José Coronado, un galán de paso
La hija de la duquesa de Alba ha pasado un tiempo sola en las Baleares y no se ve con él desde el pasado julio. Las revistas de esta semana ya han dado por hecho que la pareja ha finalizado su relación, que se asemeja a otras del actor
“Amores se van marchando...como las olas del mar”. Lo cantaba Mari Trini en los 70 y lo hacía diciendo verdades como templos. Los amores de José Coronado, más que como las olas del mar, se marchan como un tren de alta velocidad, ya que al galán del cine español las chicas le suelen durar entre poco y nada. La última que ha pasado por su vida ha sido Eugenia Martínez de Irujo, que ha pasado un tiempo sola en las Baleares y que no se ve con él desde el pasado julio. Ya se ha dado por hecho que la pareja ha roto. De amor del verano a cana al aire. “José tiene una vida muy dinámica. No para”, razona una amiga del actor a la hora de recordar que, más que de un rompecorazones, se trata de un trabajador a jornada completa que quizá no ha tenido tanto tiempo como para pensar en el amor.
Parece que siempre fue así. Corrían los años 80, y Coronado era una joven promesa que cosechaba críticas bastante duras con sus primeros trabajos interpretativos. Si el escuadrón cinéfilo no se lo tomaba en serio, la prensa del corazón, en cambio, se le arrimó pronto para informar sobre su relación con Paola Dominguín, con la que comenzó a salir en 1987. La hija de Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín era ya una 'hija de' y cualquiera que compartiese su vida era inmediatamente noticia. Los tiempos no han cambiado en esa atención hacia el parentesco con celebrities. “Ella le dio a Nicolás, su primer hijo, y juntos 'quemaban' Madrid cada vez que salían. Quizá falló porque eran demasiado jóvenes”, narra esta amiga del entorno del actor. El nacimiento del hijo de ambos en 1988 llevó a Coronado a 'coquetear' con la prensa que lo camelaba, la rosa, ofreciendo una portada al ¡Hola! que casi desvíola atención de sus pasos profesionales.
“En aquellos años, José tampoco era lo que es hoy. No se puede decir que la crítica le respetase como intérprete. De hecho presentaba un concurso en Antena 3, algo que hoy no haría seguramente aunque tampoco reniega de ello”, comenta refiriéndose al concurso El Gordo. A principios de los 90, fue el cine el que le proporcionó una nueva pareja que sería aún más fugaz: Isabel Pantoja. Con ella rodó Yo soy esa, un intento fallido de recuperar, tal cual, el viejo cine folclórico. “Aquello a la productora, Ion Films, le vino muy muy bien. Parecía una especie de maniobra publicitaria. Estrenar una cinta de ese tipo cuando ya no estaban ni de moda y tenía como único público potencial a los fans de Isabel Pantoja les limitaba mucho. Que se liase con José fue un chollazo. Yo creo que él se sintió un poco víctima de esa situación”.
Dando bandazos hasta llegar a Eugenia
Mientras su carrera acababa o no de despegar y de adquirir visos de seriedad, Coronado iba “dando bandazos” sentimentales y encontraba el amor en nuevos rodajes. Cuando le tocó ser el Don Juan de la miniserie de Televisión Española dedicada a la obra de Zorrilla, su Doña Inés, Silvia Abascal, lo fue también en la vida real. ¿Qué falló entonces? “Silvia era una niña. Tenía 18 años. Yo creo que aquello se convirtió más en una relación paternal. Hoy día son muy buenos amigos, así que tampoco fue algo traumático para ninguno”.
El siguiente 'bandazo' sería en 2000, cuando el protagonista de No habrá paz para los malvados fue el sustituto de Mark Vanderloo en el corazón de Esther Cañadas. Y, como toda buena sustitución, fue breve pero intensa: duró apenas dos meses. En 2001, un desfile de Roberto Torretta lo lleva a los brazos de Mónica Molina, con la que tendría a su hija Candela. “Yo creo que si hay una relación que le haya fastidiado de verdad que no saliese adelante, fue esa. Mónica estaba hecha para él y él para ella”.
En el verano de 2003, Mónica Molina ya era agua pasada. La nueva y sorprendente depositaria del interés amoroso de Coronado fue Paula Echevarría. Antes de Velvet, antes de Bustamante, antes de los blogs de moda…estuvo José Coronado. Se fueron juntos de viaje a las islas Canarias y los paparazzi los cazaron. El amorío fue tan inocuo que hoy apenas lo recuerda nadie.
El comienzo de su relación con la periodista Elena González de Prado coincidió con el final de una década en la que directores como Enrique Urbizu (La Caja 507) o Manuel Gutiérrez Aragón (Todos estamos invitados) hicieron de José Coronado un actor ampliamente reconocido. Con ella, que tenía 32 años, volvió a demostrar cierto “gusto por las mujeres más jóvenes”. Lo suyo fue un cúmulo de encuentros y desencuentros, reconciliaciones y alejamientos… Una montaña rusa que se paró en 2012 y dejó al galán nuevamente solo.
Eugenia Martínez de Irujo parecía haber llegado en el momento justo para quedarse, pero, por ahora, parece que tampoco será así y,cual llanero solitario, José Coronado se vuelve a aventurar en las procelosas aguas de la soltería. Esta sí parece que es su más fiel compañera.
“Amores se van marchando...como las olas del mar”. Lo cantaba Mari Trini en los 70 y lo hacía diciendo verdades como templos. Los amores de José Coronado, más que como las olas del mar, se marchan como un tren de alta velocidad, ya que al galán del cine español las chicas le suelen durar entre poco y nada. La última que ha pasado por su vida ha sido Eugenia Martínez de Irujo, que ha pasado un tiempo sola en las Baleares y que no se ve con él desde el pasado julio. Ya se ha dado por hecho que la pareja ha roto. De amor del verano a cana al aire. “José tiene una vida muy dinámica. No para”, razona una amiga del actor a la hora de recordar que, más que de un rompecorazones, se trata de un trabajador a jornada completa que quizá no ha tenido tanto tiempo como para pensar en el amor.