. La ceremonia llegó a su fin con la despedida del propio Jesús Hermida, cuando se escuchó una grabación de su voz correspondiente al día que dijo adiós a su etapa en RNE. Un emotivo gesto que mantuvo a los presentes en el más absoluto silencia que tan sólo fue interrumpido cuando un aplauso de un minuto llenó la sala.

Mientras en un plasma se emitía un vídeo que resumía los mejores momentos de su vida laboral y afectiva, con un fondo musical seleccionado por Guillermo Mercado, que fue su productor en Radio Nacional de España (RNE), sonaban temas de Los Beatles, de los que Jesús no solo era un entusiasta, sino también un entendido. Más tarde, los asistentes escucharon la voz de Hermida recitando un fragmento de Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, que era su libro de cabecera.

Nieves Herrero, Carlos García Hirschfeld, la hija Nieves y la nieta de Hermida dedicaron palabras de cariño y recuerdo al maestro, amigo, padre, esposo y abuelo, a la vez que recitaron estractos de las obras de Juan Ramón Jiménez. El libro Platero y yo fue un referente en la vida de Hermida y ahora también de su despedida.En el primer banco, la familia directa;detrás, los íntimos, y presidiendo la escena una foto del periodista fallecido.

Capilla ardiente multitudinaria

Horas antes de este emotivo acto, el velatorio de Jesús Hermida fue un desfile de amigos, familiares y periodistas de todo tipo y condición cuyo nexo de unión era la admiración por un profesional que cambió la manera de hacer televisión y de hablar en la radio. Un encuentro diferente donde la nostalgia se mezclaba con risas por situaciones compartidas con Hermida como jefe, como amigo, como padre o como marido.

Y así fue hasta el último momento. En el velatorio Begoña fue capaz de sonreír cuando le recordaban situaciones ocurridas en la redacción con las “locuras de Jesús”, la generosidadcon los periodistas a sus órdenes menos ocurrentes o las muchas peticiones de entrevistas de becarios que, la mayoría de las veces, tenía que gestionar la propia Begoña porque “Jesús iba a su bola”.Al finalizar el velatorio, Begoña se armó de fuerza para despedirse de los medios ongregados a las puertas del tanatorio y agradecer el cariño mostrado a la familia y el respeto con el que había informado de su pérdida.